El profesor Edimer Latorre Iglesias en rol de investigador científico nos introduce en el complicado y complejo tema de la verdad, cuando con enfoque pragmatista alude a la verdad como meta de la investigación y transita raudo cuando propone que la verdad que debe procurarse tanto en sede de justicia transicional como en justicia ordinaria […]
El profesor Edimer Latorre Iglesias en rol de investigador científico nos introduce en el complicado y complejo tema de la verdad, cuando con enfoque pragmatista alude a la verdad como meta de la investigación y transita raudo cuando propone que la verdad que debe procurarse tanto en sede de justicia transicional como en justicia ordinaria es aquella. La propuesta problematiza todos las perspectivas posibles.
Lo primero porque la verdad nunca será una expresión univoca, sino necesariamente multicomprensiva. Por ejemplo en justicia transicional, tanto la prevista para el tema paramilitar ora el guerrillero, se advierte la inevitable metodología de acudir a unos mecanismos no extrajudiciales para reconstruir la verdad, lo que indica que la verdad judicial se trabaja por senderos absolutamente distintos a los que interesa a modo de ejemplo a la filosofía antropológica en punto de que se prefiere la verdad a la mentira o a la ciencia en cuanto pretensión de conocimiento valido.
En el Acuerdo Final la verdad se interesa (también) como histórica, por eso se pactó mecanismos extrajudiciales complementarios que contribuyan al esclarecimiento de la verdad de lo ocurrido, de ahí que se crea el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición. Los métodos y reglas para lograrlo son inclusive, inasibles como la intuición a la que alude el profesor Latorre Iglesias, que hace vínculo con lo peligroso de la sospecha por ejemplo.
Lo segundo porque todo el mundo se cree dueño del método de investigación para alcanzar la verdad en los acontecimientos enrevesadamente ocurridos en los últimos 50 años en Colombia. Ad exemplum los periodistas siempre tienen a flor de labios la perorata de que propenden por la verdad, pero según se les lee, solo la verdad lingüística, esto es, para estos soberbios únicamente ellos dicen que revelan la verdad.
La verdad judicial se construye científicamente con el empleo del entendimiento, la experiencia y la razón. De ahí que el estado de conocimiento del operador jurídico sea progresivo: posibilidad, probabilidad y certeza. La ruta para alcanzarla es inevitablemente problemática porque la convicción judicial se arriba con medios de conocimiento como el testimonio que es prueba altamente deleznable, así lo revela la historia.
Técnicamente en los albores de la indagación-investigación el órgano encargado de la persecución penal, es decir, la Fiscalía trabaja la búsqueda de la verdad con medios cognoscitivos, como por ejemplo, la denominada información legalmente obtenida, verbi gratia, la entrevista, la declaración jurada, el interrogatorio al indiciado, la admisión de cargos, etcétera y ya en sede de juzgamiento el juez singular o plural acude a los llamados medios de conocimiento, como se insiste la prueba testimonial pero también con “cualquier medio técnico o científico que no viole el ordenamiento jurídico”. El juicio de la verdad no es pues cualquier cosa.
Recuerdo que la verdad dice Framarino Dei Malatesta está en los hechos la certeza en nosotros, pero la verdad de los periodistas Mauricio Vargas (sentado en el olimpo de la superioridad ética e intelectual) o de María Jimena (la verdad siempre duele) es la verdad revelada, la genuina, en fin la verdad real.
La demás verdades son sofisticas. Alrededor de todo esto, extraño que se hable que a la jurisdicción especial para la paz habrán de ir -igualmente- a rendir cuentas los políticos, los empresarios y no se mencione para nada a los periodistas. Al para-periodismo y el columnismo-fariano (terceros).
El profesor Edimer Latorre Iglesias en rol de investigador científico nos introduce en el complicado y complejo tema de la verdad, cuando con enfoque pragmatista alude a la verdad como meta de la investigación y transita raudo cuando propone que la verdad que debe procurarse tanto en sede de justicia transicional como en justicia ordinaria […]
El profesor Edimer Latorre Iglesias en rol de investigador científico nos introduce en el complicado y complejo tema de la verdad, cuando con enfoque pragmatista alude a la verdad como meta de la investigación y transita raudo cuando propone que la verdad que debe procurarse tanto en sede de justicia transicional como en justicia ordinaria es aquella. La propuesta problematiza todos las perspectivas posibles.
Lo primero porque la verdad nunca será una expresión univoca, sino necesariamente multicomprensiva. Por ejemplo en justicia transicional, tanto la prevista para el tema paramilitar ora el guerrillero, se advierte la inevitable metodología de acudir a unos mecanismos no extrajudiciales para reconstruir la verdad, lo que indica que la verdad judicial se trabaja por senderos absolutamente distintos a los que interesa a modo de ejemplo a la filosofía antropológica en punto de que se prefiere la verdad a la mentira o a la ciencia en cuanto pretensión de conocimiento valido.
En el Acuerdo Final la verdad se interesa (también) como histórica, por eso se pactó mecanismos extrajudiciales complementarios que contribuyan al esclarecimiento de la verdad de lo ocurrido, de ahí que se crea el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición. Los métodos y reglas para lograrlo son inclusive, inasibles como la intuición a la que alude el profesor Latorre Iglesias, que hace vínculo con lo peligroso de la sospecha por ejemplo.
Lo segundo porque todo el mundo se cree dueño del método de investigación para alcanzar la verdad en los acontecimientos enrevesadamente ocurridos en los últimos 50 años en Colombia. Ad exemplum los periodistas siempre tienen a flor de labios la perorata de que propenden por la verdad, pero según se les lee, solo la verdad lingüística, esto es, para estos soberbios únicamente ellos dicen que revelan la verdad.
La verdad judicial se construye científicamente con el empleo del entendimiento, la experiencia y la razón. De ahí que el estado de conocimiento del operador jurídico sea progresivo: posibilidad, probabilidad y certeza. La ruta para alcanzarla es inevitablemente problemática porque la convicción judicial se arriba con medios de conocimiento como el testimonio que es prueba altamente deleznable, así lo revela la historia.
Técnicamente en los albores de la indagación-investigación el órgano encargado de la persecución penal, es decir, la Fiscalía trabaja la búsqueda de la verdad con medios cognoscitivos, como por ejemplo, la denominada información legalmente obtenida, verbi gratia, la entrevista, la declaración jurada, el interrogatorio al indiciado, la admisión de cargos, etcétera y ya en sede de juzgamiento el juez singular o plural acude a los llamados medios de conocimiento, como se insiste la prueba testimonial pero también con “cualquier medio técnico o científico que no viole el ordenamiento jurídico”. El juicio de la verdad no es pues cualquier cosa.
Recuerdo que la verdad dice Framarino Dei Malatesta está en los hechos la certeza en nosotros, pero la verdad de los periodistas Mauricio Vargas (sentado en el olimpo de la superioridad ética e intelectual) o de María Jimena (la verdad siempre duele) es la verdad revelada, la genuina, en fin la verdad real.
La demás verdades son sofisticas. Alrededor de todo esto, extraño que se hable que a la jurisdicción especial para la paz habrán de ir -igualmente- a rendir cuentas los políticos, los empresarios y no se mencione para nada a los periodistas. Al para-periodismo y el columnismo-fariano (terceros).