Hildemaro Bolaño Olmedo nació el 14 de noviembre de 1938 en el municipio de Codazzi, Cesar. Hoy será sepultado en Valledupar.
Cuando muere alguien querido, el corazón entra en un duelo en que sólo tienen cabida el luto y la pena, como respuesta emocional del adiós final. Así lo describe la psicología y es preciso ese, el estado de muchos hoy, ante la despedida eterna de un hombre que ayudó a fortalecer los cimientos de la Música Vallenata Tradicional, que hoy es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
“Paz en tu tumba” es lo que se lee en muros y estados de las redes sociales de sus amigos y seguidores en las redes sociales, como expresión de lamento por su muerte; como abrazo intangible de despedida a Hildemaro Bolaño Olmedo, ‘El Decano del Acordeón’, quien a las 11:00 de la mañana de este sábado, 24 de septiembre perdió la batalla ante una fibrosis pulmonar.
“Es una noticia muy dura”, respondieron con lágrimas en los ojos sus más cercanos, pero había un hombre al que esta noticia le traspasó el corazón con rudeza y lo estrelló de golpe con un descomunal desafío, para cuyo enfrentamiento deberá invocar el coraje de su estirpe, echar mano de la pujanza, templanza y compromiso con la tradición que en los genes lleva por transmisión de su abuelo Chico Bolaño y de su padre Hildemaro, quien se despide hoy. Este hombre es Hildemaro Bolaño Escobar, a quien la noticia de la muerte de su padre lo agarró cuando sostenía en sus manos el acordeón para defender su casta en la final del Festival Cuna de Acordeones, en Villanueva, La Guajira.
“Es un homenaje que yo le hago a papá”, dijo Bolaño Escobar mientras cubría la ruta Valledupar – Villanueva, para subirse a la tarima y –acordeón al pecho- refrendar otra vez el nombre de su dinastía, cuya raíz (Francisco Irenio Bolaño Marshalll – Chico Bolaño) brotó en El Molino en 1903 y diseminó su arte y sus saberes no solo por el Magdalena Grande sino en su hijo y sus nietos Hildemaro y Madeleine Bolaño Escobar.
Precisamente, la dinastía de los Bolaños en una historia que hacen parte de los Relatos de Un Patrimonio Que se Canta, que construyen radialistas de la región, con el acompañamiento del Ministerio de Cultura y sus direcciones de Patrimonio y Comunicaciones – a través del Proyecto Las Fronteras Cuentan- en el marco de la estrategia del Plan Especial de Salvaguardia para la Música Vallenata Tradicional en el Caribe Colombiano.
Contarle a las generaciones presentes y futuras las raíces de su cultura es una de las más efectivas medidas de salvaguardia, por lo cual estos relatos le apuntan a la construcción de piezas como esta, que muestra, desde el perfil de Chico Bolaño, como sus aportes fueron determinantes por ejemplo para ordenar los aires vallenatos mediante la marcación diferencial de los bajos en el acordeón. Su hijo, Hildemaro Bolaño Olmedo, no solo absorbió todos estos conocimientos sino que se convirtió en arreglador del instrumento, querido y admirado por otros colegas de oficio de su época: “Fue una gran persona, un buen músico. Nosotros fuimos grandes amigos”, expresó Ovidio Granados, técnico de acordeones y tronco de la Dinastía Granados.
“Se va un cúmulo de conocimientos, tanto de la técnica del vallenato tradicional, de la historia de la juglaría, como de la sapiencia del reparador, técnico o luthier de acordeones diatónicos”, anotó Alberto ‘Beto’ Murgas Peñaloza, compositor, acordeonero y coleccionista de acordeones. Por su parte, el locutor y folclorista Jaime Pérez Parodi lamentó la noticia diciendo que “se va un cultor del vallenato raizal”.
En la despedida hay, entonces, llanto, lamentos, homenajes y canciones amenizadas con el instrumento que era su vida y con el amor infinito de su hijo, que desde la tarima de competencia evocará las notas de su abuelo para homenajear a su padre. El paseo ‘Catalina Daza’ y la puya ‘La Puerca Mona’, de la autoría de Chico Bolaño. Seguramente habrá también otras canciones que pongan de presente lo que este hombre significa para el folclor, sonarán acordeones de sus amigos, de Madeleine su hija que le heredó el arte, así como Hildemaro, quien habrá cumplido con la encomienda en el Festival y, ya sea como rey del Cuna de Acordeones o como finalista, le dirá adiós con canciones a su progenitor, al hombre que a raíz de una obra musical fue bautizado como ‘El Decano’ y que se convirtió en eso para sus herederos de sangre y de arte.
Hildemaro Bolaño Olmedo nació el 14 de noviembre de 1938 en el municipio de Codazzi, Cesar, y falleció este sábado 24 de septiembre de 2016 en el hospital Rosario Pumarejo de López, en Valledupar, de donde fue trasladado a la Funeraria Los Ángeles para su velación.
“Se va un cúmulo de conocimientos, tanto de la técnica del vallenato tradicional, de la historia de la juglaría, como de la sapiencia del reparador, técnico o luthier de acordeones diatónicos”: ‘Beto’ Murgas.
