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Columnista - 17 febrero, 2017

Sonreír otra vez

“En tu presencia hay plenitud de gozo”. Salmos 16,11. Todos podemos encontrar razones para no sonreír: el alto costo de la vida, alguna relación rota, la escasez o algún quebranto de salud. Pero si Dios nos ha ungido con oleo de alegría, no podemos permitir que las malas actitudes arruinen nuestra alegría. No son las […]

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“En tu presencia hay plenitud de gozo”. Salmos 16,11. Todos podemos encontrar razones para no sonreír: el alto costo de la vida, alguna relación rota, la escasez o algún quebranto de salud. Pero si Dios nos ha ungido con oleo de alegría, no podemos permitir que las malas actitudes arruinen nuestra alegría.

No son las acciones de las demás personas hacia nosotros, sino nuestras reacciones hacia ellos lo que determinará el avance de nuestras vidas. Ofrezcamos una palabra amable, especialmente cuando tratemos con personas hurañas y negativas. Regocijarse significa iluminar, estar alegre, poner una sonrisa en el rostro; y cuando tenemos un semblante alegre y somos amigables y divertidos estamos en sintonía con el creador.

Muchas personas pasan el día con esas caras largas, sin encontrar en verdadero sentido del gozo del Señor. La Biblia dice que conforme a lo que demos, recibiremos. Si somos gruñones, amargados y poco amigables, eso mismo cosecharemos. A la desdicha le encanta tener compañía, si proyectamos una imagen de amargura, atraeremos derrota, negatividad, seriedad y desaliento. Pero cuando sonreímos y proyectamos calidez, bondad y amabilidad, atraeremos eso mismo y personas felices vendrán hacía nosotros.

Amados amigos lectores, exploremos el poder de una sonrisa. Puede que tengamos muchas adversidades, no desestimo las circunstancias que podamos estar viviendo. Jesús dijo que en este mundo afrontaríamos aflicciones, pero que confiáramos que él había vencido al mundo. Así que, de cara a la vida, son muchas las veces que debemos sonreír por fe. En lugar de estar deprimidos, desalentados o preocupados, dejándonos mover por lo que vemos; movámonos por lo que sabemos, por lo que nos dice su palabra. ¡Escojamos ser felices!

Cuando sonreímos ante las circunstancias, cuando no nos tomamos tan en serio, cuando nos burlamos de nosotros mismos y sonreímos ante nuestros errores y equivocaciones; estamos enviando el mensaje de que Dios tiene el control. No esperemos que todo nos salga bien, pongamos una sonrisa en la cara y entonces llegará el verdadero gozo. Sonreír nos ayuda a mejorar nuestra actitud y a ver la vida desde una nueva perspectiva.

Por el verso del epígrafe podemos inferir que cuando carecemos de gozo, estamos desconectados de la presencia de Dios. Cuando estamos tristes, frustrados y resentidos, nos hemos aislados del favor de Dios; de la bendición, la sanidad y la promoción. Estudios científicos han concluido que la fuerza más poderosa de influencia humana, después de la oración, es la sonrisa. Poner una sonrisa en la cara puede lograr lo que una montaña de trámites no logra. Una sonrisa inspira bondad, respeto, amabilidad y cuidado.

Insisto en que la alegría no está sujeta a las circunstancias, sino a la certeza; a la seguridad de que Dios tiene el control. Puedo estar feliz si estoy lleno de esperanza. Cuando somos amables y amigables seremos más eficaces en lo que hacemos. Sonriamos a propósito y sin condiciones. Y cuando las cosas se pongan difíciles, sonriamos por fe. No esperemos hasta sentirnos mejor, hagámoslo y los sentimientos apoyarán esa sonrisa.

