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Columnista - 30 junio, 2016

La intoxicación consumista

El mayor consumo de energía viene de los bienes de consumo. Implicando sectores de pobreza y de infraconsumo, nuestra civilización, con la ayuda de las incitaciones publicitarias que envuelven en mitos y sueños los productos de escasa utilidad, empuja al exceso de consumo que se ha dado en llamar consumismo. El consumismo se ve estimulado […]

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El mayor consumo de energía viene de los bienes de consumo. Implicando sectores de pobreza y de infraconsumo, nuestra civilización, con la ayuda de las incitaciones publicitarias que envuelven en mitos y sueños los productos de escasa utilidad, empuja al exceso de consumo que se ha dado en llamar consumismo. El consumismo se ve estimulado por la rápida obsolescencia de los productos, la promoción de lo desechable en detrimento de lo duradero, la sucesión de las modas, la incitación permanente a lo nuevo, la preocupación individualista por el estatus, así como por las frustraciones psicológicas y morales que hallan un consuelo pasajero en la compra y el abuso de bebidas, alimentos, objetos y trastos.

De ahí la dificultad pero también la necesidad de una moderación en el consumo, que podría adoptar múltiples aspectos:

* Promover la finalidad cualitativa, que incitaría, a la búsqueda y a los placeres de la calidad más que de la cantidad: promover una educación en la calidad en la elección de los productos y alimentos, verificar los indicadores de la calidad (sellos, denominaciones de origen, entre otros);
* Fomentar la toma de conciencia de que la búsqueda desesperada de satisfacciones materiales proviene a menudo de profundas insatisfacciones psíquicas y morales;
* Favorecer los movimientos de reformas de la vida que son movimientos de búsqueda de calidad de vida.
Se impone así la necesidad de una política con miras a la vez energéticas, ecológicas y civilizatorias de la que cabe indicar los primeros elementos relativos al consumo. Esta política no debe tender tanto a restricciones o privaciones como a una lucha contra las dilapidaciones consumistas y una promoción decidida de las calidades en detrimento de las cantidades. Debería favorecer el reciclaje de los residuos, especialmente de papel; favorecer la recuperación de los oficios artesanales de reparación (zapatero, relojero, y remendones varios); favorecer la vuelta a los envases retornables en lugar de los desechables (como sucede en Alemania), hacer pagar las bolsas de plástico (como en Irlanda).

Debería tender a implementar supermercados de barrio y sobre todo promover el comercio de proximidad. Debería favorecer el desarrollo de los movimientos de consumidores, de los comités de ética del consumo de las redes de comercio justo y sobre todo la producción y el empleo de los productos bio.

NOTA: En el departamento debemos empezar a implementar políticas agresivas respecto al deterioro forestal que es bastante dramático, esto ha traído como consecuencia inmediata lo que se llama desertización de suelo y tierras, hasta el punto que uno de los principales problemas ambientales que tiene el departamento del Cesar es la desertificación de suelos como quiera que ya se encuentra en los diferentes niveles de desertificación alrededor de un millón doscientos mil hectáreas, especialmente en los municipios de Astrea, El Paso, Bosconia, Becerril, Agustín Codazzi, El Copey, Chiriguaná y González. Sobre este tema dedicaremos una columna especial próximamente.

Columnista
30 junio, 2016

La intoxicación consumista

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Hernán Maestre Martínez

El mayor consumo de energía viene de los bienes de consumo. Implicando sectores de pobreza y de infraconsumo, nuestra civilización, con la ayuda de las incitaciones publicitarias que envuelven en mitos y sueños los productos de escasa utilidad, empuja al exceso de consumo que se ha dado en llamar consumismo. El consumismo se ve estimulado […]


El mayor consumo de energía viene de los bienes de consumo. Implicando sectores de pobreza y de infraconsumo, nuestra civilización, con la ayuda de las incitaciones publicitarias que envuelven en mitos y sueños los productos de escasa utilidad, empuja al exceso de consumo que se ha dado en llamar consumismo. El consumismo se ve estimulado por la rápida obsolescencia de los productos, la promoción de lo desechable en detrimento de lo duradero, la sucesión de las modas, la incitación permanente a lo nuevo, la preocupación individualista por el estatus, así como por las frustraciones psicológicas y morales que hallan un consuelo pasajero en la compra y el abuso de bebidas, alimentos, objetos y trastos.

De ahí la dificultad pero también la necesidad de una moderación en el consumo, que podría adoptar múltiples aspectos:

* Promover la finalidad cualitativa, que incitaría, a la búsqueda y a los placeres de la calidad más que de la cantidad: promover una educación en la calidad en la elección de los productos y alimentos, verificar los indicadores de la calidad (sellos, denominaciones de origen, entre otros);
* Fomentar la toma de conciencia de que la búsqueda desesperada de satisfacciones materiales proviene a menudo de profundas insatisfacciones psíquicas y morales;
* Favorecer los movimientos de reformas de la vida que son movimientos de búsqueda de calidad de vida.
Se impone así la necesidad de una política con miras a la vez energéticas, ecológicas y civilizatorias de la que cabe indicar los primeros elementos relativos al consumo. Esta política no debe tender tanto a restricciones o privaciones como a una lucha contra las dilapidaciones consumistas y una promoción decidida de las calidades en detrimento de las cantidades. Debería favorecer el reciclaje de los residuos, especialmente de papel; favorecer la recuperación de los oficios artesanales de reparación (zapatero, relojero, y remendones varios); favorecer la vuelta a los envases retornables en lugar de los desechables (como sucede en Alemania), hacer pagar las bolsas de plástico (como en Irlanda).

Debería tender a implementar supermercados de barrio y sobre todo promover el comercio de proximidad. Debería favorecer el desarrollo de los movimientos de consumidores, de los comités de ética del consumo de las redes de comercio justo y sobre todo la producción y el empleo de los productos bio.

NOTA: En el departamento debemos empezar a implementar políticas agresivas respecto al deterioro forestal que es bastante dramático, esto ha traído como consecuencia inmediata lo que se llama desertización de suelo y tierras, hasta el punto que uno de los principales problemas ambientales que tiene el departamento del Cesar es la desertificación de suelos como quiera que ya se encuentra en los diferentes niveles de desertificación alrededor de un millón doscientos mil hectáreas, especialmente en los municipios de Astrea, El Paso, Bosconia, Becerril, Agustín Codazzi, El Copey, Chiriguaná y González. Sobre este tema dedicaremos una columna especial próximamente.