Ya son 15 los municipios que integran el más exitoso resultado del Programa de Desarrollo y Paz del Cesar: la Red de Pobladores es una fuerza popular, organizada y productiva que crece.
Un pueblo educado y organizado es la pesadilla de los poderosos, dice un refrán popular que pasa de la letra a los hechos cuando, en lugares como el departamento del Cesar, unos campesinos víctimas del desplazamiento y la violencia sientan en una misma mesa a una empresa privada de millones de dólares y al Estado con todo su capital, para que los escuchen.
Pero para esto se necesitan maestros que enseñen a la comunidad a “leer el territorio” y comprender la dimensión de sus capacidades intelectuales y riquezas naturales. En el departamento por supuesto hay mucho de lo anterior y ahí es donde entran organizaciones que propenden por la educación, el fomento de las condiciones organizativas como la Corporación de Desarrollo y Paz del Cesar que por estos días completa 10 años dinamizando el Programa de Desarrollo y Paz del Cesar.
Con el apoyo de empresas, la academia y la Diócesis de Valledupar, el PDP Cesar cumple una década; más que apagar conflictos entre comunidades y empresas, pueblos y gobiernos, su tarea ha sido la de brindar herramientas de conocimiento para ciudadanos que tienen la inquietud del desarrollo pero no tenían clara la ruta. En ausencia de los conocimientos para la defensa de derechos, a muchos ciudadanos no les queda más que acudir a la violencia y las vías de hecho, cosa demasiado frecuente aun.
Pero cómo llegó al Cesar el PDP. Amaury Padilla, director actual de la corporación que le da vida al programa en el Cesar, lo explica: “Fue realmente la sociedad civil. Fueron personas, campesinos, mujeres, víctimas, indígenas, quienes dijeron: ‘oiga, nosotros conocemos una experiencia interesante en el Magdalena Medio’, dirigida en ese momento por el padre Francisco de Roux, quien hoy está al frente de la Comisión de la Verdad. Ellos decían que los problemas no solo estaban en el sur del Cesar, en el centro y en el norte también hay problemas y quién los atiende. La presión realmente la ejerció la ciudadanía…”.
Para que se comprenda la dimensión del asunto, en el Cesar como en otros lugares del país y fuera de él, no solo la violencia le cercenó a la comunidad la posibilidad de desarrollarse económica y socialmente; antes, durante y después de la guerra, la desventaja intelectual ha frenado la locomotora del progreso comunitario y abre camino a los grandes capitales para que, sin resistencia alguna, incrementen su tamaño sin devolver nada a la tierra de donde lo extrajeron. De allí uno de los orígenes de la ridícula desigualdad actual.
En el Cesar la historia se ha venido labrando de manera distinta, aunque con resultados que podrían ser sustancialmente mayores. Sin embargo, para los más de 20 profesionales que hacen parte del PDP Cesar, la tarea va dando frutos y ya hay ejemplos exitosos de cómo las grandes empresas se concientizan de lo fundamental de las organizaciones populares.
“Sin duda alguna, el caso de La Victoria de San Isidro, es una apuesta que valoran positivamente muchas entidades en plano nacional e internacional. Me acaban de pasar un video de la Asamblea Mundial de Accionistas de Glencore, en donde muestran el caso de La Victoria como ejemplo exitoso de desarrollo local; hay conflictos de comunidades enfrentadas con empresas, alcaldías sin saber qué pueden hacer allí y cómo, a través de un ejercicio organizativo, logramos que las comunidades se sienten a construir su apuesta y hoy entre a negociar su plan estratégico para definir hacia dónde quieren ir. La Victoria San Isidro es ese modelo, en un hito, una comunidad que ha sufrido tanto los rigores de la violencia de la guerrilla, paramilitares y Fuerza Pública en su momento…”, agregó el director Padilla.
El grupo Prodeco, que dirige en Colombia Marck McManus, resaltó en la asamblea internacional el ejemplo de La Victoria San Isidro, un pueblo de La Jagua de Ibirico que tiene Plan Estratégico Local y sabe para dónde va. Esta comunidad hace más eco en donde se exprese, que una turba en la carretera y a eso le teme el poder, según la mirada objetiva del PDP Cesar.
“Por ellos, los pobladores, es que existen realmente el programa; nosotros sustentamos con proyectos pero no van a ser posibles si no hay gente en las comunidades que los desarrollen, que los comprendan, que den resultados”, enfatizó Amaury Padilla.
Balmiro García Anaya, representante de Promotores de Convivencia Pacífica en el Copey, Yomaira Barraza, líder de Hogares Comunitarios de Astrea y Davinson Troconiz, de la Asociación de Productores Agroindustriales, son algunos de los miembros de una red que gestó el PDP Cesar. Son todos civiles, pertenecientes a comunidades humildes, líderes de pequeñas y medianas empresas, víctimas del conflicto y ya no son ruedas sueltas, cada uno por su lado. Son parte de la Red de Pobladores, una organización que tiene en promedio 10 miembros por cada municipio, que a su vez representan a 10 familias e igual número de proyectos productivos y el número crece. El lenguaje técnico y político para ellos era desconocido, pero con la asesoría de abogados, sociólogos, ingenieros ambientales, administradores de empresa, comunicadores del PDP Cesar, ahora son una red que el poder público respeta.
