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Columnista - 6 marzo, 2017

Noventa años del natalicio del escritor García Márquez.

Las cosas suceden, cuando tienen que suceder. En una antigua ranchería de La Guajira, José Arcadio Buendía le ganó una pelea de gallos a Prudencia Aguilar. El perdedor, furioso, le grita ofensas que ponen en duda la virilidad del ganador. Éste, en defensa de su honor, lo reta a un duelo. Le dijo: –Tú, anda […]

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Las cosas suceden, cuando tienen que suceder. En una antigua ranchería de La Guajira, José Arcadio Buendía le ganó una pelea de gallos a Prudencia Aguilar. El perdedor, furioso, le grita ofensas que ponen en duda la virilidad del ganador. Éste, en defensa de su honor, lo reta a un duelo. Le dijo: –Tú, anda a tu casa, ármate, porque te voy a matar–. Y en efecto, Prudencio muere.

José Arcadio tenía un año de casado con su prima, Úrsula Iguarán. El matrimonio no se había consumado por el temor de ella de que sus hijos nacieran con cola de cerdo; pero en el pueblo corría el rumor de que José Arcadio era impotente.  Como el perdedor, en ocasiones busca la venganza a cualquier precio, fue éste el motivo de Prudencio para acometer su ajuste de cuentas, que al final le costó la vida. El duelo por asuntos de honor era costumbre atávica que no se consideraba delito.  Sin embargo, este trágico suceso le cambió la vida a José Arcadio y a Úrsula. La imagen del muerto los persigue cada instante, hasta el punto que tuvieron que irse del pueblo.  Inician la travesía que termina en Macondo.

Ni hay duda que los personajes de este duelo a muerte, acaecido en Barrancas (La Guajira) en un domingo de octubre de 1908, son el coronel Nicolás Ricardo Márquez Mejía y Medardo Pacheco Romero.  A raíz de este episodio, el coronel viaja con su esposa Tranquilina Iguarán Cotes y se residencian en Aracataca. Allí nacen sus hijos, entre ellos Luisa Santiaga Márquez Iguarán, que sería la esposa de Gabriel Eligio García Martínez. De este hogar viene al mundo Gabriel José García Márquez, el 6 de marzo de 1927. El abuelo fue el personaje fundamental en la infancia del escritor. Los relatos de sus peripecias en la guerra civil, surgiría el interés por los temas de la muerte y la guerra.

La maestra Rosa Elena Fergusson le enseñó la fascinación por la lectura y la escritura, y desde pequeño se siente atraído por la poesía. Mediante concurso del Ministerio de Educación Nacional gana una beca para terminar bachillerato en el Liceo Nacional de Varones de Zipaquirá. La presencia de los profesores de literatura Carlos Julio Calderón Hermida y el poeta Carlos Martín, le orientaron su vocación de escritor. Fue así como, hacia finales de cuarto de bachillerato, leyó en clase sus primeros cuentos y poesías.

En 1947 ingresa a la Universidad Nacional a estudiar Derecho, pero por el cierre de la Universidad viaja a Cartagena, y con el apoyo del periodista Clemente Manuel Zabala, ingresa como redactor y columnista en el diario El Universal. Pronto hizo amistad con los escritores de la ciudad, especialmente con Héctor Rojas Herazo y Gustavo Ibarra Merlano. Por invitación del médico y escritor Manuel Zapata Olivella llega a Valledupar en 1949, y se enamora de las crónicas de los cantos vallenatos; de la mano del compositor Rafael Escalona viaja por los pueblos de La Guajira y del Cesar de donde provenían sus ascendentes paternos.

Regresa a Barranquilla trabaja en El Heraldo, y se une al grupo de los escritores Álvaro Cepeda, Alfonso Fuenmayor y Ramón Vinyes. En 1954 viaja a Bogotá y por recomendación del poeta Álvaro Mutis entra de redactor y comentarista de El Espectador. Después reside en México y allá escribe ‘Cien Años de Soledad’, la editorial Sudamericana de Buenos Aires publica su primera edición el 30 de mayo de 1967. Los elogios de la crítica y del público siguen vigentes para las obras de este Nobel de la literatura de 1982.

