En columnas precedentes hemos mencionado a los filósofos Kierkegaard, Heidegger, como iniciadores del movimiento denominado existencialismo. El del primero es de inspiración cristiana en tanto que el de Heidegger y el de Sartre se nutre de ateísmo, lo que los diferencia en sustancia y consecuencias. Este carece de la virtud judeo-cristiana de la esperanza. Sartre […]
En columnas precedentes hemos mencionado a los filósofos Kierkegaard, Heidegger, como iniciadores del movimiento denominado existencialismo. El del primero es de inspiración cristiana en tanto que el de Heidegger y el de Sartre se nutre de ateísmo, lo que los diferencia en sustancia y consecuencias. Este carece de la virtud judeo-cristiana de la esperanza.
Sartre nace en Paris, en 1905 y allí muere, en 1980. Vive personalmente con interés los principales acontecimientos sociales dramáticos del siglo XX, que sin duda constituyen para él un caldo de cultivo en su formulación de la condición existencial humana.
Había recibido influencia de Husserl, Kant, Hegel, Heidegger. Poseedor de una esmerada cultura, fue escritor multifacético. En la novelística, produjo varios libros: ‘La Náusea’, ‘La Edad de la Razón’, ‘La Suerte está Echada’ (este es también el nombre de una canción de Diomedes Díaz. De este modo se dan la mano Diomedes y Sartre). Obras teatrales: ‘La Mosca’, ‘Muertos sin Sepultura’, ‘Las Manos Sucias’, ‘Los Secuestradores de Altona’. Filosóficas, su principal obra: ‘El Ser y la Nada’, ‘El Existencialismo es un Humanismo’, ‘Crítica de la Razón Dialéctica’.
En ellos analiza temas como: el sentido de la vida, la condición humana, la libertad y la responsabilidad individual, El yo y el otro, la existencia y la esencia.
Afirma que todos esos aspectos producen en el hombre angustia existencial. Que todo acto humano individual compromete la responsabilidad de toda la humanidad. Que el hombre es libre pero responsable ante sí y los demás. Que esa libertad lo enfrenta a la de los otros hombres, cuya confrontación le provoca miedo y angustia. Afirma categóricamente: un hombre es lo que hace, con lo que hicieron de él. Porque, primero es la existencia y después la esencia.
Sartre es un continuador de Heidegger en cuanto a la preocupación de éste por el Ser, por la revalorización de la ontología, y también por el ser-hombre.
En su obra cumbre, ‘El Ser y la Nada’, Sartre distingue entre el ser en sí y el ser para sí. El ser en sí es siempre lo mismo, cualquier objeto, cuya naturaleza no se modifica; en cambio, el ser para sí es el hombre sometido al cambio, siempre proyectándose hacia el futuro, construyéndose, reconstruyéndose, según sus circunstancias. Por eso dice: el hombre en presente es nada, es absolutamente nada, es la conciencia del hombre la que lo proyecta hacia el futuro, con sus actos, con sus elecciones.
Sartre tuvo una personalidad rebelde. Como anecdótico recordemos lo siguiente: en 1964 fue nominado para el premio nobel de literatura, el cual rechazó argumentando que la cultura no debía ser mediatizada por las instituciones.
Nota: Si visitas Pueblo Bello cuídate y cuida a los demás, pues la buena carretera provoca andar rápido.
En columnas precedentes hemos mencionado a los filósofos Kierkegaard, Heidegger, como iniciadores del movimiento denominado existencialismo. El del primero es de inspiración cristiana en tanto que el de Heidegger y el de Sartre se nutre de ateísmo, lo que los diferencia en sustancia y consecuencias. Este carece de la virtud judeo-cristiana de la esperanza. Sartre […]
En columnas precedentes hemos mencionado a los filósofos Kierkegaard, Heidegger, como iniciadores del movimiento denominado existencialismo. El del primero es de inspiración cristiana en tanto que el de Heidegger y el de Sartre se nutre de ateísmo, lo que los diferencia en sustancia y consecuencias. Este carece de la virtud judeo-cristiana de la esperanza.
Sartre nace en Paris, en 1905 y allí muere, en 1980. Vive personalmente con interés los principales acontecimientos sociales dramáticos del siglo XX, que sin duda constituyen para él un caldo de cultivo en su formulación de la condición existencial humana.
Había recibido influencia de Husserl, Kant, Hegel, Heidegger. Poseedor de una esmerada cultura, fue escritor multifacético. En la novelística, produjo varios libros: ‘La Náusea’, ‘La Edad de la Razón’, ‘La Suerte está Echada’ (este es también el nombre de una canción de Diomedes Díaz. De este modo se dan la mano Diomedes y Sartre). Obras teatrales: ‘La Mosca’, ‘Muertos sin Sepultura’, ‘Las Manos Sucias’, ‘Los Secuestradores de Altona’. Filosóficas, su principal obra: ‘El Ser y la Nada’, ‘El Existencialismo es un Humanismo’, ‘Crítica de la Razón Dialéctica’.
En ellos analiza temas como: el sentido de la vida, la condición humana, la libertad y la responsabilidad individual, El yo y el otro, la existencia y la esencia.
Afirma que todos esos aspectos producen en el hombre angustia existencial. Que todo acto humano individual compromete la responsabilidad de toda la humanidad. Que el hombre es libre pero responsable ante sí y los demás. Que esa libertad lo enfrenta a la de los otros hombres, cuya confrontación le provoca miedo y angustia. Afirma categóricamente: un hombre es lo que hace, con lo que hicieron de él. Porque, primero es la existencia y después la esencia.
Sartre es un continuador de Heidegger en cuanto a la preocupación de éste por el Ser, por la revalorización de la ontología, y también por el ser-hombre.
En su obra cumbre, ‘El Ser y la Nada’, Sartre distingue entre el ser en sí y el ser para sí. El ser en sí es siempre lo mismo, cualquier objeto, cuya naturaleza no se modifica; en cambio, el ser para sí es el hombre sometido al cambio, siempre proyectándose hacia el futuro, construyéndose, reconstruyéndose, según sus circunstancias. Por eso dice: el hombre en presente es nada, es absolutamente nada, es la conciencia del hombre la que lo proyecta hacia el futuro, con sus actos, con sus elecciones.
Sartre tuvo una personalidad rebelde. Como anecdótico recordemos lo siguiente: en 1964 fue nominado para el premio nobel de literatura, el cual rechazó argumentando que la cultura no debía ser mediatizada por las instituciones.
Nota: Si visitas Pueblo Bello cuídate y cuida a los demás, pues la buena carretera provoca andar rápido.