Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 25 agosto, 2010

Empresarios al tablero

POR: GUSTAVO COTES MEDINA Colombia a pesar de sus enormes riquezas naturales, tiene el 46% de su población viviendo en condiciones de pobreza y el 17% sobreviviendo en la calle. Esto significa que 20 millones de colombianos son pobres y 8 millones son indigentes. Además, hay 2,500.000 desempleados, con una tasa de informalidad laboral del […]

Boton Wpp

POR: GUSTAVO COTES MEDINA
Colombia a pesar de sus enormes riquezas naturales, tiene el 46% de su población viviendo en condiciones de pobreza y el 17% sobreviviendo en la calle. Esto significa que 20 millones de colombianos son pobres y 8 millones son indigentes.
Además, hay 2,500.000 desempleados, con una tasa de informalidad laboral del 58% en las principales ciudades y un 75% en las áreas rurales.
Estos indicadores muestran claramente grandes desigualdades sociales. Sin embargo, este país, contradictorio y exótico, está habitado por gente alegre y feliz que se ríe de la vida en medio de su pobreza y su llanto, pero con la esperanza que esta condición no sea eterna porque no hay cuerpo que la resista.
En el periodo 2002-2008, la expansión que logró la economía colombiana nos hace pensar que esa época de prosperidad fue desaprovechada y se pudo haber contribuido de mejor manera con una sociedad más justa, más equitativa y con mejor nivel de vida para los 28 millones de colombianos que viven en condiciones de pobreza.
En el pasado tuvimos bonanza cafetera, hoy tenemos bonanza carbonífera y minera, abundantes recursos hídricos y de biodiversidad, y hasta bonanza de ejecutivos, pero no hemos sido  capaces de mover en la dirección correcta esos regalos visibles que nos dio  la naturaleza y no sabemos qué hacer con ese patrimonio.
Se avecinan nuevas esperanzas con una buena producción petrolera, pero debemos estar preparados para un manejo inteligente de estos recursos y eliminar así riesgos de una riqueza mal administrada. ¡Es hora de empezar a pagar la deuda social que tenemos acumulada con los colombianos menos favorecidos!
La telaraña tejida por la pobreza, indigencia, desempleo, informalidad y subempleo, es un problema complejo que deriva en casos dramáticos de hambre, inseguridad social y en distorsiones en el mercado laboral. ¡Todos estamos comprometidos en coger las riendas de este potro cerril con valentía y decisión!
Al tiempo que se necesita voluntad política para empezar a disminuir la pobreza, debemos estar prevenidos con algunos enemigos ciertos como la revaluación del peso, la enfermedad holandesa y una economía que a pesar de su dinamismo, debe tener un crecimiento por encima del 4,4% y muy cercano al 6,0% anual.
Santos durante la asamblea de la Andi en Cali, convocó a los industriales colombianos a un gran acuerdo nacional orientado a reducir la pobreza y el desempleo con el mensaje urgente según el cual no solo hay que maximizar las ganancias, sino buscar el bienestar de la gente porque el crecimiento económico debe llegar a todos los sectores de la población.
Los gremios industriales del país aceptaron con entusiasmo el compromiso y seguramente responderán con su reconocida solidaridad económica y social, porque son conscientes que hacen parte de la solución del problema.
Los balances contables de nuestros empresarios muestran que las utilidades van en alza, y eso lo celebramos, pero deben pasar al tablero y aportar más que granos de arena para ir cerrando las brechas sociales entre “los pocos que tienen mucho y los muchos que tienen poco”.
Los empresarios no pueden olvidar ni evadir su responsabilidad. Ellos como buenos negociantes saben con lujo de detalles que la tarea termina cuando todos estemos contentos, algo que todavía no ocurre en nuestro país.
Reconforta el anuncio del presidente Santos en la Guajira al presentar el programa “Un Caribe sin hambre”, dirigido sobre todo a los niños, con el propósito de reducir en forma sustancial los índices de pobreza en ese departamento. Es un Plan Piloto importante en todo su alcance social. ¡También se escuchan otras voces en el vecindario!
[email protected]

