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Editorial - 18 enero, 2019

Al Violento Caos, La Fuerza De La Razón

Los hechos en la capital, la muerte de tantas personas, las heridas a toda una nación, siguen haciendo más grande la brecha cuando más unidos debemos estar alrededor de la autoridad, la ley y la persistencia en la búsqueda de una paz completa. Genera sinsabor presentar noticias que no solo enlutan a las familias de las víctimas fatales; a ellas un abrazo solidario, una palabra de aliento que tal vez se acerque al consuelo. Este es el momento del abrazo nacional y también el momento de comprender que el camino correcto, aunque con sus complejidades, es el del diálogo, superando prevenciones y posturas ideológicas que lo esquivan y radicalizan, sin renunciar al uso efectivo de la fuerza, regulada por la ley, de enfrentar, capturar, reducir y disuadir a los violentos en sus diferentes matices.

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Los hechos en la capital, la muerte de tantas personas, las heridas a toda una nación, siguen haciendo más grande la brecha cuando más unidos debemos estar alrededor de la autoridad, la ley y la persistencia en la búsqueda de una paz completa. Genera sinsabor presentar noticias que no solo enlutan a las familias de las víctimas fatales; a ellas un abrazo solidario, una palabra de aliento que tal vez se acerque al consuelo. Este es el momento del abrazo nacional y también el momento de comprender que el camino correcto, aunque con sus complejidades, es el del diálogo, superando prevenciones y posturas ideológicas que lo esquivan y radicalizan, sin renunciar al uso efectivo de la fuerza, regulada por la ley, de enfrentar, capturar, reducir y disuadir a los violentos en sus diferentes matices.

Desde el mismo gobierno si se atiza con el uso mismo de las palabras, y no se obra con decisiones diferenciadas y apropiadas, se generan situaciones que no contribuyen al sosiego. Una radicalización con Venezuela, con el ELN, sectores en los que se anida el miedo y el acoso; con las disidencias de las farc o del llamado Clan del Golfo, igualmente, suelen llevar a actos de desespero y terror. Creemos que son muestras, paradójicamente, de su debilidad pero que no dejan de mostrar su ferocidad.

No olvidamos a los policías asesinados en Barranquilla, crimen que estos días cumple un año. No olvidamos la cruel ejecución de policías entre San Alberto y La Mata, sur del Cesar, el pasado mes de octubre. Hoy serán sepultados otros uniformados, miembros de una escuela de formación policial, jóvenes con gran futuro a nuestro servicio. Es una lástima que muchos ciudadanos del común y hasta personalidades del acontecer nacional estén utilizando esta terrible coyuntura para los señalamientos, las posiciones políticas que incentivan el conflicto. No es el momento. Es la hora del duelo y de la fraternidad. Es un momento de reflexión y de respuestas por supuesto, aquellas que nos ayuden a comprender nuestras tragedias.
A nuestros líderes les deseamos sabiduría, fuerza serena y contundente. A nuestra Policía Nacional, nos unimos a su dolor, su labor está sobre el filo de la navaja cada día y de manera anónima nos da tranquilidad, aquella que no se ve hasta que está comprometida. Condolencias a esas familias en un momento de indescriptible dolor.

Editorial
18 enero, 2019

Al Violento Caos, La Fuerza De La Razón

Los hechos en la capital, la muerte de tantas personas, las heridas a toda una nación, siguen haciendo más grande la brecha cuando más unidos debemos estar alrededor de la autoridad, la ley y la persistencia en la búsqueda de una paz completa. Genera sinsabor presentar noticias que no solo enlutan a las familias de las víctimas fatales; a ellas un abrazo solidario, una palabra de aliento que tal vez se acerque al consuelo. Este es el momento del abrazo nacional y también el momento de comprender que el camino correcto, aunque con sus complejidades, es el del diálogo, superando prevenciones y posturas ideológicas que lo esquivan y radicalizan, sin renunciar al uso efectivo de la fuerza, regulada por la ley, de enfrentar, capturar, reducir y disuadir a los violentos en sus diferentes matices.


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Los hechos en la capital, la muerte de tantas personas, las heridas a toda una nación, siguen haciendo más grande la brecha cuando más unidos debemos estar alrededor de la autoridad, la ley y la persistencia en la búsqueda de una paz completa. Genera sinsabor presentar noticias que no solo enlutan a las familias de las víctimas fatales; a ellas un abrazo solidario, una palabra de aliento que tal vez se acerque al consuelo. Este es el momento del abrazo nacional y también el momento de comprender que el camino correcto, aunque con sus complejidades, es el del diálogo, superando prevenciones y posturas ideológicas que lo esquivan y radicalizan, sin renunciar al uso efectivo de la fuerza, regulada por la ley, de enfrentar, capturar, reducir y disuadir a los violentos en sus diferentes matices.

Desde el mismo gobierno si se atiza con el uso mismo de las palabras, y no se obra con decisiones diferenciadas y apropiadas, se generan situaciones que no contribuyen al sosiego. Una radicalización con Venezuela, con el ELN, sectores en los que se anida el miedo y el acoso; con las disidencias de las farc o del llamado Clan del Golfo, igualmente, suelen llevar a actos de desespero y terror. Creemos que son muestras, paradójicamente, de su debilidad pero que no dejan de mostrar su ferocidad.

No olvidamos a los policías asesinados en Barranquilla, crimen que estos días cumple un año. No olvidamos la cruel ejecución de policías entre San Alberto y La Mata, sur del Cesar, el pasado mes de octubre. Hoy serán sepultados otros uniformados, miembros de una escuela de formación policial, jóvenes con gran futuro a nuestro servicio. Es una lástima que muchos ciudadanos del común y hasta personalidades del acontecer nacional estén utilizando esta terrible coyuntura para los señalamientos, las posiciones políticas que incentivan el conflicto. No es el momento. Es la hora del duelo y de la fraternidad. Es un momento de reflexión y de respuestas por supuesto, aquellas que nos ayuden a comprender nuestras tragedias.
A nuestros líderes les deseamos sabiduría, fuerza serena y contundente. A nuestra Policía Nacional, nos unimos a su dolor, su labor está sobre el filo de la navaja cada día y de manera anónima nos da tranquilidad, aquella que no se ve hasta que está comprometida. Condolencias a esas familias en un momento de indescriptible dolor.