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Columnista - 9 septiembre, 2016

La mano de Dios

“El rey me lo concedió, pues la mano bondadosa de mi Dios estaba conmigo”. Nehemías 2,8. “La mano bondadosa de mi Dios”, es el favor de Dios sobre mi vida y mis cosas. Es ese algo indefinido que nos hace destacar, que atrae la oportunidad, que hace que venzamos obstáculos y que logremos sueños. No […]

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“El rey me lo concedió, pues la mano bondadosa de mi Dios estaba conmigo”. Nehemías 2,8.

“La mano bondadosa de mi Dios”, es el favor de Dios sobre mi vida y mis cosas. Es ese algo indefinido que nos hace destacar, que atrae la oportunidad, que hace que venzamos obstáculos y que logremos sueños. No es solamente el talento, el aspecto o la personalidad, sino es ese algo que nos hace especiales, que nos da ventaja.

Ese algo especial es el favor de Dios, es la bendición de Dios. Muchas veces no podemos identificarlo, pero seguro que no es solamente el talento, la educación o el trabajo diligente; no es solamente la buena fortuna o un golpe de suerte, sino el soplo del Todopoderoso, la bondadosa mano de Dios que nos da su favor y su bendición.

Recientemente pasaron una entrevista a Juan Gabriel, realizada por él mismo; al final, el entrevistador -el mismo- le dice: “Me caes bien”. Esto me hace pensar que también nosotros le caemos bien a Dios y puesto que tenemos esa ventaja, debemos enfrentar la vida con optimismo. Salir cada día sin dejarnos intimidar por la grandeza de nuestros sueños ni dejarnos desalentar por la dureza del camino.

Amados amigos: Salgamos a poner la cara con confianza, con la cabeza en alto, los hombros erguidos y a paso de vencedores, con la seguridad que tenemos el favor de Dios. ¿Y si Dios es con nosotros, quién podrá contra nosotros?

Si mantenemos a Dios en primer lugar y le honramos con nuestra vida y nuestros bienes, siempre soplará en nuestra dirección haciendo que lleguen nuevos avances, las personas correctas sean atraídas, las oportunidades se abran y los logros se nos den.

Ahora bien, no podemos ser medrosos y pusilánimes, debemos ser consecuentes con esa realidad. Pensando, hablando, caminando y vistiendo como si tuviéramos el favor de Dios sobre nosotros. No digo de manera arrogante, creyéndonos mejor que otros; sino viviendo en tranquila confianza, sabiendo que tenemos un valor agregado, una ventaja, la mano bondadosa de Dios sobre nosotros.

Mientras más confiemos en el favor de Dios, más de su favor veremos. No nos descalifiquemos, no pensemos en lo que nos falta, en los errores cometidos o en los frutos imposibles. Dejemos de pensar que los sueños son demasiado grandes o los obstáculos muy altos. La verdad es que la victoria llegará, no por nuestra propia fuerza, ni por nuestros méritos; sino porque Dios sonríe sobre nosotros.

Pongámonos de acuerdo con Dios y no vayamos por la vida con pensamientos negativos y derrotistas. En cambio, oremos: “Padre, gracias porque tu mano bondadosa está sobre mí y soy capaz de cumplir el propósito para el cual me creaste”.

El favor de Dios evitará que la vida nos derrote; las finanzas, las relaciones y la salud, entrarán en términos de normalidad. Sin embargo, lo que hace que Dios nos permita avanzar es que le ofrezcamos nuestra gratitud por su favor aunque aún no veamos ninguna señal favorable. Él interviene cuando ponemos nuestra fe en marcha y declaramos su favor aun en medio de la adversidad.

Puede ser que en esta hora, estemos enfrentando grandes desafíos personales y familiares, también la trabazón nacional nos obliga a la acción, este no es el momento de quedarse pasivo, sino de declarar el favor de Dios sobre la nación, sobre su vida, sus finanzas, su salud y su familia.

Cuando caminamos en el favor de Dios, ningún arma forjada contra nosotros prosperará. El favor de Dios nos dará la victoria ante nuestros enemigos y detractores y más allá de lo grande que parezca ser el obstáculo, el favor de Dios nos dará la victoria.

Hago oración para que logremos los sueños que Dios nos ha dado y lleguemos a ser todo aquello para lo cual Dios nos creó. Saludos cariñosos en Cristo.