Columnista
6 marzo, 2017

Noventa años del natalicio del escritor García Márquez.

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Atuesta Mindiola

Las cosas suceden, cuando tienen que suceder. En una antigua ranchería de La Guajira, José Arcadio Buendía le ganó una pelea de gallos a Prudencia Aguilar. El perdedor, furioso, le grita ofensas que ponen en duda la virilidad del ganador. Éste, en defensa de su honor, lo reta a un duelo. Le dijo: –Tú, anda […]


Las cosas suceden, cuando tienen que suceder. En una antigua ranchería de La Guajira, José Arcadio Buendía le ganó una pelea de gallos a Prudencia Aguilar. El perdedor, furioso, le grita ofensas que ponen en duda la virilidad del ganador. Éste, en defensa de su honor, lo reta a un duelo. Le dijo: –Tú, anda a tu casa, ármate, porque te voy a matar–. Y en efecto, Prudencio muere.

José Arcadio tenía un año de casado con su prima, Úrsula Iguarán. El matrimonio no se había consumado por el temor de ella de que sus hijos nacieran con cola de cerdo; pero en el pueblo corría el rumor de que José Arcadio era impotente.  Como el perdedor, en ocasiones busca la venganza a cualquier precio, fue éste el motivo de Prudencio para acometer su ajuste de cuentas, que al final le costó la vida. El duelo por asuntos de honor era costumbre atávica que no se consideraba delito.  Sin embargo, este trágico suceso le cambió la vida a José Arcadio y a Úrsula. La imagen del muerto los persigue cada instante, hasta el punto que tuvieron que irse del pueblo.  Inician la travesía que termina en Macondo.

Ni hay duda que los personajes de este duelo a muerte, acaecido en Barrancas (La Guajira) en un domingo de octubre de 1908, son el coronel Nicolás Ricardo Márquez Mejía y Medardo Pacheco Romero.  A raíz de este episodio, el coronel viaja con su esposa Tranquilina Iguarán Cotes y se residencian en Aracataca. Allí nacen sus hijos, entre ellos Luisa Santiaga Márquez Iguarán, que sería la esposa de Gabriel Eligio García Martínez. De este hogar viene al mundo Gabriel José García Márquez, el 6 de marzo de 1927. El abuelo fue el personaje fundamental en la infancia del escritor. Los relatos de sus peripecias en la guerra civil, surgiría el interés por los temas de la muerte y la guerra.

La maestra Rosa Elena Fergusson le enseñó la fascinación por la lectura y la escritura, y desde pequeño se siente atraído por la poesía. Mediante concurso del Ministerio de Educación Nacional gana una beca para terminar bachillerato en el Liceo Nacional de Varones de Zipaquirá. La presencia de los profesores de literatura Carlos Julio Calderón Hermida y el poeta Carlos Martín, le orientaron su vocación de escritor. Fue así como, hacia finales de cuarto de bachillerato, leyó en clase sus primeros cuentos y poesías.

En 1947 ingresa a la Universidad Nacional a estudiar Derecho, pero por el cierre de la Universidad viaja a Cartagena, y con el apoyo del periodista Clemente Manuel Zabala, ingresa como redactor y columnista en el diario El Universal. Pronto hizo amistad con los escritores de la ciudad, especialmente con Héctor Rojas Herazo y Gustavo Ibarra Merlano. Por invitación del médico y escritor Manuel Zapata Olivella llega a Valledupar en 1949, y se enamora de las crónicas de los cantos vallenatos; de la mano del compositor Rafael Escalona viaja por los pueblos de La Guajira y del Cesar de donde provenían sus ascendentes paternos.

Regresa a Barranquilla trabaja en El Heraldo, y se une al grupo de los escritores Álvaro Cepeda, Alfonso Fuenmayor y Ramón Vinyes. En 1954 viaja a Bogotá y por recomendación del poeta Álvaro Mutis entra de redactor y comentarista de El Espectador. Después reside en México y allá escribe ‘Cien Años de Soledad’, la editorial Sudamericana de Buenos Aires publica su primera edición el 30 de mayo de 1967. Los elogios de la crítica y del público siguen vigentes para las obras de este Nobel de la literatura de 1982.