En cumplimiento de las normas constitucionales y legales que regulan la materia, como es tradicional al principio de cada gobierno, el Presidente de la República, Juan Manuel Santos Calderón, y su equipo económico deben iniciar la tarea de idear y elaborar el Plan Nacional de Desarrollo, en el cual se establecen unos objetivos y propósitos […]
En cumplimiento de las normas constitucionales y legales que regulan la materia, como es tradicional al principio de cada gobierno, el Presidente de la República, Juan Manuel Santos Calderón, y su equipo económico deben iniciar la tarea de idear y elaborar el Plan Nacional de Desarrollo, en el cual se establecen unos objetivos y propósitos nacionales de largo plazo, que serán el foco de la acción de las políticas públicas en materia económica, social y ambiental, para los próximos cuatro años.
El Presidente Santos Calderón ha demostrado que sabe escoger a sus colaboradores de primera línea y – en el caso de los ministros- lo ha hecho nombrando a personas con una buena hoja de vida, con formación adecuada, buena experiencia y – en general- con un amplio conocimiento de los temas a tratar, sin contar mucho, aparentemente, con la recomendación de los partidos y movimientos políticos.
Lo anterior es más cierto todavía en el caso del equipo económico, en cuyas carteras nombró a una pléyade de tecnócratas de primera línea, que han demostrado una gran capacidad de gestión. En realidad, en los centros de estudio, en la academia y en los medios de comunicación, se reconoce la trayectoria del Ministro de Hacienda, Juan Carlos Echeverri Garzón; de Hernando José Gómez, en Planeación Nacional; Carlos Rodado Noriega, en Minas y Energía; Juan Camilo Restrepo Salazar en Agricultura; Sergio Díazgranados en el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, y Mauricio Santamaría en el de la Protección Social, entre otros.
Adicionalmente, ayer el Presidente nombró al joven economista de la Universidad de los Andes, Juan Ricardo Ortega, al frente de la DIAN, Gerardo Hernández como Superintendente Financiero, y como asesora en la Casa de Nariño, también a otra reconocida economista, Catalina Crane, ex investigadora de Fedesarrollo, como consejera especial en la Casa de Nariño.
Con los anteriores nombramientos se completa, insistimos, una nómina de lujo para diseñar unas políticas a las condiciones actuales. Estas designaciones hacen presagiar una buena calidad en las políticas económicas que diseñará el gobierno del Presidente Santos y así lo han percibido los agentes económicos, como también la comunidad financiera internacional.
Santos recibe el país con unos buenos indicadores económicos: baja inflación, la economía creciendo, tasas de interés moderadas para el contexto y la tradición del mercado colombiano, hay un buen ambiente en materia de seguridad y para la inversión privada nacional e internacional.
Hoy en el mundo se percibe a Colombia como un país con una economía bien administrada, muchas posibilidades de inversión, con un alto crecimiento potencial en sectores relativamente novedosos como el petróleo y el carbón, etc.
En estos primeros días de la administración, como ayer en la Asamblea de la Andi en Cali, el Presidente Santos ha insistido en que el crecimiento económico debe ser con equidad, debe redistribuirse mediante la generación de empleo nuevo y la lucha contra la pobreza. Y para eso habla de lo que el llama las locomotoras del crecimiento: la construcción, el sector agropecuario y la industria, entre otros.
En general son propuestas sensatas en materia económica, consistentes con sus propuestas en campaña y con sus ideas socialdemócratas o de la llamada “tercera vía”, que consideramos tienen plena vigencia en la teoría económica moderna.
No obstante todo lo anterior, abogamos porque esta vez el plan de desarrollo no se diseñe desde el centro del país, desde Bogotá, a partir de los modelos y propuestas del Departamento Nacional de Planeación y el Ministerio de Hacienda, sino que, por el contrario, ese gran equipo económico atienda las necesidades, escuche las propuestas y tenga en cuenta las potencialidades de las regiones. Esta vez, sería bueno que ese “gran plan” se elabore desde abajo hacia arriba, desde el nivel municipal, departamental y regional, en el caso del Caribe, al nacional.
Y este sentido, confiamos en que el gobierno nacional, desde el Presidente Santos, incluyendo a sus ministros de Hacienda, Echeverri; y de Minas y Energía, el costeño Carlos Rodado Noriega; queremos que se nos escuche y atienda en el tema de los cambios a la reglas de juego con las cuales hoy se distribuyen las regalías, en temas como el fondo de compensación interregional y la constitución de la Región Caribe, entre otros.
Los departamentos como el Cesar y la Guajira, y principalmente sus municipios productores de petróleo y carbón, según el caso, no son ningunas “arabia sauditas”, como se ha pretendido mostrar desde algunos círculos en Bogotá. Tenemos muchas necesidades, mucha gente en condiciones de marginalidad y extrema pobreza, y estos grupos a lo menos que aspiran, como es lógico, es a verse beneficiados con la riqueza que se extrae de su terruño. Así de elemental y así de sencillo.
