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Columnista - 26 agosto, 2010

De libros y la Loperena.

DOS PUNTOS Por: Germán Piedrahíta R. Con los versos del licenciado José Atuesta, la biblioteca departamental entregó al público dos buenos textos literarios, uno la “Antología del Premio Departamental de Poesía” y el otro, la novela ganadora “En el Noroeste de las Cosas” de Alberto Peñaranda Zequeda. Poetas conocidos como Pedro Olivella, Ulises Ospina, Gustavo […]

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DOS PUNTOS

Por: Germán Piedrahíta R.

Con los versos del licenciado José Atuesta, la biblioteca departamental entregó al público dos buenos textos literarios, uno la “Antología del Premio Departamental de Poesía” y el otro, la novela ganadora “En el Noroeste de las Cosas” de Alberto Peñaranda Zequeda.
Poetas conocidos como Pedro Olivella, Ulises Ospina, Gustavo Maceas, al lado de nacientes bardos como Ariana Molina, Eguis Palma, Andrés Leal y Jorge Guerra.
Versos como “El temblor de la tarde golpea la conciencia/ es el beso de la entrega del galileo/ el que hace el aire irrespirable/ Judas sabe que hasta la altura de la rama/ podrá llegar su alma sin perdón” de Ospina.
“El mundo no tenía colores porque todo era canto/ el mundo era un murmullo de voces y poesía/ el mundo era un ciego tocando la dulzaina” de Olivella.
Buenos poemas que dejan ver lectura de los autores y el trabajo de los talleres a los que asisten, o que imparten, sin embargo, me inquieta la cortedad de los escritos y la aparición de palabras queriendo ser poemas, como “No son las hormigas/ son las verdes hojas/ las que mueven el camino” o “Dios/ y acordeón”, o “Anoche nadé/ otra vez/ en el río del amor/ y viví/ el único ahogo feliz” o “Todavía los ojos gritan/ los muertos en el silencio”, sí, aparecen como poemas y en lo anterior hay cuatro.
Filosofar es bueno, puede ser bello, pero ¿todo pensamiento pasará a ser poema en la “nueva” poética? Siendo así, cualquier charla de vecinos terminará por ser un poemario. Las hojas caen/ al paso de la sonrisa/ de las mariposas. – La Sierra se derrite/ por el pecado de los hombres -. La voz enmudece/ ante la parquedad del pensamiento.- ¿Para una antología?

A Alberto Peñaranda hay que leerlo para leer una buena novela, con un lenguaje depurado, unas descripciones claras y ricas en palabras y una historia que nos coge desde la primera frase hasta la obligación del final. En él hay un escritor que merece llegar a las mejores librerías y es  trabajo de todos para que sea reconocido y aquellos que tienen la fortuna de estar cerca de los editores que se atrevan a recomendar a sus paisanos. Léanlo.

Loperena.
Sigue la polémica y las dudas planteadas sobre  la verdad de algunos escritos. Deseo dejar en claro mi posición ante el “chauvinismo” de algunos vallenatos. ¿Qué valor histórico tiene descalificar mi duda por el hecho de no haber nacido aquí?. Y me atrevo a reclamar porque de hecho soy  y me siento más vallenato que cualquiera nacido en Valledupar, pero menor de treinta años sin dejar olvidar que, por primera vez, en los años 2008 y 2009 se le hizo un reconocimiento a la Loperena en su monumento de la gobernación, con  presencia de todas las autoridades, gobernador, alcalde y comandantes militares y la organicé yo como director de la Casa de la Cultura.
Pero bien, con el respeto que merecen familiares, historiadores y defensores de doña Concepción, como Tomás D. Gutiérrez, Alvaro Castro S., Romoca, todo terminaría si en un debate público se exponen las justificaciones y lo principal, los documentos originales que dieron pie al escrito histórico. No puedo entender la negativa a mostrar cartas y escritos, que dicen tener y conocer los familiares porque sería muy difícil escribir sobre unas cartas de Bolívar y Santander sin tenerlas o que finalmente nos digan que se perdieron o se las comió el comején.
Así como extraña que el doctor Gutiérrez nos cuente de su envío de documentos a un paleógrafo y de su respuesta sobre la autenticidad de ellos, ¿no lo hizo este profesional por escrito? ¿una certificación de palabra es válida históricamente?
Las dudas son ahora mías, después de llevar en conferencias la vida de doña Concepción basándome en el escrito de don Pedro Castro a colegios y foros sobre Valledupar y ahora al escuchar historiadores contrarios y sus justificaciones mis dudas continúan y, repito, no entiendo  por qué no permitir al pueblo de Valledupar y del Cesar ver y leer los documentos originales de la historia.
El escribir un libro no hace que lo escrito en él se pueda convertir en palabra de Dios y menos si tiene que ver con lo histórico. Estoy dispuesto al foro. No me maldigan, no me acusen, no me señalen, muestren los documentos y adiós a la polémica.

[email protected]

PD: A todos los amigos de Numa Bateman, que por favor se comunique conmigo o mande su dirección, pues tengo algo que sólo debo comunicarle a él.

