En medio de una cadena de recuerdos Rolando Ochoa Tardiú trajo a su pensamiento todas esas vivencias acumuladas en la vida de ‘El viejo Calo’, como sigue llamando a su papá Calixto Antonio Ochoa Campo, el hijo querido de Valencia de Jesús.
En medio de una cadena de recuerdos Rolando Ochoa Tardiú trajo a su pensamiento todas esas vivencias acumuladas en la vida de ‘El viejo Calo’, como sigue llamando a su papá Calixto Antonio Ochoa Campo, el hijo querido de Valencia de Jesús.
Hizo una parada en su ajetreado trajín musical que comprende conciertos al lado del cantante Martín Elías, grabaciones y composiciones para sentarse a rendirle un nuevo homenaje a su progenitor, esta vez contando detalles que le marcaron su vida y que hoy lo tienen en un lugar de honor dentro del mundo vallenato.
“En vida a ‘El viejo Calo’, mi querido papá, se le entregó todo. Mi misión como hijo fue darle alegrías, seguir sus pasos y se sentía orgulloso de mí. La tarea no acaba porque su dinastía la tenemos que sacar adelante”.
Las palabras huyeron porque las lágrimas salieron y su voz se quebrantó. Ya un poco repuesto volvió a seguir con la entrevista. “Mi papá sembró y cosechó los mejores frutos del folclor vallenato. Predicó con su humildad y calidad humana y lo más importante es que nos enseñó no mirar a los demás por encima del hombro. No eres más, ni menos que nadie, solía decirnos”.
La marca de Calixto Ochoa continúa más vigente que nunca, a pesar de pasar un año de su partida. Sus canciones no dejan de sonar, entre ellas las que registran las dos producciones musicales que ha hecho su hijo Rolando.
“A ‘El viejo Calo’, le hice ese homenaje que ha sido bien recibido porque se hizo con todo el sentimiento y el apoyo de los mejores cantantes vallenatos. El próximo año le haré un nuevo homenaje junto a Alfredo Gutiérrez, un juglar que tuvo todo el respaldo de mi papá”.
Al tratar de indagarle sobre la canción del amplio repertorio de Calixto Ochoa, que más le gustaba no dudo en manifestar que era: ‘Sueño triste’.
En la revelación de un sueño
yo presenciaba mi cadáver,
pero esto tenia un misterio
porque yo amanecí grave.
El día que muera este negro
quedará de luto el Valle.
Rolando Ochoa canta los primeros versos. Se detiene y anota. “Esa canción la compuso ‘El viejo Calo’ en 1969, y fue como la radiografía de su despedida del mundo terrenal porque tal como dice se cumplió. Estuvo de luto el Valle y todo el país, lo llorábamos todos y su acordeón quedó de luto”.
A medida que iba avanzando el diálogo Rolando recordaba diversos momentos y llegó al punto de su debut como acordeonero por solicitud de su papá. “Lo voy a contar tal como sucedió porque fue el más bello inicio de mi vida musical”.
Levanta su mirada al cielo y comienza a narrar. “Tenía 12 años, y ‘El viejo Calo’ me llevó a una caseta en Purísima, Córdoba. Cuando ya iba la tercera tanda, antes eran cuatro tandas, yo me estaba durmiendo. Debían ser como las dos de la mañana cuando ‘El viejo Calo’ me anunció diciendo. “Les voy a presentar a mi hijo Rolando que toca muy bien”. Enseguida pidió permiso y la gente aplaudió”.
Lo que no esperaba Calixto Ochoa era que el hijo se negara porque estaba casi dormido, pero él lo animó y lo hizo tocar su acordeón.
“Me animó diciéndome que tocaba bien y era la ocasión para perderle el miedo a la gente. Lo hice e interpreté la canción ‘Alicia la campesina’ de Andrés Landero. No más terminé tomó el micrófono y dijo: “Vea, este pelao va a tocar una canción de otro compositor teniendo yo tantas”. La gente se echó a reír”.
Rolando atendiendo la petición de su papá interpretó ‘Muriendo lentamente’.
