Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 21 marzo, 2018

“La senadora”

Quien pretenda apelar a la “perspectiva de género” para excusar lo inexcusable y realizar defensas a partir de las históricas diferencias discriminatorias entre mujeres y hombres; que lo haga entendiendo que la igualdad de oportunidades para ambos sexos y la no discriminación de las mujeres, no se logra sobre el supuesto de que cuando se […]

Boton Wpp

Quien pretenda apelar a la “perspectiva de género” para excusar lo inexcusable y realizar defensas a partir de las históricas diferencias discriminatorias entre mujeres y hombres; que lo haga entendiendo que la igualdad de oportunidades para ambos sexos y la no discriminación de las mujeres, no se logra sobre el supuesto de que cuando se nos señala a las del sexo femenino por cometer un error, de los que también cometen los hombres, es que se nos está “persiguiendo”.

La lógica de la igualdad indica: O todos en la cama o todos en el suelo, pero no defendiendo lo indefendible. Quien pretenda servir en lo público a partir de ser elegido para representar a la ciudadanía, que lo haga convencido de que no se trata de posar de “decente” de manera coyuntural; así como tampoco de elaborar singulares y elementales discursos, inconsecuentes con lo que uno es.

Si se busca construir como servidor público, debe hacerse a partir de una pluralidad de elementos de tal complejidad que quien no esté preparado, es mejor que no asuma posturas imposibles de sostener, o peor aún, que se vean falsas y terminen siendo a la fuerza o por las circunstancias, desenmascaradas.

Amplia y con argumentos termina siendo la paleta de los colores de las mujeres: El lila del feminismo, el rosa del cáncer de mama, el naranja contra la violencia de género; cada uno buscando concientización. Usar uno o todos con distintos fines, ni más faltaba que esté prohibido; pero pretender atarlos a un libreto de ficción, no tiene razón.

Sino se tiene conciencia de que uno debe ser dueño de sus actos y en la medida de lo posible prever las consecuencias de los mismos; si el fin justifica los medios y si además un atajo se construye a partir de la ilegalidad, de que sirve presentarse como mujer o defender las causas de las mismas, si al final se está incurriendo en muchas de las malas prácticas por las que se descalifica muchas veces a los hombres.

“La senadora”, cuantas darían por alcanzar semejante dignidad; cuantas luchando por llegar a espacios inicialmente diseñados para los hombres; cuantas deseando que se les abra un espacio igual. Seguramente muchas serán las mujeres que han querido o quieren ser senadoras o pretenden ocupar espacios similares, pero ojalá las que pretendan llegar a ese lugar, entiendan que si no se alcanza con coherencia, es mejor no llegar.

Columnista
21 marzo, 2018

“La senadora”

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Josefina Castro Gonzalez

Quien pretenda apelar a la “perspectiva de género” para excusar lo inexcusable y realizar defensas a partir de las históricas diferencias discriminatorias entre mujeres y hombres; que lo haga entendiendo que la igualdad de oportunidades para ambos sexos y la no discriminación de las mujeres, no se logra sobre el supuesto de que cuando se […]


Quien pretenda apelar a la “perspectiva de género” para excusar lo inexcusable y realizar defensas a partir de las históricas diferencias discriminatorias entre mujeres y hombres; que lo haga entendiendo que la igualdad de oportunidades para ambos sexos y la no discriminación de las mujeres, no se logra sobre el supuesto de que cuando se nos señala a las del sexo femenino por cometer un error, de los que también cometen los hombres, es que se nos está “persiguiendo”.

La lógica de la igualdad indica: O todos en la cama o todos en el suelo, pero no defendiendo lo indefendible. Quien pretenda servir en lo público a partir de ser elegido para representar a la ciudadanía, que lo haga convencido de que no se trata de posar de “decente” de manera coyuntural; así como tampoco de elaborar singulares y elementales discursos, inconsecuentes con lo que uno es.

Si se busca construir como servidor público, debe hacerse a partir de una pluralidad de elementos de tal complejidad que quien no esté preparado, es mejor que no asuma posturas imposibles de sostener, o peor aún, que se vean falsas y terminen siendo a la fuerza o por las circunstancias, desenmascaradas.

Amplia y con argumentos termina siendo la paleta de los colores de las mujeres: El lila del feminismo, el rosa del cáncer de mama, el naranja contra la violencia de género; cada uno buscando concientización. Usar uno o todos con distintos fines, ni más faltaba que esté prohibido; pero pretender atarlos a un libreto de ficción, no tiene razón.

Sino se tiene conciencia de que uno debe ser dueño de sus actos y en la medida de lo posible prever las consecuencias de los mismos; si el fin justifica los medios y si además un atajo se construye a partir de la ilegalidad, de que sirve presentarse como mujer o defender las causas de las mismas, si al final se está incurriendo en muchas de las malas prácticas por las que se descalifica muchas veces a los hombres.

“La senadora”, cuantas darían por alcanzar semejante dignidad; cuantas luchando por llegar a espacios inicialmente diseñados para los hombres; cuantas deseando que se les abra un espacio igual. Seguramente muchas serán las mujeres que han querido o quieren ser senadoras o pretenden ocupar espacios similares, pero ojalá las que pretendan llegar a ese lugar, entiendan que si no se alcanza con coherencia, es mejor no llegar.