Colombia ha despilfarrado más de seis millones de hectáreas de bosques valiosos en la guerra contra la cocaína. Son bosques húmedos tropicales del piedemonte amazónico, nuestro más importante activo ambiental. Nuestra biodiversidad está en riesgo porque el 16 % de los cultivos de coca está en parques nacionales, resguardos indígenas y territorios de comunidades negras: […]
Colombia ha despilfarrado más de seis millones de hectáreas de bosques valiosos en la guerra contra la cocaína. Son bosques húmedos tropicales del piedemonte amazónico, nuestro más importante activo ambiental.
Nuestra biodiversidad está en riesgo porque el 16 % de los cultivos de coca está en parques nacionales, resguardos indígenas y territorios de comunidades negras: La Macarena (Meta) tiene más de 2.300 hectáreas de coca, el departamento de Nariño 30 mil, convirtiéndose en zonas proclives a la violencia. Todo por seguir al pie de la letra un patrón equivocado en la lucha mundial contra la droga ilícita.
La estrategia implementada es acabar con la oferta (los cultivos) y controlar la demanda, lo cual, desde un principio, los destacados economistas John K. Galbraith y Milton Friedman advirtieron que no funcionaría.
Por eso, llama la atención los actualizados conceptos de la Comisión Global para Políticas de Droga presentados por Michel Kazatchkine en los que califica la “criminalización” del uso de las drogas como una estrategia inefectiva y dañina, y propone buscar nuevas alternativas como la “descriminalización” y una regulación legal para su uso.
La DEA fue creada en 1973 por el presidente Richard Nixon para controlar y reprimir la oferta y acabar los carteles. Hoy tiene un presupuesto de más de USD$2.000 millones.
La estrategia consiste en acabar los cultivos, criminalizar la red de distribución y prohibir el consumo. Los resultados: fallidos, además, ha ocasionado una epidemia de sida y hepatitis por el uso, a escondidas, de jeringas entre los drogadictos.
También las cárceles del mundo están repletas de pequeños traficantes. Casi la mitad de los presos en los EE.UU. es por narcotráfico.
Por el contrario, países como Holanda y Canadá, legalizaron la droga y en este momento tienen cárceles vacías, control psiquiátrico sobre los drogadictos y les proveen la droga con un impacto regulado en la salud.
El Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos (SIMCI) indica que se ha disparado la producción de cocaína a 940 toneladas, la más alta de toda la historia. Solo en Colombia hemos llegado a 160 mil hectáreas de cultivos con una producción de 500 toneladas.
Es cierto que las aspersiones aéreas mantuvieron a raya el crecimiento de los cultivos, pero ocasionaron un alto daño en los bosques. Existe ahora gran expectativa por las nuevas políticas de sustitución y erradicación voluntaria o forzosa que se han pactado con las Farc.
El nuevo modelo debe estar enfocado en disminuir la demanda. El consumo en Estados Unidos es gigantesco, creciente y muy poco han avanzado en su control.
Estos conceptos fueron ratificados en la XXXIV Conferencia Interamericana para el Control de Drogas, en mayo pasado, en República Dominicana, a la que asistieron 110 países. Concluyeron que el peligro radica en que entre más se consume más se produce. Pura teoría económica elemental de oferta y demanda.
Los carteles como se conocieron, en su momento, han sido desmantelados, pero han aparecido nuevos traficantes con mucho más poder y mucha más inteligencia.
Y otras conclusiones: la gran realidad es que llega más cocaína a su destino y el 90 % de los beneficios económicos de la red de distribución se queda en el país consumidor, es decir, donde se tiene que trabajar más es en la demanda y, por lo tanto, es cada vez más claro que debe haber un nuevo modelo de lucha contra las drogas ilícitas.
Por Eduardo Verano De la Rosa
@veranodelarosa
[email protected]
Colombia ha despilfarrado más de seis millones de hectáreas de bosques valiosos en la guerra contra la cocaína. Son bosques húmedos tropicales del piedemonte amazónico, nuestro más importante activo ambiental. Nuestra biodiversidad está en riesgo porque el 16 % de los cultivos de coca está en parques nacionales, resguardos indígenas y territorios de comunidades negras: […]
Colombia ha despilfarrado más de seis millones de hectáreas de bosques valiosos en la guerra contra la cocaína. Son bosques húmedos tropicales del piedemonte amazónico, nuestro más importante activo ambiental.
Nuestra biodiversidad está en riesgo porque el 16 % de los cultivos de coca está en parques nacionales, resguardos indígenas y territorios de comunidades negras: La Macarena (Meta) tiene más de 2.300 hectáreas de coca, el departamento de Nariño 30 mil, convirtiéndose en zonas proclives a la violencia. Todo por seguir al pie de la letra un patrón equivocado en la lucha mundial contra la droga ilícita.
La estrategia implementada es acabar con la oferta (los cultivos) y controlar la demanda, lo cual, desde un principio, los destacados economistas John K. Galbraith y Milton Friedman advirtieron que no funcionaría.
Por eso, llama la atención los actualizados conceptos de la Comisión Global para Políticas de Droga presentados por Michel Kazatchkine en los que califica la “criminalización” del uso de las drogas como una estrategia inefectiva y dañina, y propone buscar nuevas alternativas como la “descriminalización” y una regulación legal para su uso.
La DEA fue creada en 1973 por el presidente Richard Nixon para controlar y reprimir la oferta y acabar los carteles. Hoy tiene un presupuesto de más de USD$2.000 millones.
La estrategia consiste en acabar los cultivos, criminalizar la red de distribución y prohibir el consumo. Los resultados: fallidos, además, ha ocasionado una epidemia de sida y hepatitis por el uso, a escondidas, de jeringas entre los drogadictos.
También las cárceles del mundo están repletas de pequeños traficantes. Casi la mitad de los presos en los EE.UU. es por narcotráfico.
Por el contrario, países como Holanda y Canadá, legalizaron la droga y en este momento tienen cárceles vacías, control psiquiátrico sobre los drogadictos y les proveen la droga con un impacto regulado en la salud.
El Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos (SIMCI) indica que se ha disparado la producción de cocaína a 940 toneladas, la más alta de toda la historia. Solo en Colombia hemos llegado a 160 mil hectáreas de cultivos con una producción de 500 toneladas.
Es cierto que las aspersiones aéreas mantuvieron a raya el crecimiento de los cultivos, pero ocasionaron un alto daño en los bosques. Existe ahora gran expectativa por las nuevas políticas de sustitución y erradicación voluntaria o forzosa que se han pactado con las Farc.
El nuevo modelo debe estar enfocado en disminuir la demanda. El consumo en Estados Unidos es gigantesco, creciente y muy poco han avanzado en su control.
Estos conceptos fueron ratificados en la XXXIV Conferencia Interamericana para el Control de Drogas, en mayo pasado, en República Dominicana, a la que asistieron 110 países. Concluyeron que el peligro radica en que entre más se consume más se produce. Pura teoría económica elemental de oferta y demanda.
Los carteles como se conocieron, en su momento, han sido desmantelados, pero han aparecido nuevos traficantes con mucho más poder y mucha más inteligencia.
Y otras conclusiones: la gran realidad es que llega más cocaína a su destino y el 90 % de los beneficios económicos de la red de distribución se queda en el país consumidor, es decir, donde se tiene que trabajar más es en la demanda y, por lo tanto, es cada vez más claro que debe haber un nuevo modelo de lucha contra las drogas ilícitas.
Por Eduardo Verano De la Rosa
@veranodelarosa
[email protected]