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Columnista - 23 junio, 2017

Corte o poda

“Toda rama que en mí no da fruto, la corta; pero toda rama que da fruto, la poda para que dé más fruto”. San Juan 15,2. Ser cortado es ser desarraigado, ser intervenido para desecho, porque no sirve o no da la medida de lo que se espera. Podar, en cambio, es cortar las ramas […]

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“Toda rama que en mí no da fruto, la corta; pero toda rama que da fruto, la poda para que dé más fruto”. San Juan 15,2.

Ser cortado es ser desarraigado, ser intervenido para desecho, porque no sirve o no da la medida de lo que se espera. Podar, en cambio, es cortar las ramas muertas y también algunas ramas vivas, para sacudir el árbol, quitarle peso al tronco y así permitir la circulación de la sabia y estimular el crecimiento.

Si aceptamos el señorío de Cristo en nuestras vidas, vamos a ser podados. Quizás, no todo sean ramas muertas, pero Dios corta aun aquellas ramas que creíamos que eran productivas; pero lo hace, con el fin de limpiarnos para que demos más fruto.

Esto de la poda, puede producirnos cierta confusión. Pensamos que somos fructíferos y de pronto, nos sorprendemos por la forma como Dios está podando áreas de nuestras vidas: Las cosas no salen como esperábamos, los negocios no fluyen como debieran, la salud va de mal en peor, los planes van camino al desastre. Entonces, nos preguntamos: ¿Qué está pasando? Quizá sea que ¡Dios nos está podando!

Está bien aceptar que la poda de Dios corte el pecado, las equivocaciones y yerros, que quite lo superficial y corte las ramas muertas de nuestra vida; pero, además, corta también algunas cosas que están vivas y con cierto grado de éxito: Un negocio que va bien, una relación satisfactoria, una buena salud. Con frecuencia, Dios también corta cosas buenas para hacerlas más saludables.

Amados amigos, no podemos confundir poda con corte. Podar no es cortar para desechar. Podar no es castigar. Dios no está enojado con nosotros, el propósito de la poda es limpiar para hacer crecer. Dios nos ve como alguien con mayor capacidad para dar fruto, con mayor capacidad para engrandecerse y a quien él pueda usar de mejor manera. Debemos confiar que las tijeras podadoras están en las manos del Maestro, él sabe lo que está haciendo y quiere lo mejor para nosotros.

¿Cómo Dios nos poda? Generalmente, usa las circunstancias y las personas. En las primeras, usa los problemas, las presiones y las pruebas. En las segundas, usa la gente que nos critica, nos cuestiona y duda de nosotros. Si tenemos la actitud correcta, Dios puede usar cada situación o persona para ayudarnos a desarrollar. Él puede usar todo: los problemas, los desengaños, los reveses financieros, las enfermedades, las crisis matrimoniales, las perdidas, etc. ¡Todo esto en las manos de Dios puede ser usado como parte del proceso de poda para hacernos más fuertes y fructíferos!

Hebreos dice que “ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza”. Cierto es, que cuando somos podados no estamos agradados, “pero producirá fruto apacible de justicia a los que por medio de ella han sido ejercitados”. Ser podados no es divertido ni agradable, pero es positivo para nuestro crecimiento personal.
Mi invitación de hoy es a descubrir la bondad de Dios en cada rama muerta o viva que quite de nosotros.

Permanezcamos en Cristo, dependamos y confiemos que él hace su obra en nuestras vidas en su tiempo perfecto.

Somos como plantas en el jardín de Dios y es necesario que seamos podados para que nuestra vida sea mejor.

¡Disfrutemos la poda de Dios confiadamente!
Abrazos y bendiciones en Cristo

Columnista
23 junio, 2017

Corte o poda

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Valerio Mejía Araújo

“Toda rama que en mí no da fruto, la corta; pero toda rama que da fruto, la poda para que dé más fruto”. San Juan 15,2. Ser cortado es ser desarraigado, ser intervenido para desecho, porque no sirve o no da la medida de lo que se espera. Podar, en cambio, es cortar las ramas […]


“Toda rama que en mí no da fruto, la corta; pero toda rama que da fruto, la poda para que dé más fruto”. San Juan 15,2.

Ser cortado es ser desarraigado, ser intervenido para desecho, porque no sirve o no da la medida de lo que se espera. Podar, en cambio, es cortar las ramas muertas y también algunas ramas vivas, para sacudir el árbol, quitarle peso al tronco y así permitir la circulación de la sabia y estimular el crecimiento.

Si aceptamos el señorío de Cristo en nuestras vidas, vamos a ser podados. Quizás, no todo sean ramas muertas, pero Dios corta aun aquellas ramas que creíamos que eran productivas; pero lo hace, con el fin de limpiarnos para que demos más fruto.

Esto de la poda, puede producirnos cierta confusión. Pensamos que somos fructíferos y de pronto, nos sorprendemos por la forma como Dios está podando áreas de nuestras vidas: Las cosas no salen como esperábamos, los negocios no fluyen como debieran, la salud va de mal en peor, los planes van camino al desastre. Entonces, nos preguntamos: ¿Qué está pasando? Quizá sea que ¡Dios nos está podando!

Está bien aceptar que la poda de Dios corte el pecado, las equivocaciones y yerros, que quite lo superficial y corte las ramas muertas de nuestra vida; pero, además, corta también algunas cosas que están vivas y con cierto grado de éxito: Un negocio que va bien, una relación satisfactoria, una buena salud. Con frecuencia, Dios también corta cosas buenas para hacerlas más saludables.

Amados amigos, no podemos confundir poda con corte. Podar no es cortar para desechar. Podar no es castigar. Dios no está enojado con nosotros, el propósito de la poda es limpiar para hacer crecer. Dios nos ve como alguien con mayor capacidad para dar fruto, con mayor capacidad para engrandecerse y a quien él pueda usar de mejor manera. Debemos confiar que las tijeras podadoras están en las manos del Maestro, él sabe lo que está haciendo y quiere lo mejor para nosotros.

¿Cómo Dios nos poda? Generalmente, usa las circunstancias y las personas. En las primeras, usa los problemas, las presiones y las pruebas. En las segundas, usa la gente que nos critica, nos cuestiona y duda de nosotros. Si tenemos la actitud correcta, Dios puede usar cada situación o persona para ayudarnos a desarrollar. Él puede usar todo: los problemas, los desengaños, los reveses financieros, las enfermedades, las crisis matrimoniales, las perdidas, etc. ¡Todo esto en las manos de Dios puede ser usado como parte del proceso de poda para hacernos más fuertes y fructíferos!

Hebreos dice que “ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza”. Cierto es, que cuando somos podados no estamos agradados, “pero producirá fruto apacible de justicia a los que por medio de ella han sido ejercitados”. Ser podados no es divertido ni agradable, pero es positivo para nuestro crecimiento personal.
Mi invitación de hoy es a descubrir la bondad de Dios en cada rama muerta o viva que quite de nosotros.

Permanezcamos en Cristo, dependamos y confiemos que él hace su obra en nuestras vidas en su tiempo perfecto.

Somos como plantas en el jardín de Dios y es necesario que seamos podados para que nuestra vida sea mejor.

¡Disfrutemos la poda de Dios confiadamente!
Abrazos y bendiciones en Cristo