Durante el gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla, un 13 de junio de 1954, llegó la televisión a Colombia, en ese momento y a través de esa cajita comenzó un mágico encuentro con sonidos e imágenes, en blanco y negro así fueron sus inicios. Sonó el himno nacional, y desde luego el discurso del “General”. A […]
Durante el gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla, un 13 de junio de 1954, llegó la televisión a Colombia, en ese momento y a través de esa cajita comenzó un mágico encuentro con sonidos e imágenes, en blanco y negro así fueron sus inicios. Sonó el himno nacional, y desde luego el discurso del “General”. A partir de allí, se inicia un periplo en este campo, en 1955 se da la televisión comercial.
Al año siguiente se dan los primeros espacios en arriendo, y desde entonces nadie frenó este proceso. La intrusa televisión, se metió en la vida de todos los colombianos, en las alcobas, en la cocina; en el sentir de todos, lo que fue dado como una gesta de modernidad, de apoyo a la formación masiva, que llegaría a todos los rincones del país, para todos los estratos; se fue convirtiendo en un problema, primero por ser un distractor grave al intelecto del consumidor e inducirlo a generar hábitos de consumo insanos, y establecer parámetros y comportamiento poco social. Tal cual como está hoy el celular en manos de los niños, jóvenes y adultos sin distinción. Un mal social que nació desde la tv, pública en entonces y privada hoy por hoy.
La modernidad de los aparatos de televisión y la manera como llevan la señal a nuestro hábitat de consumo es cruel. Primero nos llevan lo que quieren, novelones, series de narcoterrorismo, y los enlatados que ellos, los señores de la televisión quieren. Nefasto esto para el consumidor final. En pleno siglo XXI el negocio que venía bien, se convirtió en un negoción. Nadie imaginaba, bueno ellos sí, que la televisión se iba a pagar tan puntual como el agua y la luz, hoy nos tienen tan absortos que la televisión debe ser prioridad en el presupuesto de gastos y pagarse antes de comprar la leche y el pan.
Hoy nos vemos abocados a ver una televisión costosa y de mala calidad, nunca ha sido buena, pero al menos antes hasta con unas poncheritas como antenas, la podíamos ver. Los canales privados hacen un despliegue increíble y nos llevan transitando por sus intereses. El mundial solo se puede ver si usted tiene Directv, y eso para estratos 1 y 2 es imposible, los aparatos de gran tecnología hoy son obsoletos si usted no posee la tv por cable. Qué horror.
Mientras tanto, los grandes televisores serán objetos de primera necesidad en las casuchas de barro y de tabla; de mansiones y de palacios, en ninguna parte puede faltar. ¡Increíble!
Sólo Eso.
Durante el gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla, un 13 de junio de 1954, llegó la televisión a Colombia, en ese momento y a través de esa cajita comenzó un mágico encuentro con sonidos e imágenes, en blanco y negro así fueron sus inicios. Sonó el himno nacional, y desde luego el discurso del “General”. A […]
Durante el gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla, un 13 de junio de 1954, llegó la televisión a Colombia, en ese momento y a través de esa cajita comenzó un mágico encuentro con sonidos e imágenes, en blanco y negro así fueron sus inicios. Sonó el himno nacional, y desde luego el discurso del “General”. A partir de allí, se inicia un periplo en este campo, en 1955 se da la televisión comercial.
Al año siguiente se dan los primeros espacios en arriendo, y desde entonces nadie frenó este proceso. La intrusa televisión, se metió en la vida de todos los colombianos, en las alcobas, en la cocina; en el sentir de todos, lo que fue dado como una gesta de modernidad, de apoyo a la formación masiva, que llegaría a todos los rincones del país, para todos los estratos; se fue convirtiendo en un problema, primero por ser un distractor grave al intelecto del consumidor e inducirlo a generar hábitos de consumo insanos, y establecer parámetros y comportamiento poco social. Tal cual como está hoy el celular en manos de los niños, jóvenes y adultos sin distinción. Un mal social que nació desde la tv, pública en entonces y privada hoy por hoy.
La modernidad de los aparatos de televisión y la manera como llevan la señal a nuestro hábitat de consumo es cruel. Primero nos llevan lo que quieren, novelones, series de narcoterrorismo, y los enlatados que ellos, los señores de la televisión quieren. Nefasto esto para el consumidor final. En pleno siglo XXI el negocio que venía bien, se convirtió en un negoción. Nadie imaginaba, bueno ellos sí, que la televisión se iba a pagar tan puntual como el agua y la luz, hoy nos tienen tan absortos que la televisión debe ser prioridad en el presupuesto de gastos y pagarse antes de comprar la leche y el pan.
Hoy nos vemos abocados a ver una televisión costosa y de mala calidad, nunca ha sido buena, pero al menos antes hasta con unas poncheritas como antenas, la podíamos ver. Los canales privados hacen un despliegue increíble y nos llevan transitando por sus intereses. El mundial solo se puede ver si usted tiene Directv, y eso para estratos 1 y 2 es imposible, los aparatos de gran tecnología hoy son obsoletos si usted no posee la tv por cable. Qué horror.
Mientras tanto, los grandes televisores serán objetos de primera necesidad en las casuchas de barro y de tabla; de mansiones y de palacios, en ninguna parte puede faltar. ¡Increíble!
Sólo Eso.