Mi cordial invitación: ¡Desarrollemos el hábito de sonreír! No solo nos sentiremos mejor y ganaremos mejores avances, sino que atraeremos el favor de Dios sobre nosotros. ¡Hemos sido ungidos con oleo de alegría! Abrazos y a sonreír otra vez…

Columnista
17 febrero, 2017

Sonreír otra vez

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Valerio Mejía Araújo

“En tu presencia hay plenitud de gozo”. Salmos 16,11. Todos podemos encontrar razones para no sonreír: el alto costo de la vida, alguna relación rota, la escasez o algún quebranto de salud. Pero si Dios nos ha ungido con oleo de alegría, no podemos permitir que las malas actitudes arruinen nuestra alegría. No son las […]


“En tu presencia hay plenitud de gozo”. Salmos 16,11. Todos podemos encontrar razones para no sonreír: el alto costo de la vida, alguna relación rota, la escasez o algún quebranto de salud. Pero si Dios nos ha ungido con oleo de alegría, no podemos permitir que las malas actitudes arruinen nuestra alegría.

No son las acciones de las demás personas hacia nosotros, sino nuestras reacciones hacia ellos lo que determinará el avance de nuestras vidas. Ofrezcamos una palabra amable, especialmente cuando tratemos con personas hurañas y negativas. Regocijarse significa iluminar, estar alegre, poner una sonrisa en el rostro; y cuando tenemos un semblante alegre y somos amigables y divertidos estamos en sintonía con el creador.

Muchas personas pasan el día con esas caras largas, sin encontrar en verdadero sentido del gozo del Señor. La Biblia dice que conforme a lo que demos, recibiremos. Si somos gruñones, amargados y poco amigables, eso mismo cosecharemos. A la desdicha le encanta tener compañía, si proyectamos una imagen de amargura, atraeremos derrota, negatividad, seriedad y desaliento. Pero cuando sonreímos y proyectamos calidez, bondad y amabilidad, atraeremos eso mismo y personas felices vendrán hacía nosotros.

Amados amigos lectores, exploremos el poder de una sonrisa. Puede que tengamos muchas adversidades, no desestimo las circunstancias que podamos estar viviendo. Jesús dijo que en este mundo afrontaríamos aflicciones, pero que confiáramos que él había vencido al mundo. Así que, de cara a la vida, son muchas las veces que debemos sonreír por fe. En lugar de estar deprimidos, desalentados o preocupados, dejándonos mover por lo que vemos; movámonos por lo que sabemos, por lo que nos dice su palabra. ¡Escojamos ser felices!

Cuando sonreímos ante las circunstancias, cuando no nos tomamos tan en serio, cuando nos burlamos de nosotros mismos y sonreímos ante nuestros errores y equivocaciones; estamos enviando el mensaje de que Dios tiene el control. No esperemos que todo nos salga bien, pongamos una sonrisa en la cara y entonces llegará el verdadero gozo. Sonreír nos ayuda a mejorar nuestra actitud y a ver la vida desde una nueva perspectiva.

Por el verso del epígrafe podemos inferir que cuando carecemos de gozo, estamos desconectados de la presencia de Dios. Cuando estamos tristes, frustrados y resentidos, nos hemos aislados del favor de Dios; de la bendición, la sanidad y la promoción. Estudios científicos han concluido que la fuerza más poderosa de influencia humana, después de la oración, es la sonrisa. Poner una sonrisa en la cara puede lograr lo que una montaña de trámites no logra. Una sonrisa inspira bondad, respeto, amabilidad y cuidado.

Insisto en que la alegría no está sujeta a las circunstancias, sino a la certeza; a la seguridad de que Dios tiene el control. Puedo estar feliz si estoy lleno de esperanza. Cuando somos amables y amigables seremos más eficaces en lo que hacemos. Sonriamos a propósito y sin condiciones. Y cuando las cosas se pongan difíciles, sonriamos por fe. No esperemos hasta sentirnos mejor, hagámoslo y los sentimientos apoyarán esa sonrisa.

Mi cordial invitación: ¡Desarrollemos el hábito de sonreír! No solo nos sentiremos mejor y ganaremos mejores avances, sino que atraeremos el favor de Dios sobre nosotros. ¡Hemos sido ungidos con oleo de alegría! Abrazos y a sonreír otra vez…