“Para nosotros la red es un conjunto de organizaciones sociales de bases, amigos, líderes y lideresas que han sido formados a través de diplomados. Una experiencia exitosa es el comité inter-institucional que hoy tenemos como Mesa Técnica: por primera vez en la historia sentamos a la Gobernación del Cesar con toda su apuesta, Corpocesar, las empresas mineras, con el objetivo de ponernos de acuerdo en mitigar el impacto ambiental que provocan estas empresas, ponernos de acuerdo en qué van a invertir los recursos y generen el impacto deseado en el territorio”, afirmó Davinson Troconiz, director ejecutivo de la Red de Pobladores.
Están empoderados, tienen las bases académicas, los rodea el aparato dinamizador del PDP Cesar y son numerosos. Para el programa allí radica la verdadera fuerza popular. De ahí que los gobernantes de turno los incluyan en las decisiones, pero reconocen que todavía faltan fortalezas al propósito y en eso siguen trabajando.
Pero el PDP Cesar no es un libro de historias fáciles y exitosas todas. La corporación ha tenido que atravesarse en conflictos en donde un lado cree que son quienes les pavimentan el camino social a las empresas privadas y al Estado, y estos a su vez, creen que son promotores huelguistas, tramadores de sindicatos, que le voltearán la torta a las multinacionales si no ceden ante las peticiones de la gente.
“Hay organizaciones de derechos humanos que creen que le estamos lavando la cara a las empresas y hay gente al interior de las empresas que cree que le vamos a organizar un sindicato en la gente”, puntualiza Amaury Padilla y agrega: “No somos operadores de las empresas. No somos entidades consultoras. Nosotros estamos en el territorio y la única manera de nosotros tener legitimidad es por los pobladores; si esta gente nos da la entrada y cree en nosotros, llegamos a dialogar con las empresas desde la lógica que somos un actor territorial”.
Padilla concluye que, gracias a la transparencia de los procesos que lideran, hoy son parte de procesos de gran nivel, que son financiados por las entidades que hacen parte de la junta directiva y por organizaciones no gubernamentales que aportan capital para el desarrollo de emprendimientos.
La Red de Pobladores ha logrado las herramientas para ser un órgano determinador en las decisiones que afectan a las poblaciones que la integran. Las comunidades beneficiadas esperan que la red crezca y no ocurra como con organizaciones del pasado: que se vendan.
Ya son 15 los municipios que integran el más exitoso resultado del Programa de Desarrollo y Paz del Cesar: la Red de Pobladores es una fuerza popular, organizada y productiva que crece.
Un pueblo educado y organizado es la pesadilla de los poderosos, dice un refrán popular que pasa de la letra a los hechos cuando, en lugares como el departamento del Cesar, unos campesinos víctimas del desplazamiento y la violencia sientan en una misma mesa a una empresa privada de millones de dólares y al Estado con todo su capital, para que los escuchen.
Pero para esto se necesitan maestros que enseñen a la comunidad a “leer el territorio” y comprender la dimensión de sus capacidades intelectuales y riquezas naturales. En el departamento por supuesto hay mucho de lo anterior y ahí es donde entran organizaciones que propenden por la educación, el fomento de las condiciones organizativas como la Corporación de Desarrollo y Paz del Cesar que por estos días completa 10 años dinamizando el Programa de Desarrollo y Paz del Cesar.
Con el apoyo de empresas, la academia y la Diócesis de Valledupar, el PDP Cesar cumple una década; más que apagar conflictos entre comunidades y empresas, pueblos y gobiernos, su tarea ha sido la de brindar herramientas de conocimiento para ciudadanos que tienen la inquietud del desarrollo pero no tenían clara la ruta. En ausencia de los conocimientos para la defensa de derechos, a muchos ciudadanos no les queda más que acudir a la violencia y las vías de hecho, cosa demasiado frecuente aun.
Pero cómo llegó al Cesar el PDP. Amaury Padilla, director actual de la corporación que le da vida al programa en el Cesar, lo explica: “Fue realmente la sociedad civil. Fueron personas, campesinos, mujeres, víctimas, indígenas, quienes dijeron: ‘oiga, nosotros conocemos una experiencia interesante en el Magdalena Medio’, dirigida en ese momento por el padre Francisco de Roux, quien hoy está al frente de la Comisión de la Verdad. Ellos decían que los problemas no solo estaban en el sur del Cesar, en el centro y en el norte también hay problemas y quién los atiende. La presión realmente la ejerció la ciudadanía…”.
Para que se comprenda la dimensión del asunto, en el Cesar como en otros lugares del país y fuera de él, no solo la violencia le cercenó a la comunidad la posibilidad de desarrollarse económica y socialmente; antes, durante y después de la guerra, la desventaja intelectual ha frenado la locomotora del progreso comunitario y abre camino a los grandes capitales para que, sin resistencia alguna, incrementen su tamaño sin devolver nada a la tierra de donde lo extrajeron. De allí uno de los orígenes de la ridícula desigualdad actual.
