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Columnista - 1 agosto, 2016

Alianza de la paz y la esperanza

La paz no solo debe pensarse en el ciudadano presente, sino en los ciudadanos futuros. Este es el trasfondo de las conmovedoras palabras de Jorge Tovar (hijo de Rodrigo Tovar ‘Jorge 40’), mientras abrazaba a Jaime Palmera (hermano de Ricardo Palmera ‘Simón Trinidad’) en el foro ‘Hacia el fin del conflicto’ el pasado viernes en […]

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La paz no solo debe pensarse en el ciudadano presente, sino en los ciudadanos futuros. Este es el trasfondo de las conmovedoras palabras de Jorge Tovar (hijo de Rodrigo Tovar ‘Jorge 40’), mientras abrazaba a Jaime Palmera (hermano de Ricardo Palmera ‘Simón Trinidad’) en el foro ‘Hacia el fin del conflicto’ el pasado viernes en Valledupar.

Este suceso de reconciliación me remite a una anécdota de un secuestrado por la guerrilla en la región y a un cuento de Jorge Luis Borges.

La anécdota del secuestro. Un señor mayor permaneció cautivo varios meses en las montañas del Cesar. Una joven guerrillera en ocasiones lideraba los turnos de vigilancia, y tal vez condolida por la edad del secuestrado, aceptó hablar con él. El viejo con una pausa de buen conversador y con frases bíblicas en los labios, se queda mirándola y trata de convencerla para que lo libere. La joven, le responde -yo también me siento secuestrada, fui reclutada hace dos años y estoy amenazada, si deserto matan a mi papá, mi mamá y mis hermanos; como ya hicieron con una compañera que se voló-. Al viejo se le salieron las lágrimas, le dio un abrazo de padre y le dijo: te perdono hija mía.

La síntesis del cuento: “Abel y Caín se encontraron después de la muerte de Abel. Caminaban por el desierto y se reconocieron desde lejos, porque los dos eran muy altos. Los hermanos se sentaron en la tierra, hicieron fuego y comieron. A la luz de las llamas, Caín advirtió en la frente de Abel la marca de la piedra y dejó caer el pan que estaba por llevarse a la boca y pidió que le fuera perdonado el crimen.

Abel constató: ¿Tú me has matado o yo te he matado? Ya no recuerdo; aquí estamos juntos como antes.
-Ahora sé que en verdad me has perdonado- dijo Caín, porque olvidar es perdonar”.

El perdón y la reconciliación es entre víctima y victimario. Alan Jara, exgobernador del Meta, es una víctima que padeció el viacrucis de las torturas del secuestro, y con la sensatez de no mirar sus cicatrices y con su alma de apóstol confiesa que no es feliz viendo a los guerrilleros presos, él defiende la paz para que no haya más secuestrados en Colombia.

La imagen del abrazo del perdón, me motivó a escribir estas reflexiones. No pueden seguir en reconcilio: la sangre con el fuego, la amenaza con el silencio, el gobernante con la corrupción, la delincuencia con la impunidad, el odio con la venganza. Busquemos de manera inaplazable, la alianza de la paz y la esperanza. Ya basta de tanta sangre inútilmente derramada, de las cizañas del terror y los ruidos de la muerte.

La riqueza humana es la vida, la familia, la amistad, el arte, el aire, el agua y la fiesta del paisaje; no es la riqueza material ni el dinero fácil y rápido, es el trabajo honesto y eficiente. Es la búsqueda del bienestar social. El placer de la vida no es el sexo, es la vida. La fuerza del amor no es el sexo, es el amor. La misión del cantor no es la moda, es dignificar la belleza con su canto. La misión del gobernante no es ufanarse del poder, es la defensa de la vida con la fortaleza de la Constitución.

El filósofo Fernando Savater dice: “lo que enaltece la democracia en un país, es que todos los ciudadanos estén sometidos a las mismas leyes y normas. En un país incluyente, todos los ciudadanos son iguales, tienen los mismos deberes y derechos”.

