Pocas personas en Colombia saben que existe una Ley del Repentismo, y que esta tiene ya más de diez años de vigencia, pero como tantas otras leyes, se mantiene en el anonimato, y como si esto fuera poco, su concreción y efectos son completamente nulos. El Congreso de la Republica expidió la Ley 1174 de […]
Pocas personas en Colombia saben que existe una Ley del Repentismo, y que esta tiene ya más de diez años de vigencia, pero como tantas otras leyes, se mantiene en el anonimato, y como si esto fuera poco, su concreción y efectos son completamente nulos.
El Congreso de la Republica expidió la Ley 1174 de 2007, con una rimbombante exposición de motivos que reza: “por el cual se declara el repentismo como patrimonio artístico, social y cultural de la Nación”. No se trata sólo de la piqueria, la trova paisa o el contrapunteo llanero, se trata de promover por intermedio del Ministerio de Cultura la investigación, el estudio y la difusión de los diferentes géneros del repentismo, así como el desarrollo de políticas para incentivar y estimular a las personas y entidades que se dediquen a cultivar la improvisación popular.
El legislador le otorgó un plazo de tres meses al Gobierno Nacional para reglamentar la mencionada Ley, y apropiar los recursos para su ejecución, pero hasta el sol de hoy, todavía nada. Entre las preguntas que surgen, tenemos: ¿Cuáles géneros del repentismo se han beneficiado de la Ley? ¿Cuántos y cuáles eventos promotores del repentismo se han implementado en el país después de entrar en vigencia la Ley? ¿Cuántos repentistas de cualquier género se han visto beneficiados con la expedición de esta Ley?
Ignoro si el Festival de la Leyenda Vallenata recibió por parte del Ministerio de Cultura algún apoyo económico para crear en la reciente versión del festival la categoría de Piqueria Infantil, que sin duda es el más grande avance y apoyo al repentismo que se le haya podido brindar en toda la historia. Ese ejemplo ya lo han seguido otros festivales, y es la primera piedra para la renovación de la piqueria como importante modalidad del repentismo en Colombia.
En columnas anteriores he planteado que los repentistas de Colombia en todos los géneros deberían implementar algún tipo de medidas que los acerquen, para que unidos puedan trazar estrategias que los conduzcan a mejorar sus condiciones de vida; no hay derecho que artistas que han entregado toda su vida a un género cultural como este, se enfermen y no tengan algún tipo de seguridad social, y lo que es peor, muchos de ellos llegan a sus últimos años de vida en la absoluta miseria, sin que entidad pública o privada alguna haga algo por compensarle las alegrías que le han brindado a la nación con sus versos durante toda una vida.
COLOFÓN: El repentista, Rey Vallenato de la Piqueria y ganador en tantos festivales en Colombia, José Luis Villero, recientemente tuvo un accidente grave y se recupera gracias a Dios, a los esfuerzos propios y de su familia. Los artistas, al igual que los deportistas en este país son tratados como ciudadanos de segunda. A otros, ni les pagan los premios que obtienen con tanto esfuerzo en los festivales.
Por Jorge Naín Ruiz
Pocas personas en Colombia saben que existe una Ley del Repentismo, y que esta tiene ya más de diez años de vigencia, pero como tantas otras leyes, se mantiene en el anonimato, y como si esto fuera poco, su concreción y efectos son completamente nulos. El Congreso de la Republica expidió la Ley 1174 de […]
Pocas personas en Colombia saben que existe una Ley del Repentismo, y que esta tiene ya más de diez años de vigencia, pero como tantas otras leyes, se mantiene en el anonimato, y como si esto fuera poco, su concreción y efectos son completamente nulos.
El Congreso de la Republica expidió la Ley 1174 de 2007, con una rimbombante exposición de motivos que reza: “por el cual se declara el repentismo como patrimonio artístico, social y cultural de la Nación”. No se trata sólo de la piqueria, la trova paisa o el contrapunteo llanero, se trata de promover por intermedio del Ministerio de Cultura la investigación, el estudio y la difusión de los diferentes géneros del repentismo, así como el desarrollo de políticas para incentivar y estimular a las personas y entidades que se dediquen a cultivar la improvisación popular.
El legislador le otorgó un plazo de tres meses al Gobierno Nacional para reglamentar la mencionada Ley, y apropiar los recursos para su ejecución, pero hasta el sol de hoy, todavía nada. Entre las preguntas que surgen, tenemos: ¿Cuáles géneros del repentismo se han beneficiado de la Ley? ¿Cuántos y cuáles eventos promotores del repentismo se han implementado en el país después de entrar en vigencia la Ley? ¿Cuántos repentistas de cualquier género se han visto beneficiados con la expedición de esta Ley?
Ignoro si el Festival de la Leyenda Vallenata recibió por parte del Ministerio de Cultura algún apoyo económico para crear en la reciente versión del festival la categoría de Piqueria Infantil, que sin duda es el más grande avance y apoyo al repentismo que se le haya podido brindar en toda la historia. Ese ejemplo ya lo han seguido otros festivales, y es la primera piedra para la renovación de la piqueria como importante modalidad del repentismo en Colombia.
En columnas anteriores he planteado que los repentistas de Colombia en todos los géneros deberían implementar algún tipo de medidas que los acerquen, para que unidos puedan trazar estrategias que los conduzcan a mejorar sus condiciones de vida; no hay derecho que artistas que han entregado toda su vida a un género cultural como este, se enfermen y no tengan algún tipo de seguridad social, y lo que es peor, muchos de ellos llegan a sus últimos años de vida en la absoluta miseria, sin que entidad pública o privada alguna haga algo por compensarle las alegrías que le han brindado a la nación con sus versos durante toda una vida.
COLOFÓN: El repentista, Rey Vallenato de la Piqueria y ganador en tantos festivales en Colombia, José Luis Villero, recientemente tuvo un accidente grave y se recupera gracias a Dios, a los esfuerzos propios y de su familia. Los artistas, al igual que los deportistas en este país son tratados como ciudadanos de segunda. A otros, ni les pagan los premios que obtienen con tanto esfuerzo en los festivales.
Por Jorge Naín Ruiz