Justo cuando se habla con mayor ahínco de cultura ciudadana y se quieren transformar hábitos y costumbres poco cívicas para recuperar la ciudad amable que era una década atrás Valledupar, se presenta un caso de trascendental importancia: el balneario Hurtado en el río Guatapurí, el insigne destino turístico que identifica a la capital del Cesar […]
Justo cuando se habla con mayor ahínco de cultura ciudadana y se quieren transformar hábitos y costumbres poco cívicas para recuperar la ciudad amable que era una década atrás Valledupar, se presenta un caso de trascendental importancia: el balneario Hurtado en el río Guatapurí, el insigne destino turístico que identifica a la capital del Cesar y al que los visitantes llegan ávidos de conocer.
Hace un par de semanas unas imágenes del veterano y conocido reportero gráfico Hernando Vergara circularon en redes sociales y luego en medios de comunicación para mostrar cómo este balneario había sido invadido por carpas de todos los tamaños y colores. Del puente Hurtado hacía abajo se observaban, tapando la majestuosa naturaleza que ofrece este mítico afluente. La razón un grupo de vendedores que se han adueñado de este sitio turístico pensaron que si ponían carpas podrían atraer más clientes, sin pensar en el grave daño ambiental que le están causando.
A raíz de esta situación la Secretaría de Gobierno Municipal reaccionó y retiró algunas carpas, pero no todas. Aun se observan varias en la orilla, siguen los comerciantes informales ganado el pulso, es una batalla economía vs. ambiente que va perdiendo la naturaleza.
El lunes anterior nuestro columnista José Atuesta, docente, publicó: “Es necesario recuperar los espacios públicos del rio; sus orillas son sagradas y exclusivas para los bañistas y visitantes, no pueden ser invadidas por los vendedores. Las carpas de los primeros vendedores fueron instaladas a varios metros del río y dejaban espacios libres para los bañistas y visitantes, de seguro que eran personas que respetaban las normas y tenían sentido colectivo”.
El líder de opinión relata que los comerciantes informales en su afán de vender bebidas alcohólicas han ingresado no solo carpas al río, sino sillas, para ofrecerle comodidad al visitante, incomodando al río. Y para documentar su columna puso un ejemplo: “Un caso emblemático, frente a la Sirena, entre dos rocas, bajando por la margen derecha, un espacio de pocos metros cuadrados de arena, donde las personas solían sentarse temprano a observar la sirena o leer un libro, ya está invadida y casi es imposible tirarse al agua en ese sitio. Desde las seis de la mañana empiezan los invasores de ese lugar a instalar sus carpas, su enfriador para vender cervezas y su equipo de música a todo volumen”.
Si las autoridades municipales han mostrado interés por recuperar el balneario Hurtado, creando conciencia, deben hacer un seguimiento permanente, porque mientras desmontan cinco carpas un día, instalan diez al siguiente. Si queremos mantener este sitio turístico es necesario cuidarlo, valorarlo y adecuarlo para lo que es: un tesoro natural. Si no se actúa con mano fuerte ahora, en pocos meses las carpas se tomarán la Playa Maravilla, que con denuedo ha liderado el director de Maravilla Informa, Carlos Quintero Romero.
Justo cuando se habla con mayor ahínco de cultura ciudadana y se quieren transformar hábitos y costumbres poco cívicas para recuperar la ciudad amable que era una década atrás Valledupar, se presenta un caso de trascendental importancia: el balneario Hurtado en el río Guatapurí, el insigne destino turístico que identifica a la capital del Cesar […]
Justo cuando se habla con mayor ahínco de cultura ciudadana y se quieren transformar hábitos y costumbres poco cívicas para recuperar la ciudad amable que era una década atrás Valledupar, se presenta un caso de trascendental importancia: el balneario Hurtado en el río Guatapurí, el insigne destino turístico que identifica a la capital del Cesar y al que los visitantes llegan ávidos de conocer.
Hace un par de semanas unas imágenes del veterano y conocido reportero gráfico Hernando Vergara circularon en redes sociales y luego en medios de comunicación para mostrar cómo este balneario había sido invadido por carpas de todos los tamaños y colores. Del puente Hurtado hacía abajo se observaban, tapando la majestuosa naturaleza que ofrece este mítico afluente. La razón un grupo de vendedores que se han adueñado de este sitio turístico pensaron que si ponían carpas podrían atraer más clientes, sin pensar en el grave daño ambiental que le están causando.
A raíz de esta situación la Secretaría de Gobierno Municipal reaccionó y retiró algunas carpas, pero no todas. Aun se observan varias en la orilla, siguen los comerciantes informales ganado el pulso, es una batalla economía vs. ambiente que va perdiendo la naturaleza.
El lunes anterior nuestro columnista José Atuesta, docente, publicó: “Es necesario recuperar los espacios públicos del rio; sus orillas son sagradas y exclusivas para los bañistas y visitantes, no pueden ser invadidas por los vendedores. Las carpas de los primeros vendedores fueron instaladas a varios metros del río y dejaban espacios libres para los bañistas y visitantes, de seguro que eran personas que respetaban las normas y tenían sentido colectivo”.
El líder de opinión relata que los comerciantes informales en su afán de vender bebidas alcohólicas han ingresado no solo carpas al río, sino sillas, para ofrecerle comodidad al visitante, incomodando al río. Y para documentar su columna puso un ejemplo: “Un caso emblemático, frente a la Sirena, entre dos rocas, bajando por la margen derecha, un espacio de pocos metros cuadrados de arena, donde las personas solían sentarse temprano a observar la sirena o leer un libro, ya está invadida y casi es imposible tirarse al agua en ese sitio. Desde las seis de la mañana empiezan los invasores de ese lugar a instalar sus carpas, su enfriador para vender cervezas y su equipo de música a todo volumen”.
Si las autoridades municipales han mostrado interés por recuperar el balneario Hurtado, creando conciencia, deben hacer un seguimiento permanente, porque mientras desmontan cinco carpas un día, instalan diez al siguiente. Si queremos mantener este sitio turístico es necesario cuidarlo, valorarlo y adecuarlo para lo que es: un tesoro natural. Si no se actúa con mano fuerte ahora, en pocos meses las carpas se tomarán la Playa Maravilla, que con denuedo ha liderado el director de Maravilla Informa, Carlos Quintero Romero.