Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 10 junio, 2017

Paro de Fecode

Nada ni nadie parece inmutarse con la parálisis de la educación pública que mantiene desde hace un mes sin clases a ocho millones de estudiantes en Colombia, lo que históricamente refleja un criminal desinterés de las autoridades negligentes a tomar los problemas en sus manos y resolverlos. Pareciera que la estrategia es jugar al desgaste, […]

Boton Wpp

Nada ni nadie parece inmutarse con la parálisis de la educación pública que mantiene desde hace un mes sin clases a ocho millones de estudiantes en Colombia, lo que históricamente refleja un criminal desinterés de las autoridades negligentes a tomar los problemas en sus manos y resolverlos.

Pareciera que la estrategia es jugar al desgaste, para ver quién tiene más capacidad de aguante, si el gobierno o Fecode, en medio de sus justas reclamaciones, sin importar los enormes perjuicios que se causan en la desaforada carrera de impartir conocimientos de calidad, lo que no se va a lograr por el factor tiempo.

Y claro, la gente educada es fácil de gobernar, pero difícil de esclavizar, bajo esta premisa hay una deuda social acumulada durante 50 años, tiempo que estima la Contraloría General de la República necesario para cerrar la brecha abierta por sucesivos gobiernos.

Esclavizar al pueblo en medio de la ignorancia ha sido de conveniencia política y la perfecta justificación a la hora de buscar responsables de los paros, escenario en el que a las castas dominantes les es más fácil sofocar el pensamiento de una gran masa social sin ideología y manipulada en cada proceso electoral.

La más importante reforma y cambio está en la educación por ser la base de la pirámide del desarrollo, lo que implica robustecer un renglón que concatena toda actividad humana: “la educación imprime cultura, un pueblo culto es un pueblo grande, sin educación no es posible entender los beneficios de la salud, sin salud no es posible laborar, y sin trabajo no puede subsistir la familia, base indeleble de toda sociedad”, reflexiona el jurista Alvaro Zuleta Oñate.

Por Miguel Aroca Yepes

 

Columnista
10 junio, 2017

Paro de Fecode

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Miguel Aroca Yepez

Nada ni nadie parece inmutarse con la parálisis de la educación pública que mantiene desde hace un mes sin clases a ocho millones de estudiantes en Colombia, lo que históricamente refleja un criminal desinterés de las autoridades negligentes a tomar los problemas en sus manos y resolverlos. Pareciera que la estrategia es jugar al desgaste, […]


Nada ni nadie parece inmutarse con la parálisis de la educación pública que mantiene desde hace un mes sin clases a ocho millones de estudiantes en Colombia, lo que históricamente refleja un criminal desinterés de las autoridades negligentes a tomar los problemas en sus manos y resolverlos.

Pareciera que la estrategia es jugar al desgaste, para ver quién tiene más capacidad de aguante, si el gobierno o Fecode, en medio de sus justas reclamaciones, sin importar los enormes perjuicios que se causan en la desaforada carrera de impartir conocimientos de calidad, lo que no se va a lograr por el factor tiempo.

Y claro, la gente educada es fácil de gobernar, pero difícil de esclavizar, bajo esta premisa hay una deuda social acumulada durante 50 años, tiempo que estima la Contraloría General de la República necesario para cerrar la brecha abierta por sucesivos gobiernos.

Esclavizar al pueblo en medio de la ignorancia ha sido de conveniencia política y la perfecta justificación a la hora de buscar responsables de los paros, escenario en el que a las castas dominantes les es más fácil sofocar el pensamiento de una gran masa social sin ideología y manipulada en cada proceso electoral.

La más importante reforma y cambio está en la educación por ser la base de la pirámide del desarrollo, lo que implica robustecer un renglón que concatena toda actividad humana: “la educación imprime cultura, un pueblo culto es un pueblo grande, sin educación no es posible entender los beneficios de la salud, sin salud no es posible laborar, y sin trabajo no puede subsistir la familia, base indeleble de toda sociedad”, reflexiona el jurista Alvaro Zuleta Oñate.

Por Miguel Aroca Yepes