Donald Trump, magnate norteamericano, cercano al mundo del espectáculo, privilegiado de la vida, abstemio, obsesivo por la limpieza personal, a los 13 años ingresó a la escuela militar de Nueva York, allí se graduó en 1964. Continuó sus estudios universitarios en la Universidad de Fordham y posteriormente hizo una maestría de administración de empresas en […]
Donald Trump, magnate norteamericano, cercano al mundo del espectáculo, privilegiado de la vida, abstemio, obsesivo por la limpieza personal, a los 13 años ingresó a la escuela militar de Nueva York, allí se graduó en 1964. Continuó sus estudios universitarios en la Universidad de Fordham y posteriormente hizo una maestría de administración de empresas en la prestigiosa Escuela Wharton de Negocios en la Universidad de Pensilvania.
Durante el periodo de campaña el electo presidente de la primera potencia mundial, mantuvo una línea de discurso caracterizada por mensajes nacionalistas inverosímiles y retóricos, recibidos con mucho escepticismo por sectores geopolíticos y económicos, particularmente en América Latina. En la dinámica de la actividad política, los escenarios cambian con rapidez, en la sede de su campaña para proclamarse ganador, Donald Trump expresó: “es tiempo de cicatrizar las heridas de la división, le prometo a todos los ciudadanos de este país que seré el presidente de todos los estadounidenses”
Estados Unidos es una nación que procura la anticipación, sus instituciones son fuertes como sus intereses, no deciden con base en la coyuntura, ni por vocación ideológica, razones suficientes para creer que la predisposición a Donald Trump, obedece a sus insinuaciones cuando debatía con Hilary Clinton. Donald Trump tiene el reto de no generar fricciones para mantener la grandeza de su país, con base en la disipación de la incertidumbre, pues de lo contrario causaría su decadencia y profundizaría la división que ha generado su llegada al poder.
El país del Tío Sam ha salido airoso de la guerra civil del siglo 19, dos guerras mundiales y la turbulencia de la guerra fría. La nueva era que vive el mundo, no es una tendencia suscrita por Donald Trump, pero es innegable que con su ascensión podría (no hay certeza) materializar factores de cambios formulados durante el proceso proselitista. Entre estos tienen resonancia: rompimiento del paradigma de una nación tradicionalmente garante del modelo y principios del sistema democrático, revolución cultural y estigmatización religiosa, retroceso de los procesos de integración económica en procura de un nuevo orden económico mundial, disolución de alianzas militares con la OTAN, a cambio de buscar cordialidades con Rusia.
Aunque nadie sabe a ciencia cierta lo que será la vida de los estadounidenses y del mundo luego de la victoria de Donald Trump, no podemos soslayar que los rumores temerarios están soportados en bases especulativas, no obstante, es pertinente resaltar que la humanidad transita con problemáticas como la crisis económica de Europa, refugiados, el Terrorismo, Calentamiento Global, Agotamiento de Recursos, Aumento de la Población Mundial y la Pobreza. En cada uno de estos, Estados Unidos es determinante e influyente indistintamente del inquilino de la casa blanca.
Donald Trump, magnate norteamericano, cercano al mundo del espectáculo, privilegiado de la vida, abstemio, obsesivo por la limpieza personal, a los 13 años ingresó a la escuela militar de Nueva York, allí se graduó en 1964. Continuó sus estudios universitarios en la Universidad de Fordham y posteriormente hizo una maestría de administración de empresas en […]
Donald Trump, magnate norteamericano, cercano al mundo del espectáculo, privilegiado de la vida, abstemio, obsesivo por la limpieza personal, a los 13 años ingresó a la escuela militar de Nueva York, allí se graduó en 1964. Continuó sus estudios universitarios en la Universidad de Fordham y posteriormente hizo una maestría de administración de empresas en la prestigiosa Escuela Wharton de Negocios en la Universidad de Pensilvania.
Durante el periodo de campaña el electo presidente de la primera potencia mundial, mantuvo una línea de discurso caracterizada por mensajes nacionalistas inverosímiles y retóricos, recibidos con mucho escepticismo por sectores geopolíticos y económicos, particularmente en América Latina. En la dinámica de la actividad política, los escenarios cambian con rapidez, en la sede de su campaña para proclamarse ganador, Donald Trump expresó: “es tiempo de cicatrizar las heridas de la división, le prometo a todos los ciudadanos de este país que seré el presidente de todos los estadounidenses”
Estados Unidos es una nación que procura la anticipación, sus instituciones son fuertes como sus intereses, no deciden con base en la coyuntura, ni por vocación ideológica, razones suficientes para creer que la predisposición a Donald Trump, obedece a sus insinuaciones cuando debatía con Hilary Clinton. Donald Trump tiene el reto de no generar fricciones para mantener la grandeza de su país, con base en la disipación de la incertidumbre, pues de lo contrario causaría su decadencia y profundizaría la división que ha generado su llegada al poder.
El país del Tío Sam ha salido airoso de la guerra civil del siglo 19, dos guerras mundiales y la turbulencia de la guerra fría. La nueva era que vive el mundo, no es una tendencia suscrita por Donald Trump, pero es innegable que con su ascensión podría (no hay certeza) materializar factores de cambios formulados durante el proceso proselitista. Entre estos tienen resonancia: rompimiento del paradigma de una nación tradicionalmente garante del modelo y principios del sistema democrático, revolución cultural y estigmatización religiosa, retroceso de los procesos de integración económica en procura de un nuevo orden económico mundial, disolución de alianzas militares con la OTAN, a cambio de buscar cordialidades con Rusia.
Aunque nadie sabe a ciencia cierta lo que será la vida de los estadounidenses y del mundo luego de la victoria de Donald Trump, no podemos soslayar que los rumores temerarios están soportados en bases especulativas, no obstante, es pertinente resaltar que la humanidad transita con problemáticas como la crisis económica de Europa, refugiados, el Terrorismo, Calentamiento Global, Agotamiento de Recursos, Aumento de la Población Mundial y la Pobreza. En cada uno de estos, Estados Unidos es determinante e influyente indistintamente del inquilino de la casa blanca.