En el 2015, La fotografía del cadáver de un niño al que las olas depositaron en las costas turcas se convirtió en símbolo del drama migratorio. La imagen generó conmoción mundial, especialmente en Europa, enfrentada a una creciente presión para gestionar la llegada de miles de migrantes. Los medios turcos reportaron que el niño se […]
En el 2015, La fotografía del cadáver de un niño al que las olas depositaron en las costas turcas se convirtió en símbolo del drama migratorio. La imagen generó conmoción mundial, especialmente en Europa, enfrentada a una creciente presión para gestionar la llegada de miles de migrantes. Los medios turcos reportaron que el niño se llamaba Aylan Kurdi y tenía 3 años, su nacionalidad: siria. Su muerte se produjo por el naufragio de dos barcos que habían salido de la localidad turca de Bodrum con destino a la isla griega de Kos, puerta de entrada de la Unión Europea. Dicha impactante imagen, se viralizó con el hashtag #Lahumanidadquenaufraga.
Guardando las proporciones, pero también en una triste situación que demuestra, hasta donde ha llegado nuestra deshumanización, esta semana con lo ocurrido en un restaurante de la ciudad de Medellín, sentí que la humanidad realmente está naufragando. En el sector del Poblado y en un explicito acto de discriminación le prohibieron a un humilde señor llamado José, tomar los alimentos que unos clientes amablemente le habían brindado, José López es un campesino y musico callejero, que lleva 30 años ejerciendo honradamente su arte en las calles de Medellín, con el cual se gana el pan para él y su familia, la noticia montada en las redes sociales por una de las indignadas comensales que invitó a Don José a almorzar, se volvió viral, y ahora a Don José le han llovido invitaciones a almorzar y ayudas, unas con muy buena intención y otras en donde se nota el amplio deseo de figurar y publicitar sus negocios, además que todo el mundo ha mostrado su total rechazo, pero la historia no termina aquí; el restaurante tuvo que cerrar temporalmente por amenazas, lo cual tampoco es la solución, ni está para nada bien, dado que muchas familias derivan su sustento de su trabajo allí y todo indica que ni la dueña del local, ni el resto de empleados tuvieran nada que ver en la decisión de la cajera, y que la mesera solo siguió directrices de la cajera y administradora del local.
Aunque el señor José, quien en su guitarra tiene una imagen de Cristo, y precisamente ese día entre su repertorio interpretó el tema “El Cristo en la Pared” ese día que paradójicamente portaba una mochila con la leyenda “Colombia te quiero” y en una actitud sumisa, humilde e impasible como si realmente mereciera el trato recibido, se mantuvo callado mientras los demás reclamaban por su derechos y un día después en un acto ejemplarizante y de suma nobleza, más bien pidió que por favor no le echen más leña al fuego y ha defendido a la dueña del restaurante incluso haciendo la salvedad de que la señora es un gran persona y más bien lo ha ayudado, Aunque hay que sentar precedentes y hacer valer nuestros derechos, también debemos estar en contra de cualquier de cualquier tipo de violencia, tal cual como Cristo nos enseña, esta situación la veo como una enseñanza, y debemos dejara atrás el rencor contra los causantes del agravio, sobre todo cuando el principal afectado fue el primero en perdonarlos.
Debemos replantear nuestra posición ante el prójimo y comenzar a encaminar a los jóvenes hacia el bien, porque hay una inversión de valores grandísima, hoy día es normal escuchar música que explicita y libremente incita a la violencia, negocios ilícitos y al sexo. Pero dejemos que sea DIOS quien nos juzgue.
En el 2015, La fotografía del cadáver de un niño al que las olas depositaron en las costas turcas se convirtió en símbolo del drama migratorio. La imagen generó conmoción mundial, especialmente en Europa, enfrentada a una creciente presión para gestionar la llegada de miles de migrantes. Los medios turcos reportaron que el niño se […]
En el 2015, La fotografía del cadáver de un niño al que las olas depositaron en las costas turcas se convirtió en símbolo del drama migratorio. La imagen generó conmoción mundial, especialmente en Europa, enfrentada a una creciente presión para gestionar la llegada de miles de migrantes. Los medios turcos reportaron que el niño se llamaba Aylan Kurdi y tenía 3 años, su nacionalidad: siria. Su muerte se produjo por el naufragio de dos barcos que habían salido de la localidad turca de Bodrum con destino a la isla griega de Kos, puerta de entrada de la Unión Europea. Dicha impactante imagen, se viralizó con el hashtag #Lahumanidadquenaufraga.
Guardando las proporciones, pero también en una triste situación que demuestra, hasta donde ha llegado nuestra deshumanización, esta semana con lo ocurrido en un restaurante de la ciudad de Medellín, sentí que la humanidad realmente está naufragando. En el sector del Poblado y en un explicito acto de discriminación le prohibieron a un humilde señor llamado José, tomar los alimentos que unos clientes amablemente le habían brindado, José López es un campesino y musico callejero, que lleva 30 años ejerciendo honradamente su arte en las calles de Medellín, con el cual se gana el pan para él y su familia, la noticia montada en las redes sociales por una de las indignadas comensales que invitó a Don José a almorzar, se volvió viral, y ahora a Don José le han llovido invitaciones a almorzar y ayudas, unas con muy buena intención y otras en donde se nota el amplio deseo de figurar y publicitar sus negocios, además que todo el mundo ha mostrado su total rechazo, pero la historia no termina aquí; el restaurante tuvo que cerrar temporalmente por amenazas, lo cual tampoco es la solución, ni está para nada bien, dado que muchas familias derivan su sustento de su trabajo allí y todo indica que ni la dueña del local, ni el resto de empleados tuvieran nada que ver en la decisión de la cajera, y que la mesera solo siguió directrices de la cajera y administradora del local.
Aunque el señor José, quien en su guitarra tiene una imagen de Cristo, y precisamente ese día entre su repertorio interpretó el tema “El Cristo en la Pared” ese día que paradójicamente portaba una mochila con la leyenda “Colombia te quiero” y en una actitud sumisa, humilde e impasible como si realmente mereciera el trato recibido, se mantuvo callado mientras los demás reclamaban por su derechos y un día después en un acto ejemplarizante y de suma nobleza, más bien pidió que por favor no le echen más leña al fuego y ha defendido a la dueña del restaurante incluso haciendo la salvedad de que la señora es un gran persona y más bien lo ha ayudado, Aunque hay que sentar precedentes y hacer valer nuestros derechos, también debemos estar en contra de cualquier de cualquier tipo de violencia, tal cual como Cristo nos enseña, esta situación la veo como una enseñanza, y debemos dejara atrás el rencor contra los causantes del agravio, sobre todo cuando el principal afectado fue el primero en perdonarlos.
Debemos replantear nuestra posición ante el prójimo y comenzar a encaminar a los jóvenes hacia el bien, porque hay una inversión de valores grandísima, hoy día es normal escuchar música que explicita y libremente incita a la violencia, negocios ilícitos y al sexo. Pero dejemos que sea DIOS quien nos juzgue.