Columnista
25 agosto, 2010

Empresarios al tablero

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Gustavo Cotez Medina

POR: GUSTAVO COTES MEDINA Colombia a pesar de sus enormes riquezas naturales, tiene el 46% de su población viviendo en condiciones de pobreza y el 17% sobreviviendo en la calle. Esto significa que 20 millones de colombianos son pobres y 8 millones son indigentes. Además, hay 2,500.000 desempleados, con una tasa de informalidad laboral del […]


POR: GUSTAVO COTES MEDINA
Colombia a pesar de sus enormes riquezas naturales, tiene el 46% de su población viviendo en condiciones de pobreza y el 17% sobreviviendo en la calle. Esto significa que 20 millones de colombianos son pobres y 8 millones son indigentes.
Además, hay 2,500.000 desempleados, con una tasa de informalidad laboral del 58% en las principales ciudades y un 75% en las áreas rurales.
Estos indicadores muestran claramente grandes desigualdades sociales. Sin embargo, este país, contradictorio y exótico, está habitado por gente alegre y feliz que se ríe de la vida en medio de su pobreza y su llanto, pero con la esperanza que esta condición no sea eterna porque no hay cuerpo que la resista.
En el periodo 2002-2008, la expansión que logró la economía colombiana nos hace pensar que esa época de prosperidad fue desaprovechada y se pudo haber contribuido de mejor manera con una sociedad más justa, más equitativa y con mejor nivel de vida para los 28 millones de colombianos que viven en condiciones de pobreza.
En el pasado tuvimos bonanza cafetera, hoy tenemos bonanza carbonífera y minera, abundantes recursos hídricos y de biodiversidad, y hasta bonanza de ejecutivos, pero no hemos sido  capaces de mover en la dirección correcta esos regalos visibles que nos dio  la naturaleza y no sabemos qué hacer con ese patrimonio.
Se avecinan nuevas esperanzas con una buena producción petrolera, pero debemos estar preparados para un manejo inteligente de estos recursos y eliminar así riesgos de una riqueza mal administrada. ¡Es hora de empezar a pagar la deuda social que tenemos acumulada con los colombianos menos favorecidos!
La telaraña tejida por la pobreza, indigencia, desempleo, informalidad y subempleo, es un problema complejo que deriva en casos dramáticos de hambre, inseguridad social y en distorsiones en el mercado laboral. ¡Todos estamos comprometidos en coger las riendas de este potro cerril con valentía y decisión!
Al tiempo que se necesita voluntad política para empezar a disminuir la pobreza, debemos estar prevenidos con algunos enemigos ciertos como la revaluación del peso, la enfermedad holandesa y una economía que a pesar de su dinamismo, debe tener un crecimiento por encima del 4,4% y muy cercano al 6,0% anual.
Santos durante la asamblea de la Andi en Cali, convocó a los industriales colombianos a un gran acuerdo nacional orientado a reducir la pobreza y el desempleo con el mensaje urgente según el cual no solo hay que maximizar las ganancias, sino buscar el bienestar de la gente porque el crecimiento económico debe llegar a todos los sectores de la población.
Los gremios industriales del país aceptaron con entusiasmo el compromiso y seguramente responderán con su reconocida solidaridad económica y social, porque son conscientes que hacen parte de la solución del problema.
Los balances contables de nuestros empresarios muestran que las utilidades van en alza, y eso lo celebramos, pero deben pasar al tablero y aportar más que granos de arena para ir cerrando las brechas sociales entre “los pocos que tienen mucho y los muchos que tienen poco”.
Los empresarios no pueden olvidar ni evadir su responsabilidad. Ellos como buenos negociantes saben con lujo de detalles que la tarea termina cuando todos estemos contentos, algo que todavía no ocurre en nuestro país.
Reconforta el anuncio del presidente Santos en la Guajira al presentar el programa “Un Caribe sin hambre”, dirigido sobre todo a los niños, con el propósito de reducir en forma sustancial los índices de pobreza en ese departamento. Es un Plan Piloto importante en todo su alcance social. ¡También se escuchan otras voces en el vecindario!
[email protected]