Verdaderamente que mucha gente necesita el manual de Carreño. Estamos un poco fallos en cultura y definitivamente no sabemos conducirnos en diferentes lugares fuera de la casa. “Conduzcámonos en la calle con gran circunspección y decoro y tributemos las debidas atenciones a las personas que en ella encontremos; sacrificando, cada vez que sea necesario, nuestra […]
Verdaderamente que mucha gente necesita el manual de Carreño. Estamos un poco fallos en cultura y definitivamente no sabemos conducirnos en diferentes lugares fuera de la casa.
“Conduzcámonos en la calle con gran circunspección y decoro y tributemos las debidas atenciones a las personas que en ella encontremos; sacrificando, cada vez que sea necesario, nuestra comodidad a la de los demás, conforme a las reglas que aquí se establecen”. Con esta recomendación sencilla y concreta se inicia uno de los capítulos del manual.
La lectura de este pequeño pero grandioso libro de Convivencia Social nos detiene a pensar hasta dónde ha llegado la relajación de nuestras conciencias y cómo la ausencia de visión compartida y respeto mutuo nos ha llevado a los niveles de peligrosa intolerancia que padecemos hoy en nuestra Valledupar.
En las guerras particulares que soportamos, cada uno de nuestros semejantes aparece no como alguien cuya persona y derechos hay que respetar, sino un enemigo o competidor, por encima del cual hay que pasar para lograr un éxito. Bajo esa perspectiva es entendible por qué se presentan actuaciones como pasarse los semáforos en rojos, colarse en la fila, no cederle la fila a los ancianos, dejar pasajeros en sitios no autorizados, el que va directo a la caja de un banco y pasa sus papeles sin ninguna argucia con mirada agresiva a los pobres borregos que respetan la cola.
El señor o la señora que entra a la tienda que quiere que los atiendan de primero, es otro inculto que está seguro de ser alguien superior por el hecho de haberse pasado por la faja a varias personas… en fin, todo un compendio de infracciones a la sana convivencia y las normas.
Todas estas conductas atentan contra la ciudad. Qué tal que si a partir de la instalación que fue ayer del Comité Consultivo del Proyecto de implementación de procesos de convivencia y cultura ciudadana del municipio de Valledupar, liderado por el alcalde Augusto Ramírez Uhía y por dos ilustres, inteligentes y emprendedoras mujeres, la doctora Carmen Alicia Rivera Medina, asesora del proyecto y la doctora Gelca Gutiérrez Barranco, quien representa a la Fundación Universitaria del Área Andina, quienes lideran esta iniciativa y comenzamos a hacer un cambio en la cultura de nuestra ciudad, aplicando sus recomendaciones a nuestra cotidianidad, podamos retomar el rumbo de nuestra sociedad que ha venido desintegrándose rápidamente, precisamente por no tener en cuenta las normas elementales de convivencia.
Recordemos con Anton Bruckner que “quien quiere construir una torre muy alta, tiene que dedicarle mucho tiempo a los cimientos”.
Se me olvidaba, este proyecto le va a servir a muchos ciudadanos, pero en especial a muchos funcionarios y secretarias inmamables, incultas y sin modales que se creen dueñas y señoras de las oficinas.
Y como es mi costumbre trataré otros temitas: las felicitaciones y aplausos esta semana se los lleva el secretario de Obras Públicas, el arquitecto Juan Pablo Morón Riveira, ojalá todos los funcionarios fueran igual de receptivos a él, trabajador y honesto. Siga así Juan Pablo.
Leía en el diario El Tiempo lo siguiente: “el silencio, cómplice del acoso sexual en las universidades del país”. No sé si esto esté pasando en nuestras universidades o colegios en Valledupar, sería bueno comenzar a hacerles una pedagogía a los estudiantes para superar el desconocimiento sobre qué hacer frente a este tipo de violencia sexual. Así que jóvenes y niñas estudiantes, comiencen a denunciar al profesor abusador y por qué no se hace también la denuncia de profesores a niñas acosadoras.
POSTDATA: Se dice que muchos concejales que están “caminando en la cuerda floja”, están usando pañales desechables porque se la pasan orinándose de miedo por las sanciones e investigaciones que les vienen encima por las investigaciones que viene adelantando la Procuraduría. No sería malo el cambio de algunos de esos concejales que no son ni fu ni fa y que se han convertido en figuras decorativas.
