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Columnista - 4 mayo, 2017

El ego de la exclusión

La imagen está en varias partes de Valledupar. Aunque es tierna y afable, no deja de parecer ostentosa. Tuto Uhía sale con su esposa carismática y sus dos hijos hermosos, todos sonríen, sus ojos expiden amor y calma. Mientras tanto, una frase categórica pero desafortunada los surca: “Después de Dios, la familia es lo primero”. […]

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La imagen está en varias partes de Valledupar. Aunque es tierna y afable, no deja de parecer ostentosa. Tuto Uhía sale con su esposa carismática y sus dos hijos hermosos, todos sonríen, sus ojos expiden amor y calma. Mientras tanto, una frase categórica pero desafortunada los surca: “Después de Dios, la familia es lo primero”.

Con esta valla el alcalde promociona su gobierno, inaugura obras públicas y recibe a los turistas. Encandilado por el poder y la religión, Tuto no advierte o tal vez se niega a consentir que se trata de una publicidad mezquina, déspota. La Alcaldía no es una plataforma para promover un clan, sino un instrumento para remediar los problemas de la sociedad. Tuto es un servidor público que tiene la responsabilidad de trabajar por la seguridad, la movilidad, la educación y la salud de los vallenatos, no fue escogido para convertirse en modelo, para posar con su familia en fotos que se reparten por la ciudad como una marca institucional.

Por otro lado, el eslogan demuestra que Tuto, como abogado y empleado de los vallenatos, desconoce la Constitución Política de 1991. Él está descartando que Colombia es un Estado laico, un Estado que respeta las diferentes creencias. Tuto, como primera autoridad administrativa del Municipio, debe abstenerse de fomentar una política pública o una propaganda de gobierno que tenga a Dios como muletilla, pues también administra los recursos de ciudadanos que niegan la existencia de un ser superior. La alcaldía tiene que estar al servicio de los católicos, los evangélicos, los judíos, los musulmanes, los agnósticos, los ateos. El discurso y el proceder del alcalde no deben encuadrarse en un culto específico, sino que más bien deben ser imparciales, abiertos.

Además, la imagen insinúa que las familias perfectas están conformadas por el hombre, la mujer y los hijos, excluye aquellas que son encabezadas por madres solteras, padres solteros, matrimonios sin descendientes o parejas del mismo sexo. El alcalde olvida o quizás refuta los fallos de la Corte Constitucional sobre el tema, al parecer su “yo” es más grande que el alto tribunal. Definitivamente, la familia debe ser fortalecida con programas educativos, sociales y recreativos, no con credos, ni con carteleras que publicitan la estirpe del gobernante.

Tuto debe administrar alejado del ego personal y familiar. Subrayo: tiene que comprender que es un empleado del pueblo vallenato, que pretender que se venere su imagen es un acto de insolencia y que él no realiza milagros. La publicidad de su gobierno debe ser democrática, incluyente y neutral, no incurrir en el retroceso ni en el endiosamiento de su figura. Hay que reconocer sus esfuerzos como alcalde, pero no verlo como alguien imprescindible, celestial. Ojalá interprete bien estas palabras, su mujer y sus hijos me inspiran respeto, tanto que no comparto que sean expuestos como modelos o sello de la alcaldía.

Por Carlos César Silva

@ccsilva86

Columnista
4 mayo, 2017

El ego de la exclusión

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Carlos Cesar Silva

La imagen está en varias partes de Valledupar. Aunque es tierna y afable, no deja de parecer ostentosa. Tuto Uhía sale con su esposa carismática y sus dos hijos hermosos, todos sonríen, sus ojos expiden amor y calma. Mientras tanto, una frase categórica pero desafortunada los surca: “Después de Dios, la familia es lo primero”. […]


La imagen está en varias partes de Valledupar. Aunque es tierna y afable, no deja de parecer ostentosa. Tuto Uhía sale con su esposa carismática y sus dos hijos hermosos, todos sonríen, sus ojos expiden amor y calma. Mientras tanto, una frase categórica pero desafortunada los surca: “Después de Dios, la familia es lo primero”.

Con esta valla el alcalde promociona su gobierno, inaugura obras públicas y recibe a los turistas. Encandilado por el poder y la religión, Tuto no advierte o tal vez se niega a consentir que se trata de una publicidad mezquina, déspota. La Alcaldía no es una plataforma para promover un clan, sino un instrumento para remediar los problemas de la sociedad. Tuto es un servidor público que tiene la responsabilidad de trabajar por la seguridad, la movilidad, la educación y la salud de los vallenatos, no fue escogido para convertirse en modelo, para posar con su familia en fotos que se reparten por la ciudad como una marca institucional.

Por otro lado, el eslogan demuestra que Tuto, como abogado y empleado de los vallenatos, desconoce la Constitución Política de 1991. Él está descartando que Colombia es un Estado laico, un Estado que respeta las diferentes creencias. Tuto, como primera autoridad administrativa del Municipio, debe abstenerse de fomentar una política pública o una propaganda de gobierno que tenga a Dios como muletilla, pues también administra los recursos de ciudadanos que niegan la existencia de un ser superior. La alcaldía tiene que estar al servicio de los católicos, los evangélicos, los judíos, los musulmanes, los agnósticos, los ateos. El discurso y el proceder del alcalde no deben encuadrarse en un culto específico, sino que más bien deben ser imparciales, abiertos.

Además, la imagen insinúa que las familias perfectas están conformadas por el hombre, la mujer y los hijos, excluye aquellas que son encabezadas por madres solteras, padres solteros, matrimonios sin descendientes o parejas del mismo sexo. El alcalde olvida o quizás refuta los fallos de la Corte Constitucional sobre el tema, al parecer su “yo” es más grande que el alto tribunal. Definitivamente, la familia debe ser fortalecida con programas educativos, sociales y recreativos, no con credos, ni con carteleras que publicitan la estirpe del gobernante.

Tuto debe administrar alejado del ego personal y familiar. Subrayo: tiene que comprender que es un empleado del pueblo vallenato, que pretender que se venere su imagen es un acto de insolencia y que él no realiza milagros. La publicidad de su gobierno debe ser democrática, incluyente y neutral, no incurrir en el retroceso ni en el endiosamiento de su figura. Hay que reconocer sus esfuerzos como alcalde, pero no verlo como alguien imprescindible, celestial. Ojalá interprete bien estas palabras, su mujer y sus hijos me inspiran respeto, tanto que no comparto que sean expuestos como modelos o sello de la alcaldía.

Por Carlos César Silva

@ccsilva86