En la Academia de Historia del Cesar reposará el primer periódico de Valledupar, que actualmente se encuentra en la residencia de su creador, Calixto Mejía Castro, como una reliquia de sus años juveniles.
Cuando Valledupar solo estaba conformado con lo que hoy en día se conoce como el Centro Histórico, una tierra abandonada por el gobierno central y aún hacía parte del departamento del Magdalena, Calixto Mejía Castro, un joven inquieto de 21 años que estudiaba en la capital del país, decidió crear un periódico que diera a conocer los pormenores de la región.
“En ese entonces Valledupar era todo el sector del actual centro hasta Cinco Esquinas, parte de la novena, el Cementerio Central era monte y parte de la cuarta”, aseguró Mejía Castro, quien agregó que cuando salió de su tierra tenía 15 años. Se fue a cursar sus estudios secundarios a Bogotá en el colegio El Rosario, luego pasó a la Universidad Nacional a estudiar Ingeniería Civil, tiempo en el que se vinculó como corresponsal sin sueldo del Diario de Colombia, con notas de su Valledupar del alma.
Esa experiencia lo motivó a crear un periódico en su tierra. El artífice de esta idea, quien hoy tiene 85 años, recuerda que este medio de comunicación impreso se convirtió en el primero de este tipo en la ciudad, lo cual logró gracias al trabajo conjunto con William Bendeck Olivella, quien fungía como Subdirector -ya fallecido-, y Eduardo Castro Maya, quien era el Jefe de Redacción; y a la financiación de su padre José Calixto Mejía Monsalvo.
Eran tres jóvenes universitarios que empezaron esta iniciativa desde sus pensiones en Bogotá en el año de 1952. Cada uno de ellos escribía artículos en sus máquinas de escribir, los cuales debatían en reuniones que hacían permanentemente y los complementaban con la colaboración de escritos de personajes destacados como Julio César García, quien fue Ministro de despacho; Enrique Pérez Arbeláez, uno de los mejores estudiosos de la flora colombiana; Manuel Zapata Olivella, uno de los primeros que dio a conocer la música vallenata en la capital; Aníbal Martínez Zuleta, quien fue alcalde de Valledupar y Contralor General; Pepe Castro, exgobernador del Cesar, y Clemente Quintero, exsenador de la República, para al final ser impreso en una imprenta de monjas.
El periódico se denominó ‘Antorcha Provinciana’, como una simbología de que toda persona debía iluminarse con el conocimiento y para hacer un aporte a esta tarea apareció un medio que prometía informar sobre hechos de interés nacional que repercutían en el ámbito local. Circulaba cada quince días, con un costo de 10 centavos, y poco a poco logró ser acogido por los vallenatos, incluso que las pocas empresas de la región pautaran en el mismo, con lo que pudieron sostenerlo. Así lo asegura con orgullo Mejía Castro.
Su consigna era “medio juvenil e independiente”. Los principales artículos no se regían por la lucha política que en esa época se daba entre conservadores y liberales. Era de un formato más ancho y largo que el tabloide; tenía ocho páginas, divididas en las siguientes secciones: portada, columnas de opinión, Editorial, Historia y Literatura, Así es la provincia, Deportes, Sociales, Agricultura y Ganadería.
El periódico estuvo en circulación por un año, hasta diciembre del 1953, cuando el fundador y director Calixto Mejía Castro se fue para Estados Unidos a culminar sus estudios universitarios.
Para este Ingeniero Civil, que fue Director de la Cruz Roja de Valledupar, y que aprendió del periodismo por esta experiencia, los medios de comunicación adquieren una fuerza impresionante, en la medida que le abren los ojos a quien lo lee, porque le informa de lo que sucede en su entorno y despierta opiniones.
“Se requieren más noticias sobre las necesidades de la región para que genere debate en el pueblo y cree conciencia en las personas de lo mucho que falta por hacer, de la necesidad de gobernantes bien preparados para que podamos avanzar mucho más del estado actual en que se encuentra la capital del Cesar”, argumentó.
