Durante estas épocas decembrinas es muy común hacer los balances de las cosas positivas y negativas que se han registrado al cierre de cada anualidad. Sin dudas, durante este año 2016, los hechos más destacados y controvertidos fueron de tiente político; incluso desconcertantes y súbitos para muchos: la inesperada salida de Gran Bretaña de la […]
Durante estas épocas decembrinas es muy común hacer los balances de las cosas positivas y negativas que se han registrado al cierre de cada anualidad. Sin dudas, durante este año 2016, los hechos más destacados y controvertidos fueron de tiente político; incluso desconcertantes y súbitos para muchos: la inesperada salida de Gran Bretaña de la Unión Europea (UE), conocida como Brexit; el triunfo del no en el plebiscito convocado para refrendar los acuerdos de paz en Colombia; y la elección del controvertido millonario Donald Trump, como presidente de los Estados Unidos.
Que las democracias tengan esta clase de respuestas, en un mundo saturado por la mentira de los políticos y gobernantes, la corrupción, la pobreza, la desigualdad, la injusticia social, no son hechos alarmantes e inesperados, ya que constituyen la reacción y la respuesta más simple de un pueblo fastidiado y atiborrado de lo mismo. Lo preocupante de verdad, es la degradación y el relajamiento de los valores morales, éticos y democráticos de la sociedad que están siendo influenciados enormemente en la toma de este tipo de decisiones trascendentales para los pueblos a partir muchas veces de una desinformación con lenguaje confuso, ofensivo, insultante que termina por permear la libertad de opinión; basta hacerle seguimiento a las redes sociales para enterarnos del mundo que se mueve detrás de esas cuentas silenciosas pero de gran influencia para el elector, sin ninguna clase de control de vocabulario y contenido.
Es indiscutible el poder persuasivo que se maneja por medio de las redes sociales para bien y para mal. En ese sentido vemos como por ejemplo en las cuentas de facebook, twitter, se manejan expresiones agresivas, ofensivas e insultantes que en cuestiones de segundos se replican y le dan la vuelta al mundo sembrando mensajes de odio y de división; voces que lo que hacen es estimular la violencia, el rencor y la discriminación, y por consiguiente disminuyen la empatía y la solidaridad, siendo estos valores pilares fundamentales de las democracias modernas.
Como lo dijera Catalina Botero Marino en una de sus columnas: “difundir y defender estos valores ha dejado de ser relevante y se ha vuelto aburrido y poco rentable promoverlos; hoy puede generar más pasión un partido de fútbol que la idea fundamental de defender nuestros derechos y exigir ser tratados con dignidad y respeto”. De igual manera, por medio de estas cuentas hoy es común y hasta divertido, burlarse de la gente por diferentes motivos: por su pensamiento político o filosófico, por su preferencia sexual, por su credo religioso, por su raza, por el color de la piel o hasta por su cultura regional hasta destruir moralmente a las personas sin ninguna clase de compasión. Ahora, como estamos en época de reflexión y nos aprestamos a celebrar las fiestas de navidad en torno al nacimiento de Jesús, no nos queda otro camino sino el de pedirle a Él que nos ayude a pensar que los problemas de la sociedad también son nuestros problemas, que nos ayude a ser más solidarios, más justos y menos indiferentes.
Que nos atraiga a todos la sensibilización para ser más útiles a la sociedad; que nos de la tolerancia en la diferencia y el respeto en las ideas de quienes disentimos. Finalmente pidámosle a Él que así como es el centro de estas fiestas, sea todos los días el centro de nuestra familia y de nuestras vidas. Un abrazo navideño a todos mis lectores.
Durante estas épocas decembrinas es muy común hacer los balances de las cosas positivas y negativas que se han registrado al cierre de cada anualidad. Sin dudas, durante este año 2016, los hechos más destacados y controvertidos fueron de tiente político; incluso desconcertantes y súbitos para muchos: la inesperada salida de Gran Bretaña de la […]
Durante estas épocas decembrinas es muy común hacer los balances de las cosas positivas y negativas que se han registrado al cierre de cada anualidad. Sin dudas, durante este año 2016, los hechos más destacados y controvertidos fueron de tiente político; incluso desconcertantes y súbitos para muchos: la inesperada salida de Gran Bretaña de la Unión Europea (UE), conocida como Brexit; el triunfo del no en el plebiscito convocado para refrendar los acuerdos de paz en Colombia; y la elección del controvertido millonario Donald Trump, como presidente de los Estados Unidos.
Que las democracias tengan esta clase de respuestas, en un mundo saturado por la mentira de los políticos y gobernantes, la corrupción, la pobreza, la desigualdad, la injusticia social, no son hechos alarmantes e inesperados, ya que constituyen la reacción y la respuesta más simple de un pueblo fastidiado y atiborrado de lo mismo. Lo preocupante de verdad, es la degradación y el relajamiento de los valores morales, éticos y democráticos de la sociedad que están siendo influenciados enormemente en la toma de este tipo de decisiones trascendentales para los pueblos a partir muchas veces de una desinformación con lenguaje confuso, ofensivo, insultante que termina por permear la libertad de opinión; basta hacerle seguimiento a las redes sociales para enterarnos del mundo que se mueve detrás de esas cuentas silenciosas pero de gran influencia para el elector, sin ninguna clase de control de vocabulario y contenido.
Es indiscutible el poder persuasivo que se maneja por medio de las redes sociales para bien y para mal. En ese sentido vemos como por ejemplo en las cuentas de facebook, twitter, se manejan expresiones agresivas, ofensivas e insultantes que en cuestiones de segundos se replican y le dan la vuelta al mundo sembrando mensajes de odio y de división; voces que lo que hacen es estimular la violencia, el rencor y la discriminación, y por consiguiente disminuyen la empatía y la solidaridad, siendo estos valores pilares fundamentales de las democracias modernas.
Como lo dijera Catalina Botero Marino en una de sus columnas: “difundir y defender estos valores ha dejado de ser relevante y se ha vuelto aburrido y poco rentable promoverlos; hoy puede generar más pasión un partido de fútbol que la idea fundamental de defender nuestros derechos y exigir ser tratados con dignidad y respeto”. De igual manera, por medio de estas cuentas hoy es común y hasta divertido, burlarse de la gente por diferentes motivos: por su pensamiento político o filosófico, por su preferencia sexual, por su credo religioso, por su raza, por el color de la piel o hasta por su cultura regional hasta destruir moralmente a las personas sin ninguna clase de compasión. Ahora, como estamos en época de reflexión y nos aprestamos a celebrar las fiestas de navidad en torno al nacimiento de Jesús, no nos queda otro camino sino el de pedirle a Él que nos ayude a pensar que los problemas de la sociedad también son nuestros problemas, que nos ayude a ser más solidarios, más justos y menos indiferentes.
Que nos atraiga a todos la sensibilización para ser más útiles a la sociedad; que nos de la tolerancia en la diferencia y el respeto en las ideas de quienes disentimos. Finalmente pidámosle a Él que así como es el centro de estas fiestas, sea todos los días el centro de nuestra familia y de nuestras vidas. Un abrazo navideño a todos mis lectores.