Verdaderamente que mucha gente necesita el manual de Carreño. Estamos un poco fallos en cultura y definitivamente no sabemos conducirnos en diferentes lugares fuera de la casa. “Conduzcámonos en la calle con gran circunspección y decoro y tributemos las debidas atenciones a las personas que en ella encontremos; sacrificando, cada vez que sea necesario, nuestra […]
Verdaderamente que mucha gente necesita el manual de Carreño. Estamos un poco fallos en cultura y definitivamente no sabemos conducirnos en diferentes lugares fuera de la casa.
“Conduzcámonos en la calle con gran circunspección y decoro y tributemos las debidas atenciones a las personas que en ella encontremos; sacrificando, cada vez que sea necesario, nuestra comodidad a la de los demás, conforme a las reglas que aquí se establecen”. Con esta recomendación sencilla y concreta se inicia uno de los capítulos del manual.
La lectura de este pequeño pero grandioso libro de Convivencia Social nos detiene a pensar hasta dónde ha llegado la relajación de nuestras conciencias y cómo la ausencia de visión compartida y respeto mutuo nos ha llevado a los niveles de peligrosa intolerancia que padecemos hoy en nuestra Valledupar.
En las guerras particulares que soportamos, cada uno de nuestros semejantes aparece no como alguien cuya persona y derechos hay que respetar, sino un enemigo o competidor, por encima del cual hay que pasar para lograr un éxito. Bajo esa perspectiva es entendible por qué se presentan actuaciones como pasarse los semáforos en rojos, colarse en la fila, no cederle la fila a los ancianos, dejar pasajeros en sitios no autorizados, el que va directo a la caja de un banco y pasa sus papeles sin ninguna argucia con mirada agresiva a los pobres borregos que respetan la cola.
El señor o la señora que entra a la tienda que quiere que los atiendan de primero, es otro inculto que está seguro de ser alguien superior por el hecho de haberse pasado por la faja a varias personas… en fin, todo un compendio de infracciones a la sana convivencia y las normas.
Todas estas conductas atentan contra la ciudad. Qué tal que si a partir de la instalación que fue ayer del Comité Consultivo del Proyecto de implementación de procesos de convivencia y cultura ciudadana del municipio de Valledupar, liderado por el alcalde Augusto Ramírez Uhía y por dos ilustres, inteligentes y emprendedoras mujeres, la doctora Carmen Alicia Rivera Medina, asesora del proyecto y la doctora Gelca Gutiérrez Barranco, quien representa a la Fundación Universitaria del Área Andina, quienes lideran esta iniciativa y comenzamos a hacer un cambio en la cultura de nuestra ciudad, aplicando sus recomendaciones a nuestra cotidianidad, podamos retomar el rumbo de nuestra sociedad que ha venido desintegrándose rápidamente, precisamente por no tener en cuenta las normas elementales de convivencia.
Recordemos con Anton Bruckner que “quien quiere construir una torre muy alta, tiene que dedicarle mucho tiempo a los cimientos”.
Se me olvidaba, este proyecto le va a servir a muchos ciudadanos, pero en especial a muchos funcionarios y secretarias inmamables, incultas y sin modales que se creen dueñas y señoras de las oficinas.
Y como es mi costumbre trataré otros temitas: las felicitaciones y aplausos esta semana se los lleva el secretario de Obras Públicas, el arquitecto Juan Pablo Morón Riveira, ojalá todos los funcionarios fueran igual de receptivos a él, trabajador y honesto. Siga así Juan Pablo.
Leía en el diario El Tiempo lo siguiente: “el silencio, cómplice del acoso sexual en las universidades del país”. No sé si esto esté pasando en nuestras universidades o colegios en Valledupar, sería bueno comenzar a hacerles una pedagogía a los estudiantes para superar el desconocimiento sobre qué hacer frente a este tipo de violencia sexual. Así que jóvenes y niñas estudiantes, comiencen a denunciar al profesor abusador y por qué no se hace también la denuncia de profesores a niñas acosadoras.
POSTDATA: Se dice que muchos concejales que están “caminando en la cuerda floja”, están usando pañales desechables porque se la pasan orinándose de miedo por las sanciones e investigaciones que les vienen encima por las investigaciones que viene adelantando la Procuraduría. No sería malo el cambio de algunos de esos concejales que no son ni fu ni fa y que se han convertido en figuras decorativas.