La organización social líder en la lucha contra la corrupción a nivel global, Transparencia Internacional, publicó los resultados para América Latina y el Caribe del Barómetro Global de Corrupción 2016, que tiene como base una encuesta de opinión pública realizada a la ciudadanía en 20 países de la región sobre percepciones y experiencias de corrupción. […]
La organización social líder en la lucha contra la corrupción a nivel global, Transparencia Internacional, publicó los resultados para América Latina y el Caribe del Barómetro Global de Corrupción 2016, que tiene como base una encuesta de opinión pública realizada a la ciudadanía en 20 países de la región sobre percepciones y experiencias de corrupción.
Los resultados en Colombia, obviamente, indican que es un fenómeno creciente, que pone al descubierto nuevamente los sectores más corruptos y reafirman que no se observan a las instituciones trabajando con ahínco para acabar la corrupción. Pero también deja un aire de optimismo la respuesta a la pregunta: ¿Dígame si está de acuerdo o en desacuerdo con la siguiente afirmación: La gente ordinaria puede hacer una diferencia en la lucha contra la corrupción pública? Un 74 % dijo estar de acuerdo y lo reafirman los encuestados, cuando un 64 % indica: “Yo denunciaría un caso de corrupción aún si tuviera que pasarme un día en el tribunal para presentar los hechos”.
No todo está perdido.
El resultado de este estudio, que debería ser más visible ante los ojos de la ciudadanía para que la gente se aliente a denunciar más casos, sirve para hacerles un reconocimiento a las personas que siguen en la línea de la denuncia, de poner en evidencia social los casos o inicios de casos de corrupción. Al corrupto no le gusta la luz, la visibilidad, se siente expuesto y lo piensa más de una vez, se desestabiliza.
El Barómetro 2016 registró que en el “top” de las entidades más afectadas por la corrupción están: los congresistas en el primer lugar, con el 54 %; seguidos por el Presidente de la República y sus ministros, con el 48 %; los concejales, 46 %; y la Policía, 41 %. El 37 % de las personas encuestadas consideraron que los jueces y magistrados también se encuentran afectados por la corrupción.
Esa es la realidad del país, en el Cesar y en Valledupar se percibe la misma situación, la cual sería fácil de ratificar con una encuesta parecida.
El capítulo de Transparencia por Colombia dice que “En el caso colombiano, el 61 % de los consultados consideró que la corrupción creció entre 2013 y 2016; sin embargo, el resultado más importante de esta encuesta es que el 74% de las personas consideraron que la ciudadanía sí puede hacer una diferencia”, lo que indica que es necesario elevar los niveles de sanción social y política a la corrupción.
¿Pero de qué sirven estas cifras, si cada día siguen apareciendo más casos de corrupción en todo el país? Lo que pase depende de cada ciudadano y del compromiso que asuman para denunciar, si no se hace nada, las cifras serán inútiles.
La organización social líder en la lucha contra la corrupción a nivel global, Transparencia Internacional, publicó los resultados para América Latina y el Caribe del Barómetro Global de Corrupción 2016, que tiene como base una encuesta de opinión pública realizada a la ciudadanía en 20 países de la región sobre percepciones y experiencias de corrupción. […]
La organización social líder en la lucha contra la corrupción a nivel global, Transparencia Internacional, publicó los resultados para América Latina y el Caribe del Barómetro Global de Corrupción 2016, que tiene como base una encuesta de opinión pública realizada a la ciudadanía en 20 países de la región sobre percepciones y experiencias de corrupción.
Los resultados en Colombia, obviamente, indican que es un fenómeno creciente, que pone al descubierto nuevamente los sectores más corruptos y reafirman que no se observan a las instituciones trabajando con ahínco para acabar la corrupción. Pero también deja un aire de optimismo la respuesta a la pregunta: ¿Dígame si está de acuerdo o en desacuerdo con la siguiente afirmación: La gente ordinaria puede hacer una diferencia en la lucha contra la corrupción pública? Un 74 % dijo estar de acuerdo y lo reafirman los encuestados, cuando un 64 % indica: “Yo denunciaría un caso de corrupción aún si tuviera que pasarme un día en el tribunal para presentar los hechos”.
No todo está perdido.
El resultado de este estudio, que debería ser más visible ante los ojos de la ciudadanía para que la gente se aliente a denunciar más casos, sirve para hacerles un reconocimiento a las personas que siguen en la línea de la denuncia, de poner en evidencia social los casos o inicios de casos de corrupción. Al corrupto no le gusta la luz, la visibilidad, se siente expuesto y lo piensa más de una vez, se desestabiliza.
El Barómetro 2016 registró que en el “top” de las entidades más afectadas por la corrupción están: los congresistas en el primer lugar, con el 54 %; seguidos por el Presidente de la República y sus ministros, con el 48 %; los concejales, 46 %; y la Policía, 41 %. El 37 % de las personas encuestadas consideraron que los jueces y magistrados también se encuentran afectados por la corrupción.
Esa es la realidad del país, en el Cesar y en Valledupar se percibe la misma situación, la cual sería fácil de ratificar con una encuesta parecida.
El capítulo de Transparencia por Colombia dice que “En el caso colombiano, el 61 % de los consultados consideró que la corrupción creció entre 2013 y 2016; sin embargo, el resultado más importante de esta encuesta es que el 74% de las personas consideraron que la ciudadanía sí puede hacer una diferencia”, lo que indica que es necesario elevar los niveles de sanción social y política a la corrupción.
¿Pero de qué sirven estas cifras, si cada día siguen apareciendo más casos de corrupción en todo el país? Lo que pase depende de cada ciudadano y del compromiso que asuman para denunciar, si no se hace nada, las cifras serán inútiles.