Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 24 enero, 2019

Reflexión sobre el asalto a la policía

La controversia internacional en torno al acto terrorista perpetrado por el ELN adentro de la Escuela de Cadetes de Policía “General Francisco de Paula Santander”, ubicada en el sur de Bogotá, la ciudad capital de un país que por más de 50 años ha padecido muchas fatalidades provocadas por un conflicto interno, durante el cual a menudo se han cometido crímenes proscritos por la ONU y otras organizaciones similares, porque vulneran los derechos y el albedrío de la humanidad.

Boton Wpp

La controversia internacional en torno al acto terrorista perpetrado por el ELN adentro de la Escuela de Cadetes de Policía “General Francisco de Paula Santander”, ubicada en el sur de Bogotá, la ciudad capital de un país que por más de 50 años ha padecido muchas fatalidades provocadas por un conflicto interno, durante el cual a menudo se han cometido crímenes proscritos por la ONU y otras organizaciones similares, porque vulneran los derechos y el albedrío de la humanidad.

Personalmente, considero que tal debate no deja de ser maniqueísmo manipulador de aquellos afines a las dos ideologías que polarizan el pensamiento humano, especialmente en lo político, económico y cultural, que a la postre se ha convertido en una lucha social perversa. Además es una disputa entre fariseos en búsqueda del manejo gubernamental con sus correligionarios más fieles, discriminando a personas idóneas con el propósito de perpetuarse en el poder con que protegen todo tipo de intereses.

No comparto las ideologías de derecha ni de izquierda, porque riñen con mi formación profesional, cuya base principal es el juramento hipocrático fundamentado en noble deontología, inviolable por los médicos con convicción vocacional; en consecuencia, con enorme repudio, censuro la bárbara acción del ELN, que hasta ahora ha dejado muertas a 21 personas y 68 heridas, algunas de ellas graves con pronósticos inciertos de sobrevivir.

Los médicos estudiamos para ayudar a conservar la salud de la gente, para evitar la muerte por enfermedades prevenibles. En este orden de ideas, tampoco acepto las ejecuciones extrajudiciales ni la aplicación de justicia con mano propia o linchamientos de criminales, muy frecuentes en la sociedad colombiana donde la doble moral campea por todas partes, en realidad, estas actuaciones no tienen justificación. Esto le corresponde a las autoridades y a las instituciones conformadas para combatir y castigar a los violadores de las leyes.

Desapruebo el argumento baladí de los comandantes del ELN, negociadores de la paz colombiana en Cuba, de que atacaron la escuela de formación de policías porque hace parte de la estructura militar que participa en la confrontación del conflicto armado, en retaliación por la agresividad de la fuerza pública que no les respetó el cese unilateral del fuego decretado por estos insurgentes al final del año pasado.

También reconvengo la actitud arrogante de la jefatura gubernamental, ya que algunos de sus miembros con antelación divulgaron que haría añicos el proceso de paz iniciado por el expresidente JM Santos. Preocupante la ruptura de la negociación política con el ELN, teniendo en cuenta que el atentado terrorista contra la escuela de cadetes, fue al estilo fundamentalista kamikaze, primordialmente debido a que la insurgencia está invadida por narcotraficantes y otras clases de bandas criminales. Esta es un mezcla de delincuentes demasiado peligrosa capaz de cometer cualquier diablura monstruosa.

Columnista
24 enero, 2019

Reflexión sobre el asalto a la policía

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Romero Churio

La controversia internacional en torno al acto terrorista perpetrado por el ELN adentro de la Escuela de Cadetes de Policía “General Francisco de Paula Santander”, ubicada en el sur de Bogotá, la ciudad capital de un país que por más de 50 años ha padecido muchas fatalidades provocadas por un conflicto interno, durante el cual a menudo se han cometido crímenes proscritos por la ONU y otras organizaciones similares, porque vulneran los derechos y el albedrío de la humanidad.


La controversia internacional en torno al acto terrorista perpetrado por el ELN adentro de la Escuela de Cadetes de Policía “General Francisco de Paula Santander”, ubicada en el sur de Bogotá, la ciudad capital de un país que por más de 50 años ha padecido muchas fatalidades provocadas por un conflicto interno, durante el cual a menudo se han cometido crímenes proscritos por la ONU y otras organizaciones similares, porque vulneran los derechos y el albedrío de la humanidad.

Personalmente, considero que tal debate no deja de ser maniqueísmo manipulador de aquellos afines a las dos ideologías que polarizan el pensamiento humano, especialmente en lo político, económico y cultural, que a la postre se ha convertido en una lucha social perversa. Además es una disputa entre fariseos en búsqueda del manejo gubernamental con sus correligionarios más fieles, discriminando a personas idóneas con el propósito de perpetuarse en el poder con que protegen todo tipo de intereses.

No comparto las ideologías de derecha ni de izquierda, porque riñen con mi formación profesional, cuya base principal es el juramento hipocrático fundamentado en noble deontología, inviolable por los médicos con convicción vocacional; en consecuencia, con enorme repudio, censuro la bárbara acción del ELN, que hasta ahora ha dejado muertas a 21 personas y 68 heridas, algunas de ellas graves con pronósticos inciertos de sobrevivir.

Los médicos estudiamos para ayudar a conservar la salud de la gente, para evitar la muerte por enfermedades prevenibles. En este orden de ideas, tampoco acepto las ejecuciones extrajudiciales ni la aplicación de justicia con mano propia o linchamientos de criminales, muy frecuentes en la sociedad colombiana donde la doble moral campea por todas partes, en realidad, estas actuaciones no tienen justificación. Esto le corresponde a las autoridades y a las instituciones conformadas para combatir y castigar a los violadores de las leyes.

Desapruebo el argumento baladí de los comandantes del ELN, negociadores de la paz colombiana en Cuba, de que atacaron la escuela de formación de policías porque hace parte de la estructura militar que participa en la confrontación del conflicto armado, en retaliación por la agresividad de la fuerza pública que no les respetó el cese unilateral del fuego decretado por estos insurgentes al final del año pasado.

También reconvengo la actitud arrogante de la jefatura gubernamental, ya que algunos de sus miembros con antelación divulgaron que haría añicos el proceso de paz iniciado por el expresidente JM Santos. Preocupante la ruptura de la negociación política con el ELN, teniendo en cuenta que el atentado terrorista contra la escuela de cadetes, fue al estilo fundamentalista kamikaze, primordialmente debido a que la insurgencia está invadida por narcotraficantes y otras clases de bandas criminales. Esta es un mezcla de delincuentes demasiado peligrosa capaz de cometer cualquier diablura monstruosa.