Columnista
9 septiembre, 2016

La mano de Dios

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Valerio Mejía Araújo

“El rey me lo concedió, pues la mano bondadosa de mi Dios estaba conmigo”. Nehemías 2,8. “La mano bondadosa de mi Dios”, es el favor de Dios sobre mi vida y mis cosas. Es ese algo indefinido que nos hace destacar, que atrae la oportunidad, que hace que venzamos obstáculos y que logremos sueños. No […]


“El rey me lo concedió, pues la mano bondadosa de mi Dios estaba conmigo”. Nehemías 2,8.

“La mano bondadosa de mi Dios”, es el favor de Dios sobre mi vida y mis cosas. Es ese algo indefinido que nos hace destacar, que atrae la oportunidad, que hace que venzamos obstáculos y que logremos sueños. No es solamente el talento, el aspecto o la personalidad, sino es ese algo que nos hace especiales, que nos da ventaja.

Ese algo especial es el favor de Dios, es la bendición de Dios. Muchas veces no podemos identificarlo, pero seguro que no es solamente el talento, la educación o el trabajo diligente; no es solamente la buena fortuna o un golpe de suerte, sino el soplo del Todopoderoso, la bondadosa mano de Dios que nos da su favor y su bendición.

Recientemente pasaron una entrevista a Juan Gabriel, realizada por él mismo; al final, el entrevistador -el mismo- le dice: “Me caes bien”. Esto me hace pensar que también nosotros le caemos bien a Dios y puesto que tenemos esa ventaja, debemos enfrentar la vida con optimismo. Salir cada día sin dejarnos intimidar por la grandeza de nuestros sueños ni dejarnos desalentar por la dureza del camino.

Amados amigos: Salgamos a poner la cara con confianza, con la cabeza en alto, los hombros erguidos y a paso de vencedores, con la seguridad que tenemos el favor de Dios. ¿Y si Dios es con nosotros, quién podrá contra nosotros?

Si mantenemos a Dios en primer lugar y le honramos con nuestra vida y nuestros bienes, siempre soplará en nuestra dirección haciendo que lleguen nuevos avances, las personas correctas sean atraídas, las oportunidades se abran y los logros se nos den.

Ahora bien, no podemos ser medrosos y pusilánimes, debemos ser consecuentes con esa realidad. Pensando, hablando, caminando y vistiendo como si tuviéramos el favor de Dios sobre nosotros. No digo de manera arrogante, creyéndonos mejor que otros; sino viviendo en tranquila confianza, sabiendo que tenemos un valor agregado, una ventaja, la mano bondadosa de Dios sobre nosotros.

Mientras más confiemos en el favor de Dios, más de su favor veremos. No nos descalifiquemos, no pensemos en lo que nos falta, en los errores cometidos o en los frutos imposibles. Dejemos de pensar que los sueños son demasiado grandes o los obstáculos muy altos. La verdad es que la victoria llegará, no por nuestra propia fuerza, ni por nuestros méritos; sino porque Dios sonríe sobre nosotros.

Pongámonos de acuerdo con Dios y no vayamos por la vida con pensamientos negativos y derrotistas. En cambio, oremos: “Padre, gracias porque tu mano bondadosa está sobre mí y soy capaz de cumplir el propósito para el cual me creaste”.

El favor de Dios evitará que la vida nos derrote; las finanzas, las relaciones y la salud, entrarán en términos de normalidad. Sin embargo, lo que hace que Dios nos permita avanzar es que le ofrezcamos nuestra gratitud por su favor aunque aún no veamos ninguna señal favorable. Él interviene cuando ponemos nuestra fe en marcha y declaramos su favor aun en medio de la adversidad.

Puede ser que en esta hora, estemos enfrentando grandes desafíos personales y familiares, también la trabazón nacional nos obliga a la acción, este no es el momento de quedarse pasivo, sino de declarar el favor de Dios sobre la nación, sobre su vida, sus finanzas, su salud y su familia.

Cuando caminamos en el favor de Dios, ningún arma forjada contra nosotros prosperará. El favor de Dios nos dará la victoria ante nuestros enemigos y detractores y más allá de lo grande que parezca ser el obstáculo, el favor de Dios nos dará la victoria.

Hago oración para que logremos los sueños que Dios nos ha dado y lleguemos a ser todo aquello para lo cual Dios nos creó. Saludos cariñosos en Cristo.