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Columnista - 17 diciembre, 2018

La educación naranja

Los resultados de las pruebas Saber Pro, no solo miden de manera individual el desempeño de los estudiantes, sino que también nos muestran una realidad como país. Estas pruebas, agrupan también, el mayor número de estudiantes destacados por Institución de Educación Superior y así se establece un ranking para las universidades. Este año, el primer […]

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Los resultados de las pruebas Saber Pro, no solo miden de manera individual el desempeño de los estudiantes, sino que también nos muestran una realidad como país. Estas pruebas, agrupan también, el mayor número de estudiantes destacados por Institución de Educación Superior y así se establece un ranking para las universidades. Este año, el primer lugar lo ocupó el SENA con 218 estudiantes. Los siguientes cinco lugares lo ocupan universidades de Bogotá, en su orden: Los Andes, la Nacional, la Distrital, la CUN y la Javeriana. Una mezcla de privadas y públicas, en el Distrito Capital. Todo, desde siempre, al centro.

Resulta muy poco probable que un país que desde siempre se ha pensado desde el centro pueda exigir riqueza por doquier. Mucho menos probable si la buena educación también responde a este centro, porque entonces los talentos de la provincia, en cualquier materia, ¿cómo van a alcanzar a que la educación los alimente, los pula, los catapulte, los cimiente? Pero, además, a la escasa educación del claustro, se le suma también la escasez del aparato cultural. Es decir, que las maneras para tejer relaciones que amplíen la visión de mundo, son limitadas ,y es justamente cuando se cuenta con la exposición continua del conocimiento desde multiplicidad de voces, manifestaciones y formas, que se van construyendo en el individuo las conexiones necesarias para determinar su talento.

En alguna ocasión García Márquez, que siempre dijo mucho sobre educación, se refirió al asunto de direccionar la vida de los niños hacia una profesión liberal que les diera un sustento en la vida en todos los sentidos y dejar el talento como una afición. Entonces remató diciendo: “yo pienso que si una persona, durante toda la vida, hace solamente lo que le gusta hacer y tiene todas las condiciones para hacerlo bien, ese es el secreto de la felicidad y de la longevidad”. Así son las cosas, y crear esas condiciones no es un asunto de la vida privada sino de la colectividad y el Estado presente en cada rincón del país. Por eso puede que resulte complejo el plan de la economía naranja mirado de manera sesgada en el renglón de la productividad. No se trata de clasificaciones, sino de construcciones desde la base de las industrias creativas y en Colombia son nacientes, porque no producimos mucha de la materia prima de esa industria o, porque no hemos sistematizado su producción desde la base de la cultura. ¿Cuántos se están formando para la elaboración de las máscaras y los disfraces tradicionales del Carnaval de Barranquilla? Es menester juntar la producción al origen creativo y a la base cultural si vamos a hablar seriamente de economía naranja y, crear talento para lo cual la buena educación no puede estar de manera primordial en Bogotá.

Por María Angélica Pumarejo

Columnista
17 diciembre, 2018

La educación naranja

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
María Angélica Pumarejo

Los resultados de las pruebas Saber Pro, no solo miden de manera individual el desempeño de los estudiantes, sino que también nos muestran una realidad como país. Estas pruebas, agrupan también, el mayor número de estudiantes destacados por Institución de Educación Superior y así se establece un ranking para las universidades. Este año, el primer […]


Los resultados de las pruebas Saber Pro, no solo miden de manera individual el desempeño de los estudiantes, sino que también nos muestran una realidad como país. Estas pruebas, agrupan también, el mayor número de estudiantes destacados por Institución de Educación Superior y así se establece un ranking para las universidades. Este año, el primer lugar lo ocupó el SENA con 218 estudiantes. Los siguientes cinco lugares lo ocupan universidades de Bogotá, en su orden: Los Andes, la Nacional, la Distrital, la CUN y la Javeriana. Una mezcla de privadas y públicas, en el Distrito Capital. Todo, desde siempre, al centro.

Resulta muy poco probable que un país que desde siempre se ha pensado desde el centro pueda exigir riqueza por doquier. Mucho menos probable si la buena educación también responde a este centro, porque entonces los talentos de la provincia, en cualquier materia, ¿cómo van a alcanzar a que la educación los alimente, los pula, los catapulte, los cimiente? Pero, además, a la escasa educación del claustro, se le suma también la escasez del aparato cultural. Es decir, que las maneras para tejer relaciones que amplíen la visión de mundo, son limitadas ,y es justamente cuando se cuenta con la exposición continua del conocimiento desde multiplicidad de voces, manifestaciones y formas, que se van construyendo en el individuo las conexiones necesarias para determinar su talento.

En alguna ocasión García Márquez, que siempre dijo mucho sobre educación, se refirió al asunto de direccionar la vida de los niños hacia una profesión liberal que les diera un sustento en la vida en todos los sentidos y dejar el talento como una afición. Entonces remató diciendo: “yo pienso que si una persona, durante toda la vida, hace solamente lo que le gusta hacer y tiene todas las condiciones para hacerlo bien, ese es el secreto de la felicidad y de la longevidad”. Así son las cosas, y crear esas condiciones no es un asunto de la vida privada sino de la colectividad y el Estado presente en cada rincón del país. Por eso puede que resulte complejo el plan de la economía naranja mirado de manera sesgada en el renglón de la productividad. No se trata de clasificaciones, sino de construcciones desde la base de las industrias creativas y en Colombia son nacientes, porque no producimos mucha de la materia prima de esa industria o, porque no hemos sistematizado su producción desde la base de la cultura. ¿Cuántos se están formando para la elaboración de las máscaras y los disfraces tradicionales del Carnaval de Barranquilla? Es menester juntar la producción al origen creativo y a la base cultural si vamos a hablar seriamente de economía naranja y, crear talento para lo cual la buena educación no puede estar de manera primordial en Bogotá.

Por María Angélica Pumarejo