Con bombos y platillos el Presidente Juan Manuel Santos anunció que Colombia fue admitida como miembro de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), y cuya misión es la de promover políticas que mejoren el bienestar económico y social de las personas alrededor del mundo. Dicho en palabras del propio Santos: “Entrar […]
Con bombos y platillos el Presidente Juan Manuel Santos anunció que Colombia fue admitida como miembro de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), y cuya misión es la de promover políticas que mejoren el bienestar económico y social de las personas alrededor del mundo. Dicho en palabras del propio Santos: “Entrar a esta organización es un paso importantísimo en el empeño por modernizar a nuestro país, por pertenecer a las grandes ligas”. No obstante, llama poderosamente la atención que los países miembros que hacen parte de esta organización, en su gran mayoría son países llamados del primer mundo, es el ejemplo de Alemania, Dinamarca, Reino Unido, Bélgica, EE UU, Canadá, Nueva Zelanda, Australia, países altamente industrializados, que contrastan con Chile (país que está cerca de salir del subdesarrollo), y ahora Colombia, país recién admitido. Parecería que estamos como cucaracha en baile de gallina.
Ahora bien, que haya cooperación en temas de evasión fiscal, ambientales, laborales y migratorios, entre otros, parece formidable. Pero cabría preguntarse: ¿Qué tipo de cooperación podremos obtener de la OCDE? La respuesta es simple, la OCDE se limita a hacer recomendaciones de expertos, frente a una problemática en particular. Eso sin duda, suena muy bien, sin embargo son muchos los que consideran que éstas recomendaciones, con frecuencia, pasan por encima, no se sabe si intencionalmente, de las normas laborales internacionales de la OIT (Organización Internacional del Trabajo), desconociendo olímpicamente los Tratados Internacionales suscritos por Colombia como estado parte. Siendo así, la asesoría que nos pueda brindar este organismo resultará de poca utilidad.
De otro parte, voces autorizadas critican a la OCDE por su visión estrecha, pues es incapaz de advertir la relación que existe entre la política agraria y el conflicto armado. Todo ese discurso del Presidente Santos, de que solo comparándonos con los mejores, podemos mejorar, se desvanece ante la cruda realidad de este organismo, del cual también se dice, que alienta políticas para el resto del mundo que no se cumplen al interior de la OCDE.
Pero hay más, en estos momentos la OCDE acusa serios problemas de imagen, por su falta de protagonismo en el contexto internacional, que lo llevaron a flexibilizar sus exigentes estatutos, con la finalidad de permitir el acceso de nuevos países, no de otra forma se explica la admisión de Colombia, en este organismo.
Pregunto entonces: ¿Habrá motivos para festejar con alborozo, el ingreso de Colombia a la OCDE?
Con bombos y platillos el Presidente Juan Manuel Santos anunció que Colombia fue admitida como miembro de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), y cuya misión es la de promover políticas que mejoren el bienestar económico y social de las personas alrededor del mundo. Dicho en palabras del propio Santos: “Entrar […]
Con bombos y platillos el Presidente Juan Manuel Santos anunció que Colombia fue admitida como miembro de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), y cuya misión es la de promover políticas que mejoren el bienestar económico y social de las personas alrededor del mundo. Dicho en palabras del propio Santos: “Entrar a esta organización es un paso importantísimo en el empeño por modernizar a nuestro país, por pertenecer a las grandes ligas”. No obstante, llama poderosamente la atención que los países miembros que hacen parte de esta organización, en su gran mayoría son países llamados del primer mundo, es el ejemplo de Alemania, Dinamarca, Reino Unido, Bélgica, EE UU, Canadá, Nueva Zelanda, Australia, países altamente industrializados, que contrastan con Chile (país que está cerca de salir del subdesarrollo), y ahora Colombia, país recién admitido. Parecería que estamos como cucaracha en baile de gallina.
Ahora bien, que haya cooperación en temas de evasión fiscal, ambientales, laborales y migratorios, entre otros, parece formidable. Pero cabría preguntarse: ¿Qué tipo de cooperación podremos obtener de la OCDE? La respuesta es simple, la OCDE se limita a hacer recomendaciones de expertos, frente a una problemática en particular. Eso sin duda, suena muy bien, sin embargo son muchos los que consideran que éstas recomendaciones, con frecuencia, pasan por encima, no se sabe si intencionalmente, de las normas laborales internacionales de la OIT (Organización Internacional del Trabajo), desconociendo olímpicamente los Tratados Internacionales suscritos por Colombia como estado parte. Siendo así, la asesoría que nos pueda brindar este organismo resultará de poca utilidad.
De otro parte, voces autorizadas critican a la OCDE por su visión estrecha, pues es incapaz de advertir la relación que existe entre la política agraria y el conflicto armado. Todo ese discurso del Presidente Santos, de que solo comparándonos con los mejores, podemos mejorar, se desvanece ante la cruda realidad de este organismo, del cual también se dice, que alienta políticas para el resto del mundo que no se cumplen al interior de la OCDE.
Pero hay más, en estos momentos la OCDE acusa serios problemas de imagen, por su falta de protagonismo en el contexto internacional, que lo llevaron a flexibilizar sus exigentes estatutos, con la finalidad de permitir el acceso de nuevos países, no de otra forma se explica la admisión de Colombia, en este organismo.
Pregunto entonces: ¿Habrá motivos para festejar con alborozo, el ingreso de Colombia a la OCDE?