Columnista
26 agosto, 2010

De libros y la Loperena.

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Germán Piedrahíta R.

DOS PUNTOS Por: Germán Piedrahíta R. Con los versos del licenciado José Atuesta, la biblioteca departamental entregó al público dos buenos textos literarios, uno la “Antología del Premio Departamental de Poesía” y el otro, la novela ganadora “En el Noroeste de las Cosas” de Alberto Peñaranda Zequeda. Poetas conocidos como Pedro Olivella, Ulises Ospina, Gustavo […]


DOS PUNTOS

Por: Germán Piedrahíta R.

Con los versos del licenciado José Atuesta, la biblioteca departamental entregó al público dos buenos textos literarios, uno la “Antología del Premio Departamental de Poesía” y el otro, la novela ganadora “En el Noroeste de las Cosas” de Alberto Peñaranda Zequeda.
Poetas conocidos como Pedro Olivella, Ulises Ospina, Gustavo Maceas, al lado de nacientes bardos como Ariana Molina, Eguis Palma, Andrés Leal y Jorge Guerra.
Versos como “El temblor de la tarde golpea la conciencia/ es el beso de la entrega del galileo/ el que hace el aire irrespirable/ Judas sabe que hasta la altura de la rama/ podrá llegar su alma sin perdón” de Ospina.
“El mundo no tenía colores porque todo era canto/ el mundo era un murmullo de voces y poesía/ el mundo era un ciego tocando la dulzaina” de Olivella.
Buenos poemas que dejan ver lectura de los autores y el trabajo de los talleres a los que asisten, o que imparten, sin embargo, me inquieta la cortedad de los escritos y la aparición de palabras queriendo ser poemas, como “No son las hormigas/ son las verdes hojas/ las que mueven el camino” o “Dios/ y acordeón”, o “Anoche nadé/ otra vez/ en el río del amor/ y viví/ el único ahogo feliz” o “Todavía los ojos gritan/ los muertos en el silencio”, sí, aparecen como poemas y en lo anterior hay cuatro.
Filosofar es bueno, puede ser bello, pero ¿todo pensamiento pasará a ser poema en la “nueva” poética? Siendo así, cualquier charla de vecinos terminará por ser un poemario. Las hojas caen/ al paso de la sonrisa/ de las mariposas. – La Sierra se derrite/ por el pecado de los hombres -. La voz enmudece/ ante la parquedad del pensamiento.- ¿Para una antología?

A Alberto Peñaranda hay que leerlo para leer una buena novela, con un lenguaje depurado, unas descripciones claras y ricas en palabras y una historia que nos coge desde la primera frase hasta la obligación del final. En él hay un escritor que merece llegar a las mejores librerías y es  trabajo de todos para que sea reconocido y aquellos que tienen la fortuna de estar cerca de los editores que se atrevan a recomendar a sus paisanos. Léanlo.

Loperena.
Sigue la polémica y las dudas planteadas sobre  la verdad de algunos escritos. Deseo dejar en claro mi posición ante el “chauvinismo” de algunos vallenatos. ¿Qué valor histórico tiene descalificar mi duda por el hecho de no haber nacido aquí?. Y me atrevo a reclamar porque de hecho soy  y me siento más vallenato que cualquiera nacido en Valledupar, pero menor de treinta años sin dejar olvidar que, por primera vez, en los años 2008 y 2009 se le hizo un reconocimiento a la Loperena en su monumento de la gobernación, con  presencia de todas las autoridades, gobernador, alcalde y comandantes militares y la organicé yo como director de la Casa de la Cultura.
Pero bien, con el respeto que merecen familiares, historiadores y defensores de doña Concepción, como Tomás D. Gutiérrez, Alvaro Castro S., Romoca, todo terminaría si en un debate público se exponen las justificaciones y lo principal, los documentos originales que dieron pie al escrito histórico. No puedo entender la negativa a mostrar cartas y escritos, que dicen tener y conocer los familiares porque sería muy difícil escribir sobre unas cartas de Bolívar y Santander sin tenerlas o que finalmente nos digan que se perdieron o se las comió el comején.
Así como extraña que el doctor Gutiérrez nos cuente de su envío de documentos a un paleógrafo y de su respuesta sobre la autenticidad de ellos, ¿no lo hizo este profesional por escrito? ¿una certificación de palabra es válida históricamente?
Las dudas son ahora mías, después de llevar en conferencias la vida de doña Concepción basándome en el escrito de don Pedro Castro a colegios y foros sobre Valledupar y ahora al escuchar historiadores contrarios y sus justificaciones mis dudas continúan y, repito, no entiendo  por qué no permitir al pueblo de Valledupar y del Cesar ver y leer los documentos originales de la historia.
El escribir un libro no hace que lo escrito en él se pueda convertir en palabra de Dios y menos si tiene que ver con lo histórico. Estoy dispuesto al foro. No me maldigan, no me acusen, no me señalen, muestren los documentos y adiós a la polémica.

[email protected]

PD: A todos los amigos de Numa Bateman, que por favor se comunique conmigo o mande su dirección, pues tengo algo que sólo debo comunicarle a él.