En el Cesar la historia se ha venido labrando de manera distinta, aunque con resultados que podrían ser sustancialmente mayores. Sin embargo, para los más de 20 profesionales que hacen parte del PDP Cesar, la tarea va dando frutos y ya hay ejemplos exitosos de cómo las grandes empresas se concientizan de lo fundamental de las organizaciones populares.
“Sin duda alguna, el caso de La Victoria de San Isidro, es una apuesta que valoran positivamente muchas entidades en plano nacional e internacional. Me acaban de pasar un video de la Asamblea Mundial de Accionistas de Glencore, en donde muestran el caso de La Victoria como ejemplo exitoso de desarrollo local; hay conflictos de comunidades enfrentadas con empresas, alcaldías sin saber qué pueden hacer allí y cómo, a través de un ejercicio organizativo, logramos que las comunidades se sienten a construir su apuesta y hoy entre a negociar su plan estratégico para definir hacia dónde quieren ir. La Victoria San Isidro es ese modelo, en un hito, una comunidad que ha sufrido tanto los rigores de la violencia de la guerrilla, paramilitares y Fuerza Pública en su momento…”, agregó el director Padilla.
El grupo Prodeco, que dirige en Colombia Marck McManus, resaltó en la asamblea internacional el ejemplo de La Victoria San Isidro, un pueblo de La Jagua de Ibirico que tiene Plan Estratégico Local y sabe para dónde va. Esta comunidad hace más eco en donde se exprese, que una turba en la carretera y a eso le teme el poder, según la mirada objetiva del PDP Cesar.
“Por ellos, los pobladores, es que existen realmente el programa; nosotros sustentamos con proyectos pero no van a ser posibles si no hay gente en las comunidades que los desarrollen, que los comprendan, que den resultados”, enfatizó Amaury Padilla.
Balmiro García Anaya, representante de Promotores de Convivencia Pacífica en el Copey, Yomaira Barraza, líder de Hogares Comunitarios de Astrea y Davinson Troconiz, de la Asociación de Productores Agroindustriales, son algunos de los miembros de una red que gestó el PDP Cesar. Son todos civiles, pertenecientes a comunidades humildes, líderes de pequeñas y medianas empresas, víctimas del conflicto y ya no son ruedas sueltas, cada uno por su lado. Son parte de la Red de Pobladores, una organización que tiene en promedio 10 miembros por cada municipio, que a su vez representan a 10 familias e igual número de proyectos productivos y el número crece. El lenguaje técnico y político para ellos era desconocido, pero con la asesoría de abogados, sociólogos, ingenieros ambientales, administradores de empresa, comunicadores del PDP Cesar, ahora son una red que el poder público respeta.
“Para nosotros la red es un conjunto de organizaciones sociales de bases, amigos, líderes y lideresas que han sido formados a través de diplomados. Una experiencia exitosa es el comité inter-institucional que hoy tenemos como Mesa Técnica: por primera vez en la historia sentamos a la Gobernación del Cesar con toda su apuesta, Corpocesar, las empresas mineras, con el objetivo de ponernos de acuerdo en mitigar el impacto ambiental que provocan estas empresas, ponernos de acuerdo en qué van a invertir los recursos y generen el impacto deseado en el territorio”, afirmó Davinson Troconiz, director ejecutivo de la Red de Pobladores.
Están empoderados, tienen las bases académicas, los rodea el aparato dinamizador del PDP Cesar y son numerosos. Para el programa allí radica la verdadera fuerza popular. De ahí que los gobernantes de turno los incluyan en las decisiones, pero reconocen que todavía faltan fortalezas al propósito y en eso siguen trabajando.
Pero el PDP Cesar no es un libro de historias fáciles y exitosas todas. La corporación ha tenido que atravesarse en conflictos en donde un lado cree que son quienes les pavimentan el camino social a las empresas privadas y al Estado, y estos a su vez, creen que son promotores huelguistas, tramadores de sindicatos, que le voltearán la torta a las multinacionales si no ceden ante las peticiones de la gente.
“Hay organizaciones de derechos humanos que creen que le estamos lavando la cara a las empresas y hay gente al interior de las empresas que cree que le vamos a organizar un sindicato en la gente”, puntualiza Amaury Padilla y agrega: “No somos operadores de las empresas. No somos entidades consultoras. Nosotros estamos en el territorio y la única manera de nosotros tener legitimidad es por los pobladores; si esta gente nos da la entrada y cree en nosotros, llegamos a dialogar con las empresas desde la lógica que somos un actor territorial”.
Padilla concluye que, gracias a la transparencia de los procesos que lideran, hoy son parte de procesos de gran nivel, que son financiados por las entidades que hacen parte de la junta directiva y por organizaciones no gubernamentales que aportan capital para el desarrollo de emprendimientos.
La Red de Pobladores ha logrado las herramientas para ser un órgano determinador en las decisiones que afectan a las poblaciones que la integran. Las comunidades beneficiadas esperan que la red crezca y no ocurra como con organizaciones del pasado: que se vendan.