Como un aporte a las nuevas generaciones, Mejía Castro donará el primer periódico que circuló en Valledupar a la Academia de Historia del Cesar. “Lo donaré porque allí es que debe estar. La historia hay que reconstruirla. La idea es que los jóvenes de la región conozcan cómo fue Valledupar hace 64 años atrás, teniendo presente que el que no conoce la historia está condenada a repetirla”, aseveró, con la añoranza que se generen conversatorios, donde los adultos mayores trasmitan sus saberes a los de menos edad, con el fin que las historias de ayer no se pierdan.
El interés de Calixto Mejía Castro por estudiar los momentos claves de la nación y de la región le dan argumentos suficientes para determinar tres momentos claves para el Cesar como lo fue:
-En 1936 en el mandato de Alfonso López Pumarejo, quien por ser hijo de una vallenata, centró mucho su mirada hacia la ciudad. Fue así como construyó las edificaciones de lo que hoy en día es el hospital Rosario Pumarejo, la Escuela de Artes y Oficios (hoy en día el colegio Instpecam), el aeropuerto y algunas carreteras.
-Entre 1948 a 1949, cuando Mariano Ospina Pérez era presidente, decretó convertir IFA, el Instituto de Fomento Algodonero de Antioquia a Instituto de Fomento Algodonero de Colombia; eximió al IFA de importación de maquinarias y le pasó un impuesto a la fibra de algodón al IFA; y convirtió al agricultor en un socio del gobierno, lo que permitió que las entidades bancarias le prestaran con la sola cédula, lo que le significó un aporte a los productores vallenatos de ese entonces.
-En 1953, a finales del gobierno de Laureano Gómez y mandato de Rojas Pinilla, se dio el Plan Vial de Colombia, que implementó carreteras para Valledupar, teniendo en cuenta que la ciudad prácticamente estaba incomunicada con el resto del país.
De este hecho recuerda que para ir a Bogotá los vallenatos debían ir en bus a Barranquilla, donde tomaban un barco que los dejaba en La Dorada, Caldas, y de allí tomaban un ferrocarril para la capital.
Annelise Barriga Ramírez/EL PILÓN
En la Academia de Historia del Cesar reposará el primer periódico de Valledupar, que actualmente se encuentra en la residencia de su creador, Calixto Mejía Castro, como una reliquia de sus años juveniles.
Cuando Valledupar solo estaba conformado con lo que hoy en día se conoce como el Centro Histórico, una tierra abandonada por el gobierno central y aún hacía parte del departamento del Magdalena, Calixto Mejía Castro, un joven inquieto de 21 años que estudiaba en la capital del país, decidió crear un periódico que diera a conocer los pormenores de la región.
“En ese entonces Valledupar era todo el sector del actual centro hasta Cinco Esquinas, parte de la novena, el Cementerio Central era monte y parte de la cuarta”, aseguró Mejía Castro, quien agregó que cuando salió de su tierra tenía 15 años. Se fue a cursar sus estudios secundarios a Bogotá en el colegio El Rosario, luego pasó a la Universidad Nacional a estudiar Ingeniería Civil, tiempo en el que se vinculó como corresponsal sin sueldo del Diario de Colombia, con notas de su Valledupar del alma.
Esa experiencia lo motivó a crear un periódico en su tierra. El artífice de esta idea, quien hoy tiene 85 años, recuerda que este medio de comunicación impreso se convirtió en el primero de este tipo en la ciudad, lo cual logró gracias al trabajo conjunto con William Bendeck Olivella, quien fungía como Subdirector -ya fallecido-, y Eduardo Castro Maya, quien era el Jefe de Redacción; y a la financiación de su padre José Calixto Mejía Monsalvo.
Eran tres jóvenes universitarios que empezaron esta iniciativa desde sus pensiones en Bogotá en el año de 1952. Cada uno de ellos escribía artículos en sus máquinas de escribir, los cuales debatían en reuniones que hacían permanentemente y los complementaban con la colaboración de escritos de personajes destacados como Julio César García, quien fue Ministro de despacho; Enrique Pérez Arbeláez, uno de los mejores estudiosos de la flora colombiana; Manuel Zapata Olivella, uno de los primeros que dio a conocer la música vallenata en la capital; Aníbal Martínez Zuleta, quien fue alcalde de Valledupar y Contralor General; Pepe Castro, exgobernador del Cesar, y Clemente Quintero, exsenador de la República, para al final ser impreso en una imprenta de monjas.
