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Columnista - 22 noviembre, 2018

Economía naranja, un distractor

La llamada economía naranja consiste en convertir en bienes y servicios la cultura, la creatividad y el arte, con la aplicación de la ciencia y la tecnología; por eso dicen que es la economía del conocimiento. Se le llama naranja porque este color está asociado, en forma subjetiva, a estas actividades, así como el azul, […]

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La llamada economía naranja consiste en convertir en bienes y servicios la cultura, la creatividad y el arte, con la aplicación de la ciencia y la tecnología; por eso dicen que es la economía del conocimiento. Se le llama naranja porque este color está asociado, en forma subjetiva, a estas actividades, así como el azul, de manera real, se asocia a los mares. Esta definición está saturada por cuanto el arte hace parte de la cultura y ambos requieren creatividad. También es inexacto decir que es la economía del conocimiento porque es este, el saber, es la base de todos los avances de la humanidad, entre ellos, podría ser el de la llamada economía naranja. Por lo general, los valores culturales de los pueblos han fluido solos e independientes de la economía; por su parte, el arte siempre ha estado en manos de unos cuantos privilegiados por la naturaleza y cuyas obras se han vuelto transables.

Los grandes pintores de la edad media, p.ej., hicieron de su arte un modus vivendi, favorecidos por ricos excéntricos que le apostaban al mecenazgo. Pero masificar y comercializar el arte mediante la tecnología, pierde su identidad y ya no podríamos decir que cierta obra es de Rembrandt o de Van Gogh. Una de las dificultades que tiene la economía naranja es que está restringida por los derechos de autor que tanto defienden los países industrializados en sus tratados de libre comercio. El actual boom musical de Colombia es un proceso fruto del talento de unos cuantos y no ha necesitado apoyo oficial, es un negocio marginal cuyo aporte a la economía nacional no sé si lo han medido todavía.

Son olas picos que pasan; así lo vivieron México, España y Argentina en décadas pasadas, pero de allí no quedó nada. Pero según fuentes consultadas, en 2017 el valor de todas las industrias creativas de Colombia ascendieron a siete billones de pesos, equivalentes al 0.73% de nuestro PIB (hoy un punto del PIB vale $9.6 billones); en el mundo ésta economía representa el 0.53% del PIB. Apostarle a una economía de este tipo es bastante incierto porque el talento no se siembra, se da silvestre y no todo el tiempo.

El concepto de economía naranja es novísimo; en 2001, John Howkins, autor de “The Creative Economy, ofreció los primeros elementos teóricos; en 2013, el BID lanzó el libro “La Economía Naranja: una oportunidad infinita”, firmado por Felipe Buitrago e Iván Duque. Desde Adam Smith, pasando por Keynes y los neo-liberales, el capitalismo viene echando manos a muchos subterfugios para salvarse, pero esta última iniciativa es trivial e inocua.

Colombia tiene muchas más posibilidades que los llamados “tigres asiáticos” que construyeron sus economías con el saber, pese a no tener recursos naturales; nosotros tenemos una geografía privilegiada y llena de recursos que, al lado del saber, podría convertirnos en una potencia económica y tecnológica. ¿Cuántos países del mundo quisieran tener lo nuestro para desarrollar un emporio agroindustrial? Hoy, el sector agropecuario nacional, con todas sus deficiencias logísticas y tecnológicas, representa el 6.5% el PIB total, el cuarto más alto, incluso por encima de minería y canteras, y el de mayor empleabilidad por unidad monetaria invertida. El problema fundamental de la humanidad es el hambre y la falta de alimentos; ¿por qué, entonces, entretenernos lanzando bengalas especulativas y efectistas?

Luis Napoleón de Armas P.

Columnista
22 noviembre, 2018

Economía naranja, un distractor

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Napoleón de Armas P.

La llamada economía naranja consiste en convertir en bienes y servicios la cultura, la creatividad y el arte, con la aplicación de la ciencia y la tecnología; por eso dicen que es la economía del conocimiento. Se le llama naranja porque este color está asociado, en forma subjetiva, a estas actividades, así como el azul, […]


La llamada economía naranja consiste en convertir en bienes y servicios la cultura, la creatividad y el arte, con la aplicación de la ciencia y la tecnología; por eso dicen que es la economía del conocimiento. Se le llama naranja porque este color está asociado, en forma subjetiva, a estas actividades, así como el azul, de manera real, se asocia a los mares. Esta definición está saturada por cuanto el arte hace parte de la cultura y ambos requieren creatividad. También es inexacto decir que es la economía del conocimiento porque es este, el saber, es la base de todos los avances de la humanidad, entre ellos, podría ser el de la llamada economía naranja. Por lo general, los valores culturales de los pueblos han fluido solos e independientes de la economía; por su parte, el arte siempre ha estado en manos de unos cuantos privilegiados por la naturaleza y cuyas obras se han vuelto transables.

Los grandes pintores de la edad media, p.ej., hicieron de su arte un modus vivendi, favorecidos por ricos excéntricos que le apostaban al mecenazgo. Pero masificar y comercializar el arte mediante la tecnología, pierde su identidad y ya no podríamos decir que cierta obra es de Rembrandt o de Van Gogh. Una de las dificultades que tiene la economía naranja es que está restringida por los derechos de autor que tanto defienden los países industrializados en sus tratados de libre comercio. El actual boom musical de Colombia es un proceso fruto del talento de unos cuantos y no ha necesitado apoyo oficial, es un negocio marginal cuyo aporte a la economía nacional no sé si lo han medido todavía.

Son olas picos que pasan; así lo vivieron México, España y Argentina en décadas pasadas, pero de allí no quedó nada. Pero según fuentes consultadas, en 2017 el valor de todas las industrias creativas de Colombia ascendieron a siete billones de pesos, equivalentes al 0.73% de nuestro PIB (hoy un punto del PIB vale $9.6 billones); en el mundo ésta economía representa el 0.53% del PIB. Apostarle a una economía de este tipo es bastante incierto porque el talento no se siembra, se da silvestre y no todo el tiempo.

El concepto de economía naranja es novísimo; en 2001, John Howkins, autor de “The Creative Economy, ofreció los primeros elementos teóricos; en 2013, el BID lanzó el libro “La Economía Naranja: una oportunidad infinita”, firmado por Felipe Buitrago e Iván Duque. Desde Adam Smith, pasando por Keynes y los neo-liberales, el capitalismo viene echando manos a muchos subterfugios para salvarse, pero esta última iniciativa es trivial e inocua.

Colombia tiene muchas más posibilidades que los llamados “tigres asiáticos” que construyeron sus economías con el saber, pese a no tener recursos naturales; nosotros tenemos una geografía privilegiada y llena de recursos que, al lado del saber, podría convertirnos en una potencia económica y tecnológica. ¿Cuántos países del mundo quisieran tener lo nuestro para desarrollar un emporio agroindustrial? Hoy, el sector agropecuario nacional, con todas sus deficiencias logísticas y tecnológicas, representa el 6.5% el PIB total, el cuarto más alto, incluso por encima de minería y canteras, y el de mayor empleabilidad por unidad monetaria invertida. El problema fundamental de la humanidad es el hambre y la falta de alimentos; ¿por qué, entonces, entretenernos lanzando bengalas especulativas y efectistas?

Luis Napoleón de Armas P.