“Mi viejo, se emocionó y cada vez que recuerdo esta historia me lleno de sentimiento porque fue el inicio de mi proceso musical. ‘El viejo Calo’ alcanzó a vivir parte de mis triunfos y se sentía muy orgulloso. No me canso de repetirlo”.
Rolando Ochoa sigue contando sobre la vida de su padre y expresa su agradecimiento a la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata por rendirle hace cuatro años el más grande homenaje en el Festival de la Leyenda Vallenata.
“Ese homenaje fue espectacular. ‘El viejo Calo’ vivió grandes momentos al recordar toda su historia musical y su vida en este territorio donde partió siendo muy jovencito. Lindo ese homenaje en vida”.
Continuó diciendo que muchos cantantes vallenatos y extranjeros contribuyeron con su voz a la grandeza musical de su padre y que en total le habían grabado mil 123 canciones.
Calixto Ochoa fue padre de nueve hijos: Calixto, César, Rolando, Adonay, Jackelyn, Katia, Kelly, Alba y María José.
Cuando Rolando Ochoa tomaba su acordeón para hacer la introducción de varias de las canciones de su papá con la finalidad de concluir la entrevista recordó el último momento que vio a su padre con vida,
“Pocas horas antes lo visité en la clínica y estaba sereno, Cuando le hablé abrió los ojos y empezó a llorar. Le dije que estuviera tranquilo que Dios le había regalado tantas cosas bellas como su familia y su música que alegró millones de corazones”.
Rolando, el hijo que sigue cosechando notas y canciones está metido en ese mundo al que aquella noche de hace 27 años en un pueblo cordobés su papá le hizo tomar el alimento necesario para que fuera su sucesor, compromiso que viene asumiendo con altura y conociendo aquellas sabias palabras: “Mijo, si te vas a dedicar a la música, tienes que tener presente que por muy bueno que seas, por muchos logros que alcances, nunca vas a tener contento a todo el mundo. Así que como los mulos y caballos de los carromulas, lo mejor es no mirar para los lados. Siempre para el frente, echar para adelante”.
Por Juan Rincón Vanegas
@juanrinconv
En medio de una cadena de recuerdos Rolando Ochoa Tardiú trajo a su pensamiento todas esas vivencias acumuladas en la vida de ‘El viejo Calo’, como sigue llamando a su papá Calixto Antonio Ochoa Campo, el hijo querido de Valencia de Jesús.
En medio de una cadena de recuerdos Rolando Ochoa Tardiú trajo a su pensamiento todas esas vivencias acumuladas en la vida de ‘El viejo Calo’, como sigue llamando a su papá Calixto Antonio Ochoa Campo, el hijo querido de Valencia de Jesús.
Hizo una parada en su ajetreado trajín musical que comprende conciertos al lado del cantante Martín Elías, grabaciones y composiciones para sentarse a rendirle un nuevo homenaje a su progenitor, esta vez contando detalles que le marcaron su vida y que hoy lo tienen en un lugar de honor dentro del mundo vallenato.
“En vida a ‘El viejo Calo’, mi querido papá, se le entregó todo. Mi misión como hijo fue darle alegrías, seguir sus pasos y se sentía orgulloso de mí. La tarea no acaba porque su dinastía la tenemos que sacar adelante”.
Las palabras huyeron porque las lágrimas salieron y su voz se quebrantó. Ya un poco repuesto volvió a seguir con la entrevista. “Mi papá sembró y cosechó los mejores frutos del folclor vallenato. Predicó con su humildad y calidad humana y lo más importante es que nos enseñó no mirar a los demás por encima del hombro. No eres más, ni menos que nadie, solía decirnos”.
La marca de Calixto Ochoa continúa más vigente que nunca, a pesar de pasar un año de su partida. Sus canciones no dejan de sonar, entre ellas las que registran las dos producciones musicales que ha hecho su hijo Rolando.
“A ‘El viejo Calo’, le hice ese homenaje que ha sido bien recibido porque se hizo con todo el sentimiento y el apoyo de los mejores cantantes vallenatos. El próximo año le haré un nuevo homenaje junto a Alfredo Gutiérrez, un juglar que tuvo todo el respaldo de mi papá”.