En cumplimiento de las normas constitucionales y legales que regulan la materia, como es tradicional al principio de cada gobierno, el Presidente de la República, Juan Manuel Santos Calderón, y su equipo económico deben iniciar la tarea de idear y elaborar el Plan Nacional de Desarrollo, en el cual se establecen unos objetivos y propósitos […]
En cumplimiento de las normas constitucionales y legales que regulan la materia, como es tradicional al principio de cada gobierno, el Presidente de la República, Juan Manuel Santos Calderón, y su equipo económico deben iniciar la tarea de idear y elaborar el Plan Nacional de Desarrollo, en el cual se establecen unos objetivos y propósitos nacionales de largo plazo, que serán el foco de la acción de las políticas públicas en materia económica, social y ambiental, para los próximos cuatro años.
El Presidente Santos Calderón ha demostrado que sabe escoger a sus colaboradores de primera línea y – en el caso de los ministros- lo ha hecho nombrando a personas con una buena hoja de vida, con formación adecuada, buena experiencia y – en general- con un amplio conocimiento de los temas a tratar, sin contar mucho, aparentemente, con la recomendación de los partidos y movimientos políticos.
Lo anterior es más cierto todavía en el caso del equipo económico, en cuyas carteras nombró a una pléyade de tecnócratas de primera línea, que han demostrado una gran capacidad de gestión. En realidad, en los centros de estudio, en la academia y en los medios de comunicación, se reconoce la trayectoria del Ministro de Hacienda, Juan Carlos Echeverri Garzón; de Hernando José Gómez, en Planeación Nacional; Carlos Rodado Noriega, en Minas y Energía; Juan Camilo Restrepo Salazar en Agricultura; Sergio Díazgranados en el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, y Mauricio Santamaría en el de la Protección Social, entre otros.
Adicionalmente, ayer el Presidente nombró al joven economista de la Universidad de los Andes, Juan Ricardo Ortega, al frente de la DIAN, Gerardo Hernández como Superintendente Financiero, y como asesora en la Casa de Nariño, también a otra reconocida economista, Catalina Crane, ex investigadora de Fedesarrollo, como consejera especial en la Casa de Nariño.
Con los anteriores nombramientos se completa, insistimos, una nómina de lujo para diseñar unas políticas a las condiciones actuales. Estas designaciones hacen presagiar una buena calidad en las políticas económicas que diseñará el gobierno del Presidente Santos y así lo han percibido los agentes económicos, como también la comunidad financiera internacional.
Santos recibe el país con unos buenos indicadores económicos: baja inflación, la economía creciendo, tasas de interés moderadas para el contexto y la tradición del mercado colombiano, hay un buen ambiente en materia de seguridad y para la inversión privada nacional e internacional.
Hoy en el mundo se percibe a Colombia como un país con una economía bien administrada, muchas posibilidades de inversión, con un alto crecimiento potencial en sectores relativamente novedosos como el petróleo y el carbón, etc.
En estos primeros días de la administración, como ayer en la Asamblea de la Andi en Cali, el Presidente Santos ha insistido en que el crecimiento económico debe ser con equidad, debe redistribuirse mediante la generación de empleo nuevo y la lucha contra la pobreza. Y para eso habla de lo que el llama las locomotoras del crecimiento: la construcción, el sector agropecuario y la industria, entre otros.
En general son propuestas sensatas en materia económica, consistentes con sus propuestas en campaña y con sus ideas socialdemócratas o de la llamada “tercera vía”, que consideramos tienen plena vigencia en la teoría económica moderna.
No obstante todo lo anterior, abogamos porque esta vez el plan de desarrollo no se diseñe desde el centro del país, desde Bogotá, a partir de los modelos y propuestas del Departamento Nacional de Planeación y el Ministerio de Hacienda, sino que, por el contrario, ese gran equipo económico atienda las necesidades, escuche las propuestas y tenga en cuenta las potencialidades de las regiones. Esta vez, sería bueno que ese “gran plan” se elabore desde abajo hacia arriba, desde el nivel municipal, departamental y regional, en el caso del Caribe, al nacional.
Y este sentido, confiamos en que el gobierno nacional, desde el Presidente Santos, incluyendo a sus ministros de Hacienda, Echeverri; y de Minas y Energía, el costeño Carlos Rodado Noriega; queremos que se nos escuche y atienda en el tema de los cambios a la reglas de juego con las cuales hoy se distribuyen las regalías, en temas como el fondo de compensación interregional y la constitución de la Región Caribe, entre otros.
Los departamentos como el Cesar y la Guajira, y principalmente sus municipios productores de petróleo y carbón, según el caso, no son ningunas “arabia sauditas”, como se ha pretendido mostrar desde algunos círculos en Bogotá. Tenemos muchas necesidades, mucha gente en condiciones de marginalidad y extrema pobreza, y estos grupos a lo menos que aspiran, como es lógico, es a verse beneficiados con la riqueza que se extrae de su terruño. Así de elemental y así de sencillo.