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Columnista - 19 marzo, 2017

Tareas inconclusas (I)

En la columna anterior, le solicité al ministro de Agricultura, Aurelio Iragorri, que se quedara en su cargo para que terminara las tareas inconclusas que prometió en beneficio del agro. Veamos algunos de esos pendientes. Acceso al crédito agropecuario. Sin duda alguna sigue en pañales. De 2.7 millones de productores encuestados en el pasado censo […]

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En la columna anterior, le solicité al ministro de Agricultura, Aurelio Iragorri, que se quedara en su cargo para que terminara las tareas inconclusas que prometió en beneficio del agro. Veamos algunos de esos pendientes.

Acceso al crédito agropecuario. Sin duda alguna sigue en pañales. De 2.7 millones de productores encuestados en el pasado censo agropecuario, el 89 % dijo que no solicitaban créditos al sector financiero porque les exigían excesivos trámites, los costos financieros eran muy altos y se demoraban mucho en los estudios y desembolsos de los créditos.

Me puse a investigar el tema para verificar esta información y encontré que era totalmente cierta. De acuerdo con las estadísticas de Finagro, en el 2016, se desembolsaron 310.974 operaciones de créditos al sector agropecuario, lo que equivale a una cobertura del 11 % sobre la población censada. El 89 % restante, acudió a préstamos de los proveedores de semillas e insumos agrícolas, a tasas de interés mucho más altas que las de Finagro.

Si analizamos el tema desde el punto de vista de los desembolsos, la cosa es peor. De acuerdo con un reciente informe de Asobancaria, en el ranking del financiamiento por sectores -comercial, consumo, vivienda y microcrédito-, el agropecuario ocupa el último lugar con una participación del 2.6 % del saldo total de la cartera bruta del sistema financiero del país.

Para citar un sólo ejemplo, la producción del sector avícola (12.000 millones de huevos y 1.4 millones de toneladas de pollo) requirió inversiones alrededor de $16 billones de pesos en el 2016. El total de los créditos desembolsados al sector agropecuario en el 2016, fue de $10.3 billones. Es decir, tenemos un Sistema Nacional de Crédito Agropecuario, que ni siquiera resuelve la demanda de financiamiento de uno, de los veinte principales subsectores de la producción de alimentos del país.

Para resolver de raíz este problema, el ministerio de Agricultura, debe hacer varios ajustes al Sistema Nacional de Crédito Agropecuario, empezando por designar en la Comisión Nacional de Crédito Agropecuario, expertos en banca de fomento y desarrollo rural. Es absurdo que en dicha Comisión no tengan asiento el gremio de los intermediarios financieros y los dirigentes gremiales del agro.

En segundo lugar, hay que solicitarle a la Junta Directiva del Banco de la República, que modifique la validación de la sustitución de los Títulos de Desarrollo Agropecuario, TDA, en el sentido de validarlos por actividad productiva y no por tipo de productor. Con ello, impulsaríamos la financiación en la inversión del sector productivo.

También es urgente, estimular el crédito asociativo. En los países desarrollados, el agricultor o ganadero que no pertenezca a una agremiación, asociación ni cooperativa agraria, que le facilite la transferencia de conocimientos, tecnología y le ayude con la comercialización de su producción, no tiene ninguna posibilidad de un crédito. En estos temas es que deben destinarse los recursos de los fondos parafiscales y los incentivos del Estado para aumentar la productividad, administrar cobertura de riesgos y bajar los costos financieros.

Por último, urge migrar la indexación de la tasa de interés de la DTF a IBR, crear una línea de crédito en dólares para agroexportadores y otra para entes territoriales. Continuará….
*Consultor en banca de fomento agroindustrial.

Columnista
19 marzo, 2017

Tareas inconclusas (I)

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Indalecio Dangond Baquero

En la columna anterior, le solicité al ministro de Agricultura, Aurelio Iragorri, que se quedara en su cargo para que terminara las tareas inconclusas que prometió en beneficio del agro. Veamos algunos de esos pendientes. Acceso al crédito agropecuario. Sin duda alguna sigue en pañales. De 2.7 millones de productores encuestados en el pasado censo […]


En la columna anterior, le solicité al ministro de Agricultura, Aurelio Iragorri, que se quedara en su cargo para que terminara las tareas inconclusas que prometió en beneficio del agro. Veamos algunos de esos pendientes.

Acceso al crédito agropecuario. Sin duda alguna sigue en pañales. De 2.7 millones de productores encuestados en el pasado censo agropecuario, el 89 % dijo que no solicitaban créditos al sector financiero porque les exigían excesivos trámites, los costos financieros eran muy altos y se demoraban mucho en los estudios y desembolsos de los créditos.

Me puse a investigar el tema para verificar esta información y encontré que era totalmente cierta. De acuerdo con las estadísticas de Finagro, en el 2016, se desembolsaron 310.974 operaciones de créditos al sector agropecuario, lo que equivale a una cobertura del 11 % sobre la población censada. El 89 % restante, acudió a préstamos de los proveedores de semillas e insumos agrícolas, a tasas de interés mucho más altas que las de Finagro.

Si analizamos el tema desde el punto de vista de los desembolsos, la cosa es peor. De acuerdo con un reciente informe de Asobancaria, en el ranking del financiamiento por sectores -comercial, consumo, vivienda y microcrédito-, el agropecuario ocupa el último lugar con una participación del 2.6 % del saldo total de la cartera bruta del sistema financiero del país.

Para citar un sólo ejemplo, la producción del sector avícola (12.000 millones de huevos y 1.4 millones de toneladas de pollo) requirió inversiones alrededor de $16 billones de pesos en el 2016. El total de los créditos desembolsados al sector agropecuario en el 2016, fue de $10.3 billones. Es decir, tenemos un Sistema Nacional de Crédito Agropecuario, que ni siquiera resuelve la demanda de financiamiento de uno, de los veinte principales subsectores de la producción de alimentos del país.

Para resolver de raíz este problema, el ministerio de Agricultura, debe hacer varios ajustes al Sistema Nacional de Crédito Agropecuario, empezando por designar en la Comisión Nacional de Crédito Agropecuario, expertos en banca de fomento y desarrollo rural. Es absurdo que en dicha Comisión no tengan asiento el gremio de los intermediarios financieros y los dirigentes gremiales del agro.

En segundo lugar, hay que solicitarle a la Junta Directiva del Banco de la República, que modifique la validación de la sustitución de los Títulos de Desarrollo Agropecuario, TDA, en el sentido de validarlos por actividad productiva y no por tipo de productor. Con ello, impulsaríamos la financiación en la inversión del sector productivo.

También es urgente, estimular el crédito asociativo. En los países desarrollados, el agricultor o ganadero que no pertenezca a una agremiación, asociación ni cooperativa agraria, que le facilite la transferencia de conocimientos, tecnología y le ayude con la comercialización de su producción, no tiene ninguna posibilidad de un crédito. En estos temas es que deben destinarse los recursos de los fondos parafiscales y los incentivos del Estado para aumentar la productividad, administrar cobertura de riesgos y bajar los costos financieros.

Por último, urge migrar la indexación de la tasa de interés de la DTF a IBR, crear una línea de crédito en dólares para agroexportadores y otra para entes territoriales. Continuará….
*Consultor en banca de fomento agroindustrial.