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Columnista - 24 julio, 2010

Lo vallenato y el vallenato

IN SITU Por: Jaime  García  Chadid Hace ratos me inquieta establecer límites por lo menos aproximados  entre dos conceptos que percibo diferentes: lo vallenato y el vallenato. Voy a tratar de explicarme  haciendo una advertencia previa y es que cuando  me referiré a lo vallenato lo haré con ciertas orientaciones de tiempo y espacio, salvedades […]

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Por: Jaime  García  Chadid

Hace ratos me inquieta establecer límites por lo menos aproximados  entre dos conceptos que percibo diferentes: lo vallenato y el vallenato.

Voy a tratar de explicarme  haciendo una advertencia previa y es que cuando  me referiré a lo vallenato lo haré con ciertas orientaciones de tiempo y espacio, salvedades estas que pueden restringir pero también llevar más allá  y por ello no me puedo limitar únicamente a lo musical, pero admitiendo que es referente principal.

Mi punto de partida fue la  pregunta que me  hice y  de la cual derivaron varias inquietudes. Esta fue: ¿Por qué si el Festival Vallenato privilegia al acordeonero  el  éxito comercial es de los cantantes? Y esta otra  derivada de esas canteras   ¿por qué, en general, los reyes vallenatos no tienen mayor éxito comercial?.

Y traté de darme respuestas identificando figuras, situaciones o valores  que representen lo uno y lo otro y me dije  acogiendo un ícono que me sirviera para contrastar, al mayor de ellos, Rafael Escalona  y entonces me di cuenta que el maestro, por ejemplo, nunca usó  el sombrero “vueltiao”  tal vez por que lo percibía ajeno a “Lo” vallenato, pero este sombrero es indiscutiblemente un símbolo de “el” vallenato. De aquí resultará  entonces una teoría y es que “el” vallenato es algo que partiendo de un punto de “lo” vallenato se reforzó con valores exteriores para moldear “el” vallenato y   que fue entre otros factores  lo que le ayudó  a alcanzar las alturas  en que hoy anda. Lo vallenato es entonces el sabor local y el vallenato la proyección, modificada, muchas veces distorsionada,  y adaptada  de esos valores.

Otra cosa: el turismo que arriba a Valledupar en la época del Festival llega  movido en gran parte por el espectáculo central que se brinda y que incluye entre otras algo de “lo” vallenato y mucho de “el” vallenato. Es la gente que dos años después recuerda que  escuchó  cantar a  Juan Luis Guerra y a Dandy Yankee    pero no sabe  cual  fue el Rey Vallenato de ese año.  Ejemplo de lo primero lo es  mi comadre Cármen Fadul y excepción a lo segundo Gabriela Febres Cordero.

Aun más me atrevo a precisar que los verdaderos conocedores y amantes  de “lo” vallenato son minoría. Esos saben que por Valledupar, la ciudad, pasa el Rio Guatapurí y no el Cesar.

Y en lo espacial si que se nota la diferencia, pues el mapa de “lo” vallenato es más o menos preciso  incluye por supuesto a Valledupar, Villanueva, San Juan del Cesar y demás poblaciones, pero el de “el” vallenato desborda las fronteras nacionales y toca a Monterrey en  México y Miami (USA) y a cualquier bus de pasajeros en Bogotá o Bucaramanga.

Cuando toco este tema planteo una discusión, un examen  pero el punto de partida es ese  y pongo de ejemplo de “lo” vallenato a Andrés Becerra  y de “el” vallenato a doña Marina Quintero, con su programa de música vallenata en Medellín.

Hay una figura en la que convergen  singularmente   los dos conceptos pues Consuelo Araujo  es imagen cimera de “lo” pero fundadora de “el”. Es núcleo y proyección, pero hay personas que solo son lo primero y otras lo segundo y sí que hay diferencias.
Y para cerrar y trazar líneas claras  en lo que quiero significar digo Sony Music es “el” vallenato que no “lo” vallenato. En lo personal me siento ligado en mucho a “lo” vallenato y por eso mis gustos en lo musical son relativamente estrechos y ortodoxos.

Y para cerrar con otro ejemplo.  Una parranda vallenata de “lo”  es en el patio de la casa o finca, con caja, guacharaca y acordeón y la otra parranda  la de “el” es de las del tipo que brindan las  empresas que lucran con  del Festival, como Old Parr y yo entonces  me quedo con el viejo Thomas,  pero en mi patio…

[email protected]

Columnista
24 julio, 2010

Lo vallenato y el vallenato

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jaime García Chadid.

