También es importante manifestar para este tema, que las poblaciones de los países capitalistas consumen recursos en proporciones exageradas con respecto de los pobladores de las naciones pobres (3) y las campañas de reciclajes o re-uso brillan por su ausencia en cada potencia industrializada, éstas también han generalizado el concepto de ´cambio´ antes que la […]
También es importante manifestar para este tema, que las poblaciones de los países capitalistas consumen recursos en proporciones exageradas con respecto de los pobladores de las naciones pobres (3) y las campañas de reciclajes o re-uso brillan por su ausencia en cada potencia industrializada, éstas también han generalizado el concepto de ´cambio´ antes que la reparación o arreglo de sus utensilios diarios; se ha popularizado en todas las esferas sociales lo ´desechable´ sin medir las proporciones del daño que se está causando al medio ambiente con plásticos, metales, materiales sintético y otros elementos no biodegradables, por lo menos en el corto tiempo.
Para acabar de completar el panorama negativo, las potencias industrializadas ya no alcanzan a cubrir sus necesidades con los recursos existentes en sus territorios y tiene que acudir a explotar los recursos de las naciones en vía de desarrollo o subdesarrollados, creando más desequilibrio, no solo en los aspectos naturales sino también en lo económico y social. A nivel local el contexto no es muy diferente ya que el consumo ha cobijado las esferas de nuestra sociedad desde los estratos altos hasta los bajos, con un patrocinio de quienes dirigen el país con el disfraz de ´fortalecimiento´ de la economía nacional. La mayor cantidad de recursos (renovables y no renovables) las acaparan los grandes centros y poblaciones, haciendo que las poblaciones pequeñas y alejadas en muchos casos solo sean consideradas en los planes, programas y proyectos como proveedores de materia prima, pero sin devolverles absolutamente nada.
El uso racional de los recursos naturales se ha convertido en un escenario de muestras de poder, muy a pesar de los tan enunciados derechos de igualdad y de utilización adecuada de los mismos; así mismo, no se les está dando tiempo a la tierra para recuperarse de la sobre- explotación de que ha sido objeto en 60 años en donde se han talado millones de hectáreas, se han salinizado otro tanto y se avanza hacia la formación de desiertos imparables.
La absorción, procesamiento y descomposición que naturalmente hace nuestro entorno, es más lento que las ansias del hombre por sacarle provecho sin medida al mismo medio, en aras de un beneficio individual y egoísta del cual se ha apoderado el mundo entero.
Industrialmente se desarrollan tecnologías y se hacen avances científicos, pero nunca pensando en el beneficio del colectivo, en cambio sí en provecho del capitalismo que beneficia la acumulación de bienes y capitales (4) de unos pocos; a cambio a la naturaleza no se retribuye en la misma forma en que se le aprovecha y sobre – explota.
*Especializado en gestión ambiental
Por Hernán Maestre Martínez
También es importante manifestar para este tema, que las poblaciones de los países capitalistas consumen recursos en proporciones exageradas con respecto de los pobladores de las naciones pobres (3) y las campañas de reciclajes o re-uso brillan por su ausencia en cada potencia industrializada, éstas también han generalizado el concepto de ´cambio´ antes que la […]
También es importante manifestar para este tema, que las poblaciones de los países capitalistas consumen recursos en proporciones exageradas con respecto de los pobladores de las naciones pobres (3) y las campañas de reciclajes o re-uso brillan por su ausencia en cada potencia industrializada, éstas también han generalizado el concepto de ´cambio´ antes que la reparación o arreglo de sus utensilios diarios; se ha popularizado en todas las esferas sociales lo ´desechable´ sin medir las proporciones del daño que se está causando al medio ambiente con plásticos, metales, materiales sintético y otros elementos no biodegradables, por lo menos en el corto tiempo.
Para acabar de completar el panorama negativo, las potencias industrializadas ya no alcanzan a cubrir sus necesidades con los recursos existentes en sus territorios y tiene que acudir a explotar los recursos de las naciones en vía de desarrollo o subdesarrollados, creando más desequilibrio, no solo en los aspectos naturales sino también en lo económico y social. A nivel local el contexto no es muy diferente ya que el consumo ha cobijado las esferas de nuestra sociedad desde los estratos altos hasta los bajos, con un patrocinio de quienes dirigen el país con el disfraz de ´fortalecimiento´ de la economía nacional. La mayor cantidad de recursos (renovables y no renovables) las acaparan los grandes centros y poblaciones, haciendo que las poblaciones pequeñas y alejadas en muchos casos solo sean consideradas en los planes, programas y proyectos como proveedores de materia prima, pero sin devolverles absolutamente nada.
El uso racional de los recursos naturales se ha convertido en un escenario de muestras de poder, muy a pesar de los tan enunciados derechos de igualdad y de utilización adecuada de los mismos; así mismo, no se les está dando tiempo a la tierra para recuperarse de la sobre- explotación de que ha sido objeto en 60 años en donde se han talado millones de hectáreas, se han salinizado otro tanto y se avanza hacia la formación de desiertos imparables.
La absorción, procesamiento y descomposición que naturalmente hace nuestro entorno, es más lento que las ansias del hombre por sacarle provecho sin medida al mismo medio, en aras de un beneficio individual y egoísta del cual se ha apoderado el mundo entero.
Industrialmente se desarrollan tecnologías y se hacen avances científicos, pero nunca pensando en el beneficio del colectivo, en cambio sí en provecho del capitalismo que beneficia la acumulación de bienes y capitales (4) de unos pocos; a cambio a la naturaleza no se retribuye en la misma forma en que se le aprovecha y sobre – explota.
*Especializado en gestión ambiental
Por Hernán Maestre Martínez