El periódico se denominó ‘Antorcha Provinciana’, como una simbología de que toda persona debía iluminarse con el conocimiento y para hacer un aporte a esta tarea apareció un medio que prometía informar sobre hechos de interés nacional que repercutían en el ámbito local. Circulaba cada quince días, con un costo de 10 centavos, y poco a poco logró ser acogido por los vallenatos, incluso que las pocas empresas de la región pautaran en el mismo, con lo que pudieron sostenerlo. Así lo asegura con orgullo Mejía Castro.
Su consigna era “medio juvenil e independiente”. Los principales artículos no se regían por la lucha política que en esa época se daba entre conservadores y liberales. Era de un formato más ancho y largo que el tabloide; tenía ocho páginas, divididas en las siguientes secciones: portada, columnas de opinión, Editorial, Historia y Literatura, Así es la provincia, Deportes, Sociales, Agricultura y Ganadería.
El periódico estuvo en circulación por un año, hasta diciembre del 1953, cuando el fundador y director Calixto Mejía Castro se fue para Estados Unidos a culminar sus estudios universitarios.
Para este Ingeniero Civil, que fue Director de la Cruz Roja de Valledupar, y que aprendió del periodismo por esta experiencia, los medios de comunicación adquieren una fuerza impresionante, en la medida que le abren los ojos a quien lo lee, porque le informa de lo que sucede en su entorno y despierta opiniones.
“Se requieren más noticias sobre las necesidades de la región para que genere debate en el pueblo y cree conciencia en las personas de lo mucho que falta por hacer, de la necesidad de gobernantes bien preparados para que podamos avanzar mucho más del estado actual en que se encuentra la capital del Cesar”, argumentó.
Como un aporte a las nuevas generaciones, Mejía Castro donará el primer periódico que circuló en Valledupar a la Academia de Historia del Cesar. “Lo donaré porque allí es que debe estar. La historia hay que reconstruirla. La idea es que los jóvenes de la región conozcan cómo fue Valledupar hace 64 años atrás, teniendo presente que el que no conoce la historia está condenada a repetirla”, aseveró, con la añoranza que se generen conversatorios, donde los adultos mayores trasmitan sus saberes a los de menos edad, con el fin que las historias de ayer no se pierdan.
El interés de Calixto Mejía Castro por estudiar los momentos claves de la nación y de la región le dan argumentos suficientes para determinar tres momentos claves para el Cesar como lo fue:
-En 1936 en el mandato de Alfonso López Pumarejo, quien por ser hijo de una vallenata, centró mucho su mirada hacia la ciudad. Fue así como construyó las edificaciones de lo que hoy en día es el hospital Rosario Pumarejo, la Escuela de Artes y Oficios (hoy en día el colegio Instpecam), el aeropuerto y algunas carreteras.
-Entre 1948 a 1949, cuando Mariano Ospina Pérez era presidente, decretó convertir IFA, el Instituto de Fomento Algodonero de Antioquia a Instituto de Fomento Algodonero de Colombia; eximió al IFA de importación de maquinarias y le pasó un impuesto a la fibra de algodón al IFA; y convirtió al agricultor en un socio del gobierno, lo que permitió que las entidades bancarias le prestaran con la sola cédula, lo que le significó un aporte a los productores vallenatos de ese entonces.
-En 1953, a finales del gobierno de Laureano Gómez y mandato de Rojas Pinilla, se dio el Plan Vial de Colombia, que implementó carreteras para Valledupar, teniendo en cuenta que la ciudad prácticamente estaba incomunicada con el resto del país.
De este hecho recuerda que para ir a Bogotá los vallenatos debían ir en bus a Barranquilla, donde tomaban un barco que los dejaba en La Dorada, Caldas, y de allí tomaban un ferrocarril para la capital.
Annelise Barriga Ramírez/EL PILÓN