Dulceras de antaño y de las nuevas generaciones se reúnen en la Feria del Dulce para mostrar sus delicias, elaboradas con frutas y tubérculos propios de la región Caribe.
Entre las tradiciones arraigadas de la Costa Caribe, en el marco de la Semana Santa, está la preparación de dulces de diversos sabores y presentaciones, que sirven de pasabocas para los encuentros familiares y de amigos.
Al indagar con abuelas sobre esta costumbre, cuentan que en Valledupar y en regiones vecinas, especialmente en pueblos de la zona rural, se acostumbraba a preparar varias ollas de dulces para, luego, compartirlos entre familiares, vecinos y amigos. Esta práctica se ha ido perdiendo en algunos lugares debido al crecimiento de las poblaciones.
“Anteriormente la gente hacía dulces de uno o dos sabores y se los llevaba al vecino. Luego, el vecino llegaba y compartía los dulces que había hecho por su lado”, explicó Alix López, una de las dulceras de Valledupar, rememorando que las personas se preparaban con arepas de queso, bollos de queso y bollos limpios, y se los comían con dulces, teniendo en cuenta que se restringía la ingesta de carnes.
Uno de los lugares donde se concentran las dulceras típicas de la región, es la plaza Alfonso López, donde, año tras año un grupo de personas que subsisten de esta actividad exponen sus productos hechos de leche, coco, papaya, ñame, arracacha, mango, papa, ciruela, zapote, tamarindo, piña, ciruela, tomate, kiwi, guanábana, maracuyá, guandú, grosella, entre otros alimentos, que venden en vasos de $1.000, $3.000, $5.000 y $6.000.
Para Marlene Carrillo De la Hoz, quien tiene más de 20 años en esta labor, los dulces que más se comercializan son los tradicionales: el de ñame, leche y papaya; sin embargo, para algunas personas suele ser de interés dulces diferentes o exóticos como el de cáscara de guineo verde, arequipe con café, o el ‘mongo mongo’ (receta de Córdoba que lleva plátano maduro, pera, mamey, tamarindo, corozo, grosella, ciruela, con un toque de jengibre y panela).
Por su parte, Jacqueline Torres Carranza, quien participa en la Feria del Dulce de Valledupar desde hace unos 15 años, manifestó que “el secreto para hacer un buen dulce es saberlo hacer, porque si no es dulcera aunque mire tutoriales o siga receta paso a paso nunca quedará igual; es una cuestión de sazón y agarrarle el punto exacto a las frutas o tubérculos mezclados con azúcar o panela”.
Destacó dulces como: el tropical, que tiene mango, piña, papaya y fresa; el Icaco, que es una de las frutas que se dan en Cartagena, Santa Marta y Venezuela; el manjar de las tres leches, preparado con harina de arroz, maicena, leche condensada, con leche líquida o leche en polvo; y el de maracuyá, que tiene gelatina sin sabor, maracuyá y azúcar.
ANNELISE BARRIGA RAMIREZ / EL PILÓN
[email protected]
Dulceras de antaño y de las nuevas generaciones se reúnen en la Feria del Dulce para mostrar sus delicias, elaboradas con frutas y tubérculos propios de la región Caribe.
Entre las tradiciones arraigadas de la Costa Caribe, en el marco de la Semana Santa, está la preparación de dulces de diversos sabores y presentaciones, que sirven de pasabocas para los encuentros familiares y de amigos.
Al indagar con abuelas sobre esta costumbre, cuentan que en Valledupar y en regiones vecinas, especialmente en pueblos de la zona rural, se acostumbraba a preparar varias ollas de dulces para, luego, compartirlos entre familiares, vecinos y amigos. Esta práctica se ha ido perdiendo en algunos lugares debido al crecimiento de las poblaciones.
“Anteriormente la gente hacía dulces de uno o dos sabores y se los llevaba al vecino. Luego, el vecino llegaba y compartía los dulces que había hecho por su lado”, explicó Alix López, una de las dulceras de Valledupar, rememorando que las personas se preparaban con arepas de queso, bollos de queso y bollos limpios, y se los comían con dulces, teniendo en cuenta que se restringía la ingesta de carnes.
Uno de los lugares donde se concentran las dulceras típicas de la región, es la plaza Alfonso López, donde, año tras año un grupo de personas que subsisten de esta actividad exponen sus productos hechos de leche, coco, papaya, ñame, arracacha, mango, papa, ciruela, zapote, tamarindo, piña, ciruela, tomate, kiwi, guanábana, maracuyá, guandú, grosella, entre otros alimentos, que venden en vasos de $1.000, $3.000, $5.000 y $6.000.
Para Marlene Carrillo De la Hoz, quien tiene más de 20 años en esta labor, los dulces que más se comercializan son los tradicionales: el de ñame, leche y papaya; sin embargo, para algunas personas suele ser de interés dulces diferentes o exóticos como el de cáscara de guineo verde, arequipe con café, o el ‘mongo mongo’ (receta de Córdoba que lleva plátano maduro, pera, mamey, tamarindo, corozo, grosella, ciruela, con un toque de jengibre y panela).
Por su parte, Jacqueline Torres Carranza, quien participa en la Feria del Dulce de Valledupar desde hace unos 15 años, manifestó que “el secreto para hacer un buen dulce es saberlo hacer, porque si no es dulcera aunque mire tutoriales o siga receta paso a paso nunca quedará igual; es una cuestión de sazón y agarrarle el punto exacto a las frutas o tubérculos mezclados con azúcar o panela”.
Destacó dulces como: el tropical, que tiene mango, piña, papaya y fresa; el Icaco, que es una de las frutas que se dan en Cartagena, Santa Marta y Venezuela; el manjar de las tres leches, preparado con harina de arroz, maicena, leche condensada, con leche líquida o leche en polvo; y el de maracuyá, que tiene gelatina sin sabor, maracuyá y azúcar.
ANNELISE BARRIGA RAMIREZ / EL PILÓN
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