Columnista
1 agosto, 2016

Alianza de la paz y la esperanza

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Atuesta Mindiola

La paz no solo debe pensarse en el ciudadano presente, sino en los ciudadanos futuros. Este es el trasfondo de las conmovedoras palabras de Jorge Tovar (hijo de Rodrigo Tovar ‘Jorge 40’), mientras abrazaba a Jaime Palmera (hermano de Ricardo Palmera ‘Simón Trinidad’) en el foro ‘Hacia el fin del conflicto’ el pasado viernes en […]


La paz no solo debe pensarse en el ciudadano presente, sino en los ciudadanos futuros. Este es el trasfondo de las conmovedoras palabras de Jorge Tovar (hijo de Rodrigo Tovar ‘Jorge 40’), mientras abrazaba a Jaime Palmera (hermano de Ricardo Palmera ‘Simón Trinidad’) en el foro ‘Hacia el fin del conflicto’ el pasado viernes en Valledupar.

Este suceso de reconciliación me remite a una anécdota de un secuestrado por la guerrilla en la región y a un cuento de Jorge Luis Borges.

La anécdota del secuestro. Un señor mayor permaneció cautivo varios meses en las montañas del Cesar. Una joven guerrillera en ocasiones lideraba los turnos de vigilancia, y tal vez condolida por la edad del secuestrado, aceptó hablar con él. El viejo con una pausa de buen conversador y con frases bíblicas en los labios, se queda mirándola y trata de convencerla para que lo libere. La joven, le responde -yo también me siento secuestrada, fui reclutada hace dos años y estoy amenazada, si deserto matan a mi papá, mi mamá y mis hermanos; como ya hicieron con una compañera que se voló-. Al viejo se le salieron las lágrimas, le dio un abrazo de padre y le dijo: te perdono hija mía.

La síntesis del cuento: “Abel y Caín se encontraron después de la muerte de Abel. Caminaban por el desierto y se reconocieron desde lejos, porque los dos eran muy altos. Los hermanos se sentaron en la tierra, hicieron fuego y comieron. A la luz de las llamas, Caín advirtió en la frente de Abel la marca de la piedra y dejó caer el pan que estaba por llevarse a la boca y pidió que le fuera perdonado el crimen.

Abel constató: ¿Tú me has matado o yo te he matado? Ya no recuerdo; aquí estamos juntos como antes.
-Ahora sé que en verdad me has perdonado- dijo Caín, porque olvidar es perdonar”.

El perdón y la reconciliación es entre víctima y victimario. Alan Jara, exgobernador del Meta, es una víctima que padeció el viacrucis de las torturas del secuestro, y con la sensatez de no mirar sus cicatrices y con su alma de apóstol confiesa que no es feliz viendo a los guerrilleros presos, él defiende la paz para que no haya más secuestrados en Colombia.

La imagen del abrazo del perdón, me motivó a escribir estas reflexiones. No pueden seguir en reconcilio: la sangre con el fuego, la amenaza con el silencio, el gobernante con la corrupción, la delincuencia con la impunidad, el odio con la venganza. Busquemos de manera inaplazable, la alianza de la paz y la esperanza. Ya basta de tanta sangre inútilmente derramada, de las cizañas del terror y los ruidos de la muerte.

La riqueza humana es la vida, la familia, la amistad, el arte, el aire, el agua y la fiesta del paisaje; no es la riqueza material ni el dinero fácil y rápido, es el trabajo honesto y eficiente. Es la búsqueda del bienestar social. El placer de la vida no es el sexo, es la vida. La fuerza del amor no es el sexo, es el amor. La misión del cantor no es la moda, es dignificar la belleza con su canto. La misión del gobernante no es ufanarse del poder, es la defensa de la vida con la fortaleza de la Constitución.

El filósofo Fernando Savater dice: “lo que enaltece la democracia en un país, es que todos los ciudadanos estén sometidos a las mismas leyes y normas. En un país incluyente, todos los ciudadanos son iguales, tienen los mismos deberes y derechos”.