Con signos de interrogación porque no podemos afirmar que el Cesar esté preparado para la temporada de lluvias. Es lo que suele ocurrir con cada época invernal porque son demasiado visibles los problemas de las comunidades apenas cae una gota. Los ríos se crecen y las carreteras se deterioran, los pasos que frecuentemente usan en […]
Con signos de interrogación porque no podemos afirmar que el Cesar esté preparado para la temporada de lluvias. Es lo que suele ocurrir con cada época invernal porque son demasiado visibles los problemas de las comunidades apenas cae una gota.
Los ríos se crecen y las carreteras se deterioran, los pasos que frecuentemente usan en las zonas rurales para desplazarse y sacar los productos se vuelven intransitables por cuenta de la lluvia. Los productos de la canasta familiar se encarecen y la vida de las poblaciones afectadas se trastoca.
Es la misma escena de la película y aun no estamos preparados. Aunque se han dado pasos importantes desde la creación de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo, que coordina con los consejos de gestión del riesgo de todo el país para atender emergencias y prevenirlas, aún falta mucho.
En el Cesar comenzó con Pueblo Bello, donde el paso por el puente La Honda sobre el río Los Clavos está inhabilitado, y por ende ha generado todo tipo de repercusiones (económicas principalmente). Desde noviembre la Gobernación del Cesar pudo instalar el puente militar.
Lo mismo ocurre en el municipio de Manaure, en la vereda Hondo del Río, donde sus pobladores tuvieron que improvisar un puente con troncos de madera porque la quebrada aumentó considerablemente el caudal, poniendo en riesgo la vida de adultos y menores que usan este paso. Ese mismo riesgo lo corren los niños de La Tomita que asisten a las aulas de clases ubicadas a menos de diez metros del río.
La emergencia se extiende a los municipios ribereños del río Magdalena. La Gloria está en emergencia porque la carretera está afectada por la creciente y su sedimentación es grave y pueden quedar incomunicados porque esa es la única vía de acceso. Su vereda Palomar y el corregimiento de La Carolina requieren atención urgente. Tamalameque tampoco se escapa de esta situación, con mayor énfasis en las veredas de Nuevo Triunfo, San Francisco, Isla Hermosa y Mateguadua, y menos el municipio de Gamarra, donde históricamente han sufrido sus habitantes por culpa de las crecientes del Magdalena.
La ola invernal apenas tiene 15 días y según los pronósticos del Ideam se agudizará, con huracanes incluidos. El Plan B para atender tanta emergencia está listo seguramente, pero la Oficina de Gestión del Riesgo del Cesar y sus similares en los 25 municipios deberían ser más preventivas y no esperar que caigan rayos y centellas.
Con signos de interrogación porque no podemos afirmar que el Cesar esté preparado para la temporada de lluvias. Es lo que suele ocurrir con cada época invernal porque son demasiado visibles los problemas de las comunidades apenas cae una gota. Los ríos se crecen y las carreteras se deterioran, los pasos que frecuentemente usan en […]
Con signos de interrogación porque no podemos afirmar que el Cesar esté preparado para la temporada de lluvias. Es lo que suele ocurrir con cada época invernal porque son demasiado visibles los problemas de las comunidades apenas cae una gota.
Los ríos se crecen y las carreteras se deterioran, los pasos que frecuentemente usan en las zonas rurales para desplazarse y sacar los productos se vuelven intransitables por cuenta de la lluvia. Los productos de la canasta familiar se encarecen y la vida de las poblaciones afectadas se trastoca.
Es la misma escena de la película y aun no estamos preparados. Aunque se han dado pasos importantes desde la creación de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo, que coordina con los consejos de gestión del riesgo de todo el país para atender emergencias y prevenirlas, aún falta mucho.
En el Cesar comenzó con Pueblo Bello, donde el paso por el puente La Honda sobre el río Los Clavos está inhabilitado, y por ende ha generado todo tipo de repercusiones (económicas principalmente). Desde noviembre la Gobernación del Cesar pudo instalar el puente militar.
Lo mismo ocurre en el municipio de Manaure, en la vereda Hondo del Río, donde sus pobladores tuvieron que improvisar un puente con troncos de madera porque la quebrada aumentó considerablemente el caudal, poniendo en riesgo la vida de adultos y menores que usan este paso. Ese mismo riesgo lo corren los niños de La Tomita que asisten a las aulas de clases ubicadas a menos de diez metros del río.
La emergencia se extiende a los municipios ribereños del río Magdalena. La Gloria está en emergencia porque la carretera está afectada por la creciente y su sedimentación es grave y pueden quedar incomunicados porque esa es la única vía de acceso. Su vereda Palomar y el corregimiento de La Carolina requieren atención urgente. Tamalameque tampoco se escapa de esta situación, con mayor énfasis en las veredas de Nuevo Triunfo, San Francisco, Isla Hermosa y Mateguadua, y menos el municipio de Gamarra, donde históricamente han sufrido sus habitantes por culpa de las crecientes del Magdalena.
La ola invernal apenas tiene 15 días y según los pronósticos del Ideam se agudizará, con huracanes incluidos. El Plan B para atender tanta emergencia está listo seguramente, pero la Oficina de Gestión del Riesgo del Cesar y sus similares en los 25 municipios deberían ser más preventivas y no esperar que caigan rayos y centellas.