Los deseos de cambio de Colombia son parecidos a los de San Agustín, quien después de una vida mundana, quería rehacer su vida buscando lo espiritual. Por eso le suplicó a Dios: “Señor, hazme casto pero no todavía”. El símil es patético, Agustín amaba su vida licenciosa, gozaba con ella, y eso tenía una lógica; […]
Los deseos de cambio de Colombia son parecidos a los de San Agustín, quien después de una vida mundana, quería rehacer su vida buscando lo espiritual. Por eso le suplicó a Dios: “Señor, hazme casto pero no todavía”. El símil es patético, Agustín amaba su vida licenciosa, gozaba con ella, y eso tenía una lógica; en cambio, el pueblo colombiano no quiere cambiar y disfruta con sus adversidades no razonables; se dice que quien goza con el sufrimiento es masoquista y esto es algo patológico. Si bien, obtener la mayoría en la consulta, de suyo no significa liberarse de los demonios, sí daba un marco de referencia para la futura actuación del Congreso de la República. Esto es comparable con el acuerdo de paz con las FARC.
Es obvio que los colombianos necesitamos una terapia socio-antropológica que nos conduzca a un plano fáctico desde el cual podamos ver el mundo de una manera diferente. Dicen que las oportunidades son calvas y esta del 26/08/18 era fortuita, quizás única, la dejamos ir, y no precisamente por ser buenos cazadores. La abulia política y la indolencia social nos están matando. Solo doce departamentos lograron el umbral.
Es inaudito que en el caribe y el pacífico colombiano, excepto Valle y Nariño, donde sufren con mayor intensidad los desafectos estatales, donde la corrupción hace estragos y los indicadores socio económicos hacen grima, no hayamos alcanzado el umbral; votamos como paisas, como si perteneciéramos al redil del Ubérrimo. La Guajira, pareja del Chocó en los peores indicadores socio-económicos del país, donde las partidas del PAE caen en manos criminales, obtuvo la peor participación con 12.78% de su potencial electoral; esta es una demostración de indolencia; el Cesar, con 22.61% ocupó el puesto 22. En los consulados casi no se dan cuenta, votó el 10.94%.
El eje cafetero se fracturó, solo Antioquia estuvo por debajo del umbral. Pero, que Antioquia no lo haya alcanzado es explicable, allá existe una paranoia, nada que no abandere Álvaro Uribe les interesa pese a la tragedia de Hidroituango y a los camposantos de sus alrededores.
Gobernadores y alcaldes no hicieron fuerzas para honrar este mandato; Duque dijo hacerlo pero los uribistas de capucha lo impidieron. Aun así, veo el vaso medio lleno, la votación estuvo ajena a todo tipo de incentivos, fue un campanazo de alerta para los depredadores del erario. Una curiosidad de los resultados del Cesar y de Valledupar es que coinciden con la votación de la Colombia Humana en la segunda vuelta, nos la podemos adjudicar, nuestras caudas están vigentes, los objetivos están claros. Colombia debe cambiar su dirigencia, sus métodos y sus propuestas. Hagamos la reingeniería socio-política con nuevas ciudadanías.
Luis Napoleón de Armas P.
Los deseos de cambio de Colombia son parecidos a los de San Agustín, quien después de una vida mundana, quería rehacer su vida buscando lo espiritual. Por eso le suplicó a Dios: “Señor, hazme casto pero no todavía”. El símil es patético, Agustín amaba su vida licenciosa, gozaba con ella, y eso tenía una lógica; […]
Los deseos de cambio de Colombia son parecidos a los de San Agustín, quien después de una vida mundana, quería rehacer su vida buscando lo espiritual. Por eso le suplicó a Dios: “Señor, hazme casto pero no todavía”. El símil es patético, Agustín amaba su vida licenciosa, gozaba con ella, y eso tenía una lógica; en cambio, el pueblo colombiano no quiere cambiar y disfruta con sus adversidades no razonables; se dice que quien goza con el sufrimiento es masoquista y esto es algo patológico. Si bien, obtener la mayoría en la consulta, de suyo no significa liberarse de los demonios, sí daba un marco de referencia para la futura actuación del Congreso de la República. Esto es comparable con el acuerdo de paz con las FARC.
Es obvio que los colombianos necesitamos una terapia socio-antropológica que nos conduzca a un plano fáctico desde el cual podamos ver el mundo de una manera diferente. Dicen que las oportunidades son calvas y esta del 26/08/18 era fortuita, quizás única, la dejamos ir, y no precisamente por ser buenos cazadores. La abulia política y la indolencia social nos están matando. Solo doce departamentos lograron el umbral.
Es inaudito que en el caribe y el pacífico colombiano, excepto Valle y Nariño, donde sufren con mayor intensidad los desafectos estatales, donde la corrupción hace estragos y los indicadores socio económicos hacen grima, no hayamos alcanzado el umbral; votamos como paisas, como si perteneciéramos al redil del Ubérrimo. La Guajira, pareja del Chocó en los peores indicadores socio-económicos del país, donde las partidas del PAE caen en manos criminales, obtuvo la peor participación con 12.78% de su potencial electoral; esta es una demostración de indolencia; el Cesar, con 22.61% ocupó el puesto 22. En los consulados casi no se dan cuenta, votó el 10.94%.
El eje cafetero se fracturó, solo Antioquia estuvo por debajo del umbral. Pero, que Antioquia no lo haya alcanzado es explicable, allá existe una paranoia, nada que no abandere Álvaro Uribe les interesa pese a la tragedia de Hidroituango y a los camposantos de sus alrededores.
Gobernadores y alcaldes no hicieron fuerzas para honrar este mandato; Duque dijo hacerlo pero los uribistas de capucha lo impidieron. Aun así, veo el vaso medio lleno, la votación estuvo ajena a todo tipo de incentivos, fue un campanazo de alerta para los depredadores del erario. Una curiosidad de los resultados del Cesar y de Valledupar es que coinciden con la votación de la Colombia Humana en la segunda vuelta, nos la podemos adjudicar, nuestras caudas están vigentes, los objetivos están claros. Colombia debe cambiar su dirigencia, sus métodos y sus propuestas. Hagamos la reingeniería socio-política con nuevas ciudadanías.
Luis Napoleón de Armas P.