Así lo revela el ‘Estudio general de suelos y zonificación de tierras del departamento’, documento revelado ayer por el director general del Instituto Geográfico Agustín Codazzi
No hay mejor palabra para describir al departamento del Cesar como la diversidad. Por su ubicación geográfica, sus más de 2,2 millones de hectáreas están conformadas por paisajes y climas tan distintos y extremos que pareciera que se tratara de una Colombia a menor escala.
Así lo revela el ‘Estudio general de suelos y zonificación de tierras del departamento’, documento revelado ayer por el director general del Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC), Juan Antonio Nieto Escalante; y el director de la Corporación Autónoma Regional del Cesar, (Corpocesar), Julio Suárez Luna.
Según el estudio, las tajadas para la producción y la conservación están casi parejas: 1.084.573 hectáreas (48 por ciento del área departamental) son aptas para la agricultura, ganadería o desarrollos forestales, mientras que los terrenos que deben tender hacia la protección ambiental corresponden a 1.156.618 hectáreas (51,2 por ciento).
El libro asegura que las montañas hacen presencia en el margen oriental, conformado por las altas pendientes de la Cordillera Oriental y en donde se ubica la Serranía de los Motilones o Perijá. Hacia el norte se impone con fuerza parte de la Sierra Nevada de Santa Marta, uno de los parques naturales del país.
Los humedales y ciénagas están presentes hacia el oeste de este territorio del Caribe, un sector de extensos valles aledaño al río Magdalena conformado por numerosos cuerpos hídricos que hacen parte del complejo cenagoso de la Zapatosa, un gran estanque de biodiversidad de 40 mil hectáreas con más de mil millones de metros cúbicos de agua.
Por su parte, el centro es gobernado por las grandes planicies regadas por las aguas de los ríos Cesar y Ariguaní, utilizadas por sus pobladores para la agricultura y ganadería. En la década de los 60, el departamento fue pionero en algodón, cultivo que después de su declive fue sustituido por palma africana, maíz, arroz, plátano, yuca, sorgo, café, caña, cacao, pimentón, ají, tomate y cebolla.
Los yacimientos de carbón han sido esenciales para su crecimiento en los últimos años. Municipios como La Jagua de Ibirico, Chiriguaná, Becerril, Tamalameque y El Paso cuentan con minas para la explotación carbonífera.
“Debido a esa desmesurada diversidad paisajística y climática, el Cesar tiene un surtido abanico de suelos que permiten que la producción y la conservación ambiental puedan ir de la mano sin impactar los recursos naturales, un panorama que no se presenta en la mayoría de departamentos colombianos”, aseguró Nieto Escalante.
Así lo revela el ‘Estudio general de suelos y zonificación de tierras del departamento’, documento revelado ayer por el director general del Instituto Geográfico Agustín Codazzi
No hay mejor palabra para describir al departamento del Cesar como la diversidad. Por su ubicación geográfica, sus más de 2,2 millones de hectáreas están conformadas por paisajes y climas tan distintos y extremos que pareciera que se tratara de una Colombia a menor escala.
Así lo revela el ‘Estudio general de suelos y zonificación de tierras del departamento’, documento revelado ayer por el director general del Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC), Juan Antonio Nieto Escalante; y el director de la Corporación Autónoma Regional del Cesar, (Corpocesar), Julio Suárez Luna.
Según el estudio, las tajadas para la producción y la conservación están casi parejas: 1.084.573 hectáreas (48 por ciento del área departamental) son aptas para la agricultura, ganadería o desarrollos forestales, mientras que los terrenos que deben tender hacia la protección ambiental corresponden a 1.156.618 hectáreas (51,2 por ciento).
El libro asegura que las montañas hacen presencia en el margen oriental, conformado por las altas pendientes de la Cordillera Oriental y en donde se ubica la Serranía de los Motilones o Perijá. Hacia el norte se impone con fuerza parte de la Sierra Nevada de Santa Marta, uno de los parques naturales del país.
Los humedales y ciénagas están presentes hacia el oeste de este territorio del Caribe, un sector de extensos valles aledaño al río Magdalena conformado por numerosos cuerpos hídricos que hacen parte del complejo cenagoso de la Zapatosa, un gran estanque de biodiversidad de 40 mil hectáreas con más de mil millones de metros cúbicos de agua.
Por su parte, el centro es gobernado por las grandes planicies regadas por las aguas de los ríos Cesar y Ariguaní, utilizadas por sus pobladores para la agricultura y ganadería. En la década de los 60, el departamento fue pionero en algodón, cultivo que después de su declive fue sustituido por palma africana, maíz, arroz, plátano, yuca, sorgo, café, caña, cacao, pimentón, ají, tomate y cebolla.
Los yacimientos de carbón han sido esenciales para su crecimiento en los últimos años. Municipios como La Jagua de Ibirico, Chiriguaná, Becerril, Tamalameque y El Paso cuentan con minas para la explotación carbonífera.
“Debido a esa desmesurada diversidad paisajística y climática, el Cesar tiene un surtido abanico de suelos que permiten que la producción y la conservación ambiental puedan ir de la mano sin impactar los recursos naturales, un panorama que no se presenta en la mayoría de departamentos colombianos”, aseguró Nieto Escalante.