Al tratar de indagarle sobre la canción del amplio repertorio de Calixto Ochoa, que más le gustaba no dudo en manifestar que era: ‘Sueño triste’.
En la revelación de un sueño
yo presenciaba mi cadáver,
pero esto tenia un misterio
porque yo amanecí grave.
El día que muera este negro
quedará de luto el Valle.
Rolando Ochoa canta los primeros versos. Se detiene y anota. “Esa canción la compuso ‘El viejo Calo’ en 1969, y fue como la radiografía de su despedida del mundo terrenal porque tal como dice se cumplió. Estuvo de luto el Valle y todo el país, lo llorábamos todos y su acordeón quedó de luto”.
A medida que iba avanzando el diálogo Rolando recordaba diversos momentos y llegó al punto de su debut como acordeonero por solicitud de su papá. “Lo voy a contar tal como sucedió porque fue el más bello inicio de mi vida musical”.
Levanta su mirada al cielo y comienza a narrar. “Tenía 12 años, y ‘El viejo Calo’ me llevó a una caseta en Purísima, Córdoba. Cuando ya iba la tercera tanda, antes eran cuatro tandas, yo me estaba durmiendo. Debían ser como las dos de la mañana cuando ‘El viejo Calo’ me anunció diciendo. “Les voy a presentar a mi hijo Rolando que toca muy bien”. Enseguida pidió permiso y la gente aplaudió”.
Lo que no esperaba Calixto Ochoa era que el hijo se negara porque estaba casi dormido, pero él lo animó y lo hizo tocar su acordeón.
“Me animó diciéndome que tocaba bien y era la ocasión para perderle el miedo a la gente. Lo hice e interpreté la canción ‘Alicia la campesina’ de Andrés Landero. No más terminé tomó el micrófono y dijo: “Vea, este pelao va a tocar una canción de otro compositor teniendo yo tantas”. La gente se echó a reír”.
Rolando atendiendo la petición de su papá interpretó ‘Muriendo lentamente’.
“Mi viejo, se emocionó y cada vez que recuerdo esta historia me lleno de sentimiento porque fue el inicio de mi proceso musical. ‘El viejo Calo’ alcanzó a vivir parte de mis triunfos y se sentía muy orgulloso. No me canso de repetirlo”.
Rolando Ochoa sigue contando sobre la vida de su padre y expresa su agradecimiento a la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata por rendirle hace cuatro años el más grande homenaje en el Festival de la Leyenda Vallenata.
“Ese homenaje fue espectacular. ‘El viejo Calo’ vivió grandes momentos al recordar toda su historia musical y su vida en este territorio donde partió siendo muy jovencito. Lindo ese homenaje en vida”.
Continuó diciendo que muchos cantantes vallenatos y extranjeros contribuyeron con su voz a la grandeza musical de su padre y que en total le habían grabado mil 123 canciones.
Calixto Ochoa fue padre de nueve hijos: Calixto, César, Rolando, Adonay, Jackelyn, Katia, Kelly, Alba y María José.
Cuando Rolando Ochoa tomaba su acordeón para hacer la introducción de varias de las canciones de su papá con la finalidad de concluir la entrevista recordó el último momento que vio a su padre con vida,
“Pocas horas antes lo visité en la clínica y estaba sereno, Cuando le hablé abrió los ojos y empezó a llorar. Le dije que estuviera tranquilo que Dios le había regalado tantas cosas bellas como su familia y su música que alegró millones de corazones”.
Rolando, el hijo que sigue cosechando notas y canciones está metido en ese mundo al que aquella noche de hace 27 años en un pueblo cordobés su papá le hizo tomar el alimento necesario para que fuera su sucesor, compromiso que viene asumiendo con altura y conociendo aquellas sabias palabras: “Mijo, si te vas a dedicar a la música, tienes que tener presente que por muy bueno que seas, por muchos logros que alcances, nunca vas a tener contento a todo el mundo. Así que como los mulos y caballos de los carromulas, lo mejor es no mirar para los lados. Siempre para el frente, echar para adelante”.
Por Juan Rincón Vanegas
@juanrinconv