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Editorial - 28 enero, 2018

Nuestra solidaridad con Barranquilla

Nuestra solidaridad con las familias de los cinco policías muertos y los más de 40 heridos en el vil ataque que sufrió ayer la Estación de Policía San José de la ciudad de Barranquilla. Las imágenes de la escena del hecho volvieron a recordar un pasado violento, cuando los carros bomba acababan con las vidas […]

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Nuestra solidaridad con las familias de los cinco policías muertos y los más de 40 heridos en el vil ataque que sufrió ayer la Estación de Policía San José de la ciudad de Barranquilla. Las imágenes de la escena del hecho volvieron a recordar un pasado violento, cuando los carros bomba acababan con las vidas de cientos de colombianos en cualquier rincón del país, pasado que dolió y que nadie quiere volver a vivir.

Este atentado contra la Fuerza Pública genera nerviosismo, inquietud y miedo, al no conocerse a ciencia cierta quién o quiénes son los responsables. Se habla de tres hipótesis: retaliación por las capturas sistemáticas de cabecillas de bandas criminales, atentado de una presunta célula del Eln para hacerse sentir por las dificultades que tienen los diálogos de paz o una acción ligada al hurto de un carro de valores ocurrido en el centro comercial Metropolitano, a pocas cuadras de la estación de policía.

Cualquiera que sea la causa del atentado, es repudiable y abominable. Los responsables merecen todo el castigo, que caiga sobre ellos todo el peso de la ley. Si lo ocurrido en Barranquilla fue un hecho perpetrado por bandas criminales para demostrar su poderío, estamos ante las oscuras redes de un monstruo de mil cabezas, que se ha ido alimentado poco a poco y ha tomado tanta fuerza, que puede desestabilizar el país.

Genera inconformidad que exista ese pequeño puñado de colombianos que les molesta la paz, que no toleran que el país haya entrado en un camino distinto a la guerra. Hoy preocupa y pedimos a gritos que se capture a los culpables, que se sepa por qué lo hicieron, pero también se debe pensar en las familias que están de luto por la muerte violenta de sus padres, hijos, hermanos, y por la angustia que viven las familias de los 42 policías heridos que están en servicios de salud, unos tratando de salvar sus vidas. A la Policía Nacional todo el respaldo y el acompañamiento en estos momentos.

El alcalde de Barranquilla, Alejandro Char, dijo que no se van a dejar e invitó a la ciudadanía a unirse para rechazar la violencia y denunciar a los bandidos. “No nos vamos a dejar, no vamos a permitir que unos bandidos vengan a quitarle el sueño y la tranquilidad a Barranquilla”.

La capital del Atlántico, con más de un millón quinientos mil habitantes, celebra en estos días el Carnaval, patrimonio cultural de la humanidad, fiestas que se empañan con el hecho ocurrido ayer sábado, a las 6:40 de la mañana, cuando los uniformados hacían cambio de turno. La alegría caribeña y la espontaneidad de los barranquilleros está afectada, hay que rodear a las autoridades, a la institucionalidad, a la comunidad, pero sobre todo, a la Policía Nacional.

Editorial
28 enero, 2018

Nuestra solidaridad con Barranquilla

Nuestra solidaridad con las familias de los cinco policías muertos y los más de 40 heridos en el vil ataque que sufrió ayer la Estación de Policía San José de la ciudad de Barranquilla. Las imágenes de la escena del hecho volvieron a recordar un pasado violento, cuando los carros bomba acababan con las vidas […]


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Nuestra solidaridad con las familias de los cinco policías muertos y los más de 40 heridos en el vil ataque que sufrió ayer la Estación de Policía San José de la ciudad de Barranquilla. Las imágenes de la escena del hecho volvieron a recordar un pasado violento, cuando los carros bomba acababan con las vidas de cientos de colombianos en cualquier rincón del país, pasado que dolió y que nadie quiere volver a vivir.

Este atentado contra la Fuerza Pública genera nerviosismo, inquietud y miedo, al no conocerse a ciencia cierta quién o quiénes son los responsables. Se habla de tres hipótesis: retaliación por las capturas sistemáticas de cabecillas de bandas criminales, atentado de una presunta célula del Eln para hacerse sentir por las dificultades que tienen los diálogos de paz o una acción ligada al hurto de un carro de valores ocurrido en el centro comercial Metropolitano, a pocas cuadras de la estación de policía.

Cualquiera que sea la causa del atentado, es repudiable y abominable. Los responsables merecen todo el castigo, que caiga sobre ellos todo el peso de la ley. Si lo ocurrido en Barranquilla fue un hecho perpetrado por bandas criminales para demostrar su poderío, estamos ante las oscuras redes de un monstruo de mil cabezas, que se ha ido alimentado poco a poco y ha tomado tanta fuerza, que puede desestabilizar el país.

Genera inconformidad que exista ese pequeño puñado de colombianos que les molesta la paz, que no toleran que el país haya entrado en un camino distinto a la guerra. Hoy preocupa y pedimos a gritos que se capture a los culpables, que se sepa por qué lo hicieron, pero también se debe pensar en las familias que están de luto por la muerte violenta de sus padres, hijos, hermanos, y por la angustia que viven las familias de los 42 policías heridos que están en servicios de salud, unos tratando de salvar sus vidas. A la Policía Nacional todo el respaldo y el acompañamiento en estos momentos.

El alcalde de Barranquilla, Alejandro Char, dijo que no se van a dejar e invitó a la ciudadanía a unirse para rechazar la violencia y denunciar a los bandidos. “No nos vamos a dejar, no vamos a permitir que unos bandidos vengan a quitarle el sueño y la tranquilidad a Barranquilla”.

La capital del Atlántico, con más de un millón quinientos mil habitantes, celebra en estos días el Carnaval, patrimonio cultural de la humanidad, fiestas que se empañan con el hecho ocurrido ayer sábado, a las 6:40 de la mañana, cuando los uniformados hacían cambio de turno. La alegría caribeña y la espontaneidad de los barranquilleros está afectada, hay que rodear a las autoridades, a la institucionalidad, a la comunidad, pero sobre todo, a la Policía Nacional.