Le debo bastante al Valle, no tengo como pagarle su bondadosa acogida y la ayuda en el desarrollo de mi ciclo vital, aquí conseguí todo, pero también le he hecho favores muchos y hay uno en especial de gran valía por lo que significó en su desarrollo científico en cuanto a la medicina se refiere: […]
Le debo bastante al Valle, no tengo como pagarle su bondadosa acogida y la ayuda en el desarrollo de mi ciclo vital, aquí conseguí todo, pero también le he hecho favores muchos y hay uno en especial de gran valía por lo que significó en su desarrollo científico en cuanto a la medicina se refiere: hace cuarenta años y parece que fue ayer, el recién estrenado médico internista doctor Marcelo Calderón Rodríguez, mi amigo entrañable, me dijo que se iba del Valle, pues no le estaba yendo bien y tenía ofertas tentadoras en otras ciudades, le aconsejé, le dije que todo comienzo era difícil, que lo pensara, pero obstinadamente insistía en su propósito y entonces acudí a mi tío el doctor Alcides Martínez Calderón, quizás el médico más prestigioso que ha llegado a esta tierra y con quien han sido tan desagradecido, pues jamás se le ha rendido un homenaje, con quien el doctor Calderón tenía buenas relaciones y le conté lo que pasaba y me dijo: ¡eso es un exabrupto¡, hay que evitarlo, vamos donde Leonardo, otro científico de la medicina, el doctor Maya y entre los dos te garantizo que lo evitamos y así fue, lo cogieron lo amoquillaron y evitaron que se fuera.
Hoy el Gobierno de Franco Ovalle le hace un reconocido y justo homenaje al doctor Calderón por los aportes científicos y los servicios prestados al departamento, como fundador de la Clínica Valledupar y del moderno Instituto Cardiológico que funciona en esta ciudad para orgullo de todos nosotros y lo exalta como un ejemplo a seguir por su dedicación al ejercicio de tan noble actividad. Más que merecido y no hay nada más que hablar sino desearle al doctor Calderón muchos años de vida y de éxitos profesionales.
“He sido un estudiante durante toda mi vida convencido de que aprender a ser médico es un esfuerzo que conlleva mucho tiempo y precisa de muchas experiencias vitales”. Eso dijo Marcelito, si Marcelito, ya estoy hasta la coronita de tanto doctoreo, pero quiero agregarle, pedirle, implorarle, de rodillas suplicarle que así como estudia la medicina haga un cursito intensivo de dominó para ver si deja de jugar tan mal y además para que se alivie mi espalda, que según nuestro inolvidable maestro y hermano mi compadre El Cuco Medina ya la tengo pelá con esa pesada cruz a cuesta.
También Chelo, si Chelo, nuestro querido Chelo ha sido afortunado en todo, hijos que son brillantes profesionales y exitosos en su trabajo y por último y cuando más lo necesitaba se ganó el Baloto que tiene nombre de mujer: Laura, que le prodiga amor, ternura y especialmente atenciones que la extiende, y ya lleva más de veinte años a los amigos que todos los días vamos a echar una manito y a abrir la nevera para, como hacen Toño y Leo Maya, y el Turco Yalil, Hilario Añez y Berneli López para devorar lo que encuentren. Eso es pesao, ya la mía hubiera tirado la toalla. Pero los mejor es el tinto, como ese no hay otro. Gracias doña Laura.
Por José Aponte Martínez
Le debo bastante al Valle, no tengo como pagarle su bondadosa acogida y la ayuda en el desarrollo de mi ciclo vital, aquí conseguí todo, pero también le he hecho favores muchos y hay uno en especial de gran valía por lo que significó en su desarrollo científico en cuanto a la medicina se refiere: […]
Le debo bastante al Valle, no tengo como pagarle su bondadosa acogida y la ayuda en el desarrollo de mi ciclo vital, aquí conseguí todo, pero también le he hecho favores muchos y hay uno en especial de gran valía por lo que significó en su desarrollo científico en cuanto a la medicina se refiere: hace cuarenta años y parece que fue ayer, el recién estrenado médico internista doctor Marcelo Calderón Rodríguez, mi amigo entrañable, me dijo que se iba del Valle, pues no le estaba yendo bien y tenía ofertas tentadoras en otras ciudades, le aconsejé, le dije que todo comienzo era difícil, que lo pensara, pero obstinadamente insistía en su propósito y entonces acudí a mi tío el doctor Alcides Martínez Calderón, quizás el médico más prestigioso que ha llegado a esta tierra y con quien han sido tan desagradecido, pues jamás se le ha rendido un homenaje, con quien el doctor Calderón tenía buenas relaciones y le conté lo que pasaba y me dijo: ¡eso es un exabrupto¡, hay que evitarlo, vamos donde Leonardo, otro científico de la medicina, el doctor Maya y entre los dos te garantizo que lo evitamos y así fue, lo cogieron lo amoquillaron y evitaron que se fuera.
Hoy el Gobierno de Franco Ovalle le hace un reconocido y justo homenaje al doctor Calderón por los aportes científicos y los servicios prestados al departamento, como fundador de la Clínica Valledupar y del moderno Instituto Cardiológico que funciona en esta ciudad para orgullo de todos nosotros y lo exalta como un ejemplo a seguir por su dedicación al ejercicio de tan noble actividad. Más que merecido y no hay nada más que hablar sino desearle al doctor Calderón muchos años de vida y de éxitos profesionales.
“He sido un estudiante durante toda mi vida convencido de que aprender a ser médico es un esfuerzo que conlleva mucho tiempo y precisa de muchas experiencias vitales”. Eso dijo Marcelito, si Marcelito, ya estoy hasta la coronita de tanto doctoreo, pero quiero agregarle, pedirle, implorarle, de rodillas suplicarle que así como estudia la medicina haga un cursito intensivo de dominó para ver si deja de jugar tan mal y además para que se alivie mi espalda, que según nuestro inolvidable maestro y hermano mi compadre El Cuco Medina ya la tengo pelá con esa pesada cruz a cuesta.
También Chelo, si Chelo, nuestro querido Chelo ha sido afortunado en todo, hijos que son brillantes profesionales y exitosos en su trabajo y por último y cuando más lo necesitaba se ganó el Baloto que tiene nombre de mujer: Laura, que le prodiga amor, ternura y especialmente atenciones que la extiende, y ya lleva más de veinte años a los amigos que todos los días vamos a echar una manito y a abrir la nevera para, como hacen Toño y Leo Maya, y el Turco Yalil, Hilario Añez y Berneli López para devorar lo que encuentren. Eso es pesao, ya la mía hubiera tirado la toalla. Pero los mejor es el tinto, como ese no hay otro. Gracias doña Laura.
Por José Aponte Martínez