IN SITU Por: Jaime  García  Chadid Hace ratos me inquieta establecer límites por lo menos aproximados  entre dos conceptos que percibo diferentes: lo vallenato y el vallenato. Voy a tratar de explicarme  haciendo una advertencia previa y es que cuando  me referiré a lo vallenato lo haré con ciertas orientaciones de tiempo y espacio, salvedades […]


IN SITU

Por: Jaime  García  Chadid

Hace ratos me inquieta establecer límites por lo menos aproximados  entre dos conceptos que percibo diferentes: lo vallenato y el vallenato.

Voy a tratar de explicarme  haciendo una advertencia previa y es que cuando  me referiré a lo vallenato lo haré con ciertas orientaciones de tiempo y espacio, salvedades estas que pueden restringir pero también llevar más allá  y por ello no me puedo limitar únicamente a lo musical, pero admitiendo que es referente principal.

Mi punto de partida fue la  pregunta que me  hice y  de la cual derivaron varias inquietudes. Esta fue: ¿Por qué si el Festival Vallenato privilegia al acordeonero  el  éxito comercial es de los cantantes? Y esta otra  derivada de esas canteras   ¿por qué, en general, los reyes vallenatos no tienen mayor éxito comercial?.

Y traté de darme respuestas identificando figuras, situaciones o valores  que representen lo uno y lo otro y me dije  acogiendo un ícono que me sirviera para contrastar, al mayor de ellos, Rafael Escalona  y entonces me di cuenta que el maestro, por ejemplo, nunca usó  el sombrero “vueltiao”  tal vez por que lo percibía ajeno a “Lo” vallenato, pero este sombrero es indiscutiblemente un símbolo de “el” vallenato. De aquí resultará  entonces una teoría y es que “el” vallenato es algo que partiendo de un punto de “lo” vallenato se reforzó con valores exteriores para moldear “el” vallenato y   que fue entre otros factores  lo que le ayudó  a alcanzar las alturas  en que hoy anda. Lo vallenato es entonces el sabor local y el vallenato la proyección, modificada, muchas veces distorsionada,  y adaptada  de esos valores.

Otra cosa: el turismo que arriba a Valledupar en la época del Festival llega  movido en gran parte por el espectáculo central que se brinda y que incluye entre otras algo de “lo” vallenato y mucho de “el” vallenato. Es la gente que dos años después recuerda que  escuchó  cantar a  Juan Luis Guerra y a Dandy Yankee    pero no sabe  cual  fue el Rey Vallenato de ese año.  Ejemplo de lo primero lo es  mi comadre Cármen Fadul y excepción a lo segundo Gabriela Febres Cordero.

Aun más me atrevo a precisar que los verdaderos conocedores y amantes  de “lo” vallenato son minoría. Esos saben que por Valledupar, la ciudad, pasa el Rio Guatapurí y no el Cesar.

Y en lo espacial si que se nota la diferencia, pues el mapa de “lo” vallenato es más o menos preciso  incluye por supuesto a Valledupar, Villanueva, San Juan del Cesar y demás poblaciones, pero el de “el” vallenato desborda las fronteras nacionales y toca a Monterrey en  México y Miami (USA) y a cualquier bus de pasajeros en Bogotá o Bucaramanga.

Cuando toco este tema planteo una discusión, un examen  pero el punto de partida es ese  y pongo de ejemplo de “lo” vallenato a Andrés Becerra  y de “el” vallenato a doña Marina Quintero, con su programa de música vallenata en Medellín.

Hay una figura en la que convergen  singularmente   los dos conceptos pues Consuelo Araujo  es imagen cimera de “lo” pero fundadora de “el”. Es núcleo y proyección, pero hay personas que solo son lo primero y otras lo segundo y sí que hay diferencias.
Y para cerrar y trazar líneas claras  en lo que quiero significar digo Sony Music es “el” vallenato que no “lo” vallenato. En lo personal me siento ligado en mucho a “lo” vallenato y por eso mis gustos en lo musical son relativamente estrechos y ortodoxos.

Y para cerrar con otro ejemplo.  Una parranda vallenata de “lo”  es en el patio de la casa o finca, con caja, guacharaca y acordeón y la otra parranda  la de “el” es de las del tipo que brindan las  empresas que lucran con  del Festival, como Old Parr y yo entonces  me quedo con el viejo Thomas,  pero en mi patio…

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