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Columnista - 6 agosto, 2016

El Sida, un flagelo que amenaza

El eco de un escándalo que produce escalofrío y terror cumple un accidentado tránsito en ciudades como Barranquilla, Cartagena y Santa Marta. Nos referimos al Sida, cuya aparición preocupa a los diferentes estamentos de la sociedad bajo la sombrilla de un supuesto contagio. El campanazo alerta y de qué manera; factor que obliga a conocernos, […]

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El eco de un escándalo que produce escalofrío y terror cumple un accidentado tránsito en ciudades como Barranquilla, Cartagena y Santa Marta. Nos referimos al Sida, cuya aparición preocupa a los diferentes estamentos de la sociedad bajo la sombrilla de un supuesto contagio. El campanazo alerta y de qué manera; factor que obliga a conocernos, reconocernos y sobre todo a valorarnos; esto dentro de una cronología de confrontaciones que se ha vuelto mediática en las áreas fronterizas del país: Maicao, La Guajira, y Cúcuta, Norte de Santander; lo que hace presumir que el virus procede del país vecino: Venezuela.

Bajo estas circunstancias las autoridades de la salud se han pronunciado; Barranquilla, Sabanalarga, Soledad y Malambo en el departamento del Atlántico; pero si allá llueve en otras zonas de la Costa Atlántica no escampa.

Registro con preocupación las inquietudes que me presentan algunos ciudadanos samarios que a diario se dan cita en las tardes en parques y sitios de esparcimiento, donde es evidente la presencia de mujeres venezolanas ofreciéndose como trabajadoras sexuales, voluptuosas; por cierto muy seductoras y atractivas. Se ubican con frecuencia frente al edificio Banco de la República, Parque de Bolívar; exhiben imágenes tentadoras; las tarifas me han comentado oscilan entre 30 y 50 mil pesos por un rato.

Estos hechos que son un auténtico retrato de la realidad, expresan la degradación en la que se encuentra nuestra sociedad; el Parque pierde su razón de ser para convertirse en un mercado sexual y las autoridades ¿qué? Hasta el momento no se manifiestan, son ciegos, sordos y mudos. Por ello es imperativo diseñar e implementar un observatorio de trabajo sexual y buscar soluciones al caso. He notado que las campañas al respecto que serían una alerta temprana brillan por su ausencia.

Necesitamos proceder con coraje y coherencia, articular una ruta de atención y prevención en salud que se oriente en la dirección correcta. Este azote del Sida y su continua propagación no son simple pinchazos de agujas o trasmisiones de sangre infectada, aquí lo que se presenta es puro abuso de sexualidad. Esta advertencia tiene un propósito de gran validez y un punto de partida acertado; para evitar su propagación en otros territorios y aquí es menester encarar el problema con franqueza y realismo; ocultarlo no es sano, hablarlo y denunciarlo es necesario. El Sida nos debe preocupar a todos, ya que es una manifestación convincente que desestabiliza a cualquier sistema de salud por su elevado costo en el tratamiento y no como dicen algunos que son maquinaciones burdas; por el contrario el Sida es un problema alarmante que puede conducir a la muerte, cuyo contagio se puede dar con facilidad. Tenga cuidado que el Sida si da.

Marchar a conciencia hacia la consolidación y el perfeccionamiento de la cohesión social debe ser un compromiso nuestro siempre; una visión que potencie desarrollo, donde la normatividad y el cumplimiento debe ser lo primero: la protección. El problema del Sida merece ser reflexionado a través de un aprendizaje colectivo impulsado por un activismo social.

 

Columnista
6 agosto, 2016

El Sida, un flagelo que amenaza

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jairo Franco Salas

El eco de un escándalo que produce escalofrío y terror cumple un accidentado tránsito en ciudades como Barranquilla, Cartagena y Santa Marta. Nos referimos al Sida, cuya aparición preocupa a los diferentes estamentos de la sociedad bajo la sombrilla de un supuesto contagio. El campanazo alerta y de qué manera; factor que obliga a conocernos, […]


El eco de un escándalo que produce escalofrío y terror cumple un accidentado tránsito en ciudades como Barranquilla, Cartagena y Santa Marta. Nos referimos al Sida, cuya aparición preocupa a los diferentes estamentos de la sociedad bajo la sombrilla de un supuesto contagio. El campanazo alerta y de qué manera; factor que obliga a conocernos, reconocernos y sobre todo a valorarnos; esto dentro de una cronología de confrontaciones que se ha vuelto mediática en las áreas fronterizas del país: Maicao, La Guajira, y Cúcuta, Norte de Santander; lo que hace presumir que el virus procede del país vecino: Venezuela.

Bajo estas circunstancias las autoridades de la salud se han pronunciado; Barranquilla, Sabanalarga, Soledad y Malambo en el departamento del Atlántico; pero si allá llueve en otras zonas de la Costa Atlántica no escampa.

Registro con preocupación las inquietudes que me presentan algunos ciudadanos samarios que a diario se dan cita en las tardes en parques y sitios de esparcimiento, donde es evidente la presencia de mujeres venezolanas ofreciéndose como trabajadoras sexuales, voluptuosas; por cierto muy seductoras y atractivas. Se ubican con frecuencia frente al edificio Banco de la República, Parque de Bolívar; exhiben imágenes tentadoras; las tarifas me han comentado oscilan entre 30 y 50 mil pesos por un rato.

Estos hechos que son un auténtico retrato de la realidad, expresan la degradación en la que se encuentra nuestra sociedad; el Parque pierde su razón de ser para convertirse en un mercado sexual y las autoridades ¿qué? Hasta el momento no se manifiestan, son ciegos, sordos y mudos. Por ello es imperativo diseñar e implementar un observatorio de trabajo sexual y buscar soluciones al caso. He notado que las campañas al respecto que serían una alerta temprana brillan por su ausencia.

Necesitamos proceder con coraje y coherencia, articular una ruta de atención y prevención en salud que se oriente en la dirección correcta. Este azote del Sida y su continua propagación no son simple pinchazos de agujas o trasmisiones de sangre infectada, aquí lo que se presenta es puro abuso de sexualidad. Esta advertencia tiene un propósito de gran validez y un punto de partida acertado; para evitar su propagación en otros territorios y aquí es menester encarar el problema con franqueza y realismo; ocultarlo no es sano, hablarlo y denunciarlo es necesario. El Sida nos debe preocupar a todos, ya que es una manifestación convincente que desestabiliza a cualquier sistema de salud por su elevado costo en el tratamiento y no como dicen algunos que son maquinaciones burdas; por el contrario el Sida es un problema alarmante que puede conducir a la muerte, cuyo contagio se puede dar con facilidad. Tenga cuidado que el Sida si da.

Marchar a conciencia hacia la consolidación y el perfeccionamiento de la cohesión social debe ser un compromiso nuestro siempre; una visión que potencie desarrollo, donde la normatividad y el cumplimiento debe ser lo primero: la protección. El problema del Sida merece ser reflexionado a través de un aprendizaje colectivo impulsado por un activismo social.