Por María Ruth Mosquera
Hildemaro Bolaño Olmedo nació el 14 de noviembre de 1938 en el municipio de Codazzi, Cesar. Hoy será sepultado en Valledupar.
Cuando muere alguien querido, el corazón entra en un duelo en que sólo tienen cabida el luto y la pena, como respuesta emocional del adiós final. Así lo describe la psicología y es preciso ese, el estado de muchos hoy, ante la despedida eterna de un hombre que ayudó a fortalecer los cimientos de la Música Vallenata Tradicional, que hoy es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
“Paz en tu tumba” es lo que se lee en muros y estados de las redes sociales de sus amigos y seguidores en las redes sociales, como expresión de lamento por su muerte; como abrazo intangible de despedida a Hildemaro Bolaño Olmedo, ‘El Decano del Acordeón’, quien a las 11:00 de la mañana de este sábado, 24 de septiembre perdió la batalla ante una fibrosis pulmonar.
“Es una noticia muy dura”, respondieron con lágrimas en los ojos sus más cercanos, pero había un hombre al que esta noticia le traspasó el corazón con rudeza y lo estrelló de golpe con un descomunal desafío, para cuyo enfrentamiento deberá invocar el coraje de su estirpe, echar mano de la pujanza, templanza y compromiso con la tradición que en los genes lleva por transmisión de su abuelo Chico Bolaño y de su padre Hildemaro, quien se despide hoy. Este hombre es Hildemaro Bolaño Escobar, a quien la noticia de la muerte de su padre lo agarró cuando sostenía en sus manos el acordeón para defender su casta en la final del Festival Cuna de Acordeones, en Villanueva, La Guajira.
“Es un homenaje que yo le hago a papá”, dijo Bolaño Escobar mientras cubría la ruta Valledupar – Villanueva, para subirse a la tarima y –acordeón al pecho- refrendar otra vez el nombre de su dinastía, cuya raíz (Francisco Irenio Bolaño Marshalll – Chico Bolaño) brotó en El Molino en 1903 y diseminó su arte y sus saberes no solo por el Magdalena Grande sino en su hijo y sus nietos Hildemaro y Madeleine Bolaño Escobar.
Precisamente, la dinastía de los Bolaños en una historia que hacen parte de los Relatos de Un Patrimonio Que se Canta, que construyen radialistas de la región, con el acompañamiento del Ministerio de Cultura y sus direcciones de Patrimonio y Comunicaciones – a través del Proyecto Las Fronteras Cuentan- en el marco de la estrategia del Plan Especial de Salvaguardia para la Música Vallenata Tradicional en el Caribe Colombiano.
Contarle a las generaciones presentes y futuras las raíces de su cultura es una de las más efectivas medidas de salvaguardia, por lo cual estos relatos le apuntan a la construcción de piezas como esta, que muestra, desde el perfil de Chico Bolaño, como sus aportes fueron determinantes por ejemplo para ordenar los aires vallenatos mediante la marcación diferencial de los bajos en el acordeón. Su hijo, Hildemaro Bolaño Olmedo, no solo absorbió todos estos conocimientos sino que se convirtió en arreglador del instrumento, querido y admirado por otros colegas de oficio de su época: “Fue una gran persona, un buen músico. Nosotros fuimos grandes amigos”, expresó Ovidio Granados, técnico de acordeones y tronco de la Dinastía Granados.
“Se va un cúmulo de conocimientos, tanto de la técnica del vallenato tradicional, de la historia de la juglaría, como de la sapiencia del reparador, técnico o luthier de acordeones diatónicos”, anotó Alberto ‘Beto’ Murgas Peñaloza, compositor, acordeonero y coleccionista de acordeones. Por su parte, el locutor y folclorista Jaime Pérez Parodi lamentó la noticia diciendo que “se va un cultor del vallenato raizal”.
En la despedida hay, entonces, llanto, lamentos, homenajes y canciones amenizadas con el instrumento que era su vida y con el amor infinito de su hijo, que desde la tarima de competencia evocará las notas de su abuelo para homenajear a su padre. El paseo ‘Catalina Daza’ y la puya ‘La Puerca Mona’, de la autoría de Chico Bolaño. Seguramente habrá también otras canciones que pongan de presente lo que este hombre significa para el folclor, sonarán acordeones de sus amigos, de Madeleine su hija que le heredó el arte, así como Hildemaro, quien habrá cumplido con la encomienda en el Festival y, ya sea como rey del Cuna de Acordeones o como finalista, le dirá adiós con canciones a su progenitor, al hombre que a raíz de una obra musical fue bautizado como ‘El Decano’ y que se convirtió en eso para sus herederos de sangre y de arte.
Hildemaro Bolaño Olmedo nació el 14 de noviembre de 1938 en el municipio de Codazzi, Cesar, y falleció este sábado 24 de septiembre de 2016 en el hospital Rosario Pumarejo de López, en Valledupar, de donde fue trasladado a la Funeraria Los Ángeles para su velación.
“Se va un cúmulo de conocimientos, tanto de la técnica del vallenato tradicional, de la historia de la juglaría, como de la sapiencia del reparador, técnico o luthier de acordeones diatónicos”: ‘Beto’ Murgas.
Por María Ruth Mosquera