La novela gira en torno a la tan solicitada modificación del POT Valledupar, motivada por los enormes perjuicios causados al obligarse al ciudadano a cumplir normas arbitrarias e injustas, origen por el cual se han suscitado especulaciones alrededor de la posición del alcalde ante nuestras peticiones, ya que en ningún momento dio muestras de reformar […]
La novela gira en torno a la tan solicitada modificación del POT Valledupar, motivada por los enormes perjuicios causados al obligarse al ciudadano a cumplir normas arbitrarias e injustas, origen por el cual se han suscitado especulaciones alrededor de la posición del alcalde ante nuestras peticiones, ya que en ningún momento dio muestras de reformar nuestro Plan, debido a que su silencio lo justificaba conque estaba consultado a expertos con el fin de tomar la mejor decisión y en eso lleva año y medio. Lo extraño de esa actitud es que nadie se imaginaba que por debajo de cuerda trabajaba desde hace tiempo en el proyecto de la modificación, y su principal estrategia consistía en apurar la contratación del plan vial para demostrar técnicamente con estos estudios, la iniciación de la reforma. Fue así como se diseñó la malla vial proyectada a imagen y semejanza del burgomaestre, creando viaductos y ubicando puentes sobre el rio Guatapurí con el fin de crecer la ciudad al otro lado del río, para que nos pobláramos por ambos lados, estilo Mocoa.
Ahora resulta que eso es mentira porque dicho plan vial contratado se ejecutará sin modificar el POT, pues, así lo anunció en los medios el alcalde Augusto Ramírez Uhía, sobre sus reales intenciones que son las de construir deprimidos viales, túneles y otras obras de alta ingeniería civil avanzada y de transcendental tecnología moderna aplicada in situ. Entonces, no es ficción sino realidad pura. A mi juicio esa planificación tan mal fundamentada legalmente tendrá que abortarse porque dichas obras, distintas de aquellas del sistema de transporte público, no están incluidas en el plan vial existente del POT, así como deberá abolirse también el plan base para publicar sus ejecuciones, porque esa cartografía no se encuentra autorizada por el Concejo. Ahora bien, si pretende decretar la modificación, tampoco podría incorporar ese documento al proceso excepcional, por la sencilla razón de que todos sus contenidos deben someterse previamente a los trámites de concertación interinstitucional y consulta ciudadana de acuerdo con el procedimiento legal establecido. Y si es que insiste en adicionarle a Valledupar suelo de expansión, sobretodo incluyendo la margen izquierda del rio, soportándose en un plan vial ya contratado, no le debería prosperar tal pretensión porque al estar este documento resuelto por el ejecutivo, no tendría ningún sentido ponerlo a consideración de la ciudadanía para concertar un plan que ya estuvo concertado a hurtadillas.
Esa decisión de contratar por si solo el plan vial de Valledupar para posteriormente aprobarlo autónomamente, cambiando usos de suelo que no puede, aun sustentándose en artimañas para desdibujar su alcance, desconoce la potestad que solo recae en los concejos por mandato constitucional, lo que equivaldría a ser una clara invasión de esferas de competencias que no le corresponden. ¿Cómo es eso que el alcalde esté abiertamente divulgando la aplicación de su nuevo plan vial con un menú interminable de obras estructurales sin que las instituciones y la ciudadanía conozcan de primera mano el Acuerdo Municipal que autoriza dichas intervenciones? ¡Absurdo!
Por Augusto Enrique Orozco Sánchez
La novela gira en torno a la tan solicitada modificación del POT Valledupar, motivada por los enormes perjuicios causados al obligarse al ciudadano a cumplir normas arbitrarias e injustas, origen por el cual se han suscitado especulaciones alrededor de la posición del alcalde ante nuestras peticiones, ya que en ningún momento dio muestras de reformar […]
La novela gira en torno a la tan solicitada modificación del POT Valledupar, motivada por los enormes perjuicios causados al obligarse al ciudadano a cumplir normas arbitrarias e injustas, origen por el cual se han suscitado especulaciones alrededor de la posición del alcalde ante nuestras peticiones, ya que en ningún momento dio muestras de reformar nuestro Plan, debido a que su silencio lo justificaba conque estaba consultado a expertos con el fin de tomar la mejor decisión y en eso lleva año y medio. Lo extraño de esa actitud es que nadie se imaginaba que por debajo de cuerda trabajaba desde hace tiempo en el proyecto de la modificación, y su principal estrategia consistía en apurar la contratación del plan vial para demostrar técnicamente con estos estudios, la iniciación de la reforma. Fue así como se diseñó la malla vial proyectada a imagen y semejanza del burgomaestre, creando viaductos y ubicando puentes sobre el rio Guatapurí con el fin de crecer la ciudad al otro lado del río, para que nos pobláramos por ambos lados, estilo Mocoa.
Ahora resulta que eso es mentira porque dicho plan vial contratado se ejecutará sin modificar el POT, pues, así lo anunció en los medios el alcalde Augusto Ramírez Uhía, sobre sus reales intenciones que son las de construir deprimidos viales, túneles y otras obras de alta ingeniería civil avanzada y de transcendental tecnología moderna aplicada in situ. Entonces, no es ficción sino realidad pura. A mi juicio esa planificación tan mal fundamentada legalmente tendrá que abortarse porque dichas obras, distintas de aquellas del sistema de transporte público, no están incluidas en el plan vial existente del POT, así como deberá abolirse también el plan base para publicar sus ejecuciones, porque esa cartografía no se encuentra autorizada por el Concejo. Ahora bien, si pretende decretar la modificación, tampoco podría incorporar ese documento al proceso excepcional, por la sencilla razón de que todos sus contenidos deben someterse previamente a los trámites de concertación interinstitucional y consulta ciudadana de acuerdo con el procedimiento legal establecido. Y si es que insiste en adicionarle a Valledupar suelo de expansión, sobretodo incluyendo la margen izquierda del rio, soportándose en un plan vial ya contratado, no le debería prosperar tal pretensión porque al estar este documento resuelto por el ejecutivo, no tendría ningún sentido ponerlo a consideración de la ciudadanía para concertar un plan que ya estuvo concertado a hurtadillas.
Esa decisión de contratar por si solo el plan vial de Valledupar para posteriormente aprobarlo autónomamente, cambiando usos de suelo que no puede, aun sustentándose en artimañas para desdibujar su alcance, desconoce la potestad que solo recae en los concejos por mandato constitucional, lo que equivaldría a ser una clara invasión de esferas de competencias que no le corresponden. ¿Cómo es eso que el alcalde esté abiertamente divulgando la aplicación de su nuevo plan vial con un menú interminable de obras estructurales sin que las instituciones y la ciudadanía conozcan de primera mano el Acuerdo Municipal que autoriza dichas intervenciones? ¡Absurdo!
Por Augusto Enrique Orozco Sánchez