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Columnista - 2 mayo, 2016

¿Procrastinar, una regla general en lo público?

No prometas bajo la emotividad, no respondas cuando estás enojado, no decidas bajo promesas. Estas son las recomendaciones que un coach político realiza a todo gobernante. Si ustedes llevan esa frase al comportamiento de nuestros gobernantes, encuentran una co-relación inversa, es decir, prometen en la emoción de la campaña o de los debates (prometieron la […]

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No prometas bajo la emotividad, no respondas cuando estás enojado, no decidas bajo promesas. Estas son las recomendaciones que un coach político realiza a todo gobernante. Si ustedes llevan esa frase al comportamiento de nuestros gobernantes, encuentran una co-relación inversa, es decir, prometen en la emoción de la campaña o de los debates (prometieron la firma del acuerdo de Paz para el 23 de marzo pasado), responden ataques bajo los efectos del enojo (A. Uribe es un claro ejemplo) y deciden acciones de gobierno bajo promesas inciertas (ejemplo, metro de Bogotá).

Esa advertencia la plantean los expertos para prevenir y combatir un gran enemigo de la productividad, gerencia y condición humana, conocido como la procrastinación. Pero ¿qué es la procrastinación? Según Daniel Gustavson (psiquiatra estudioso del comportamiento humano), es la postergación o posposición, es la acción o hábito de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables. Este fenómeno se ha extendido al sector público, estudiándose el comportamiento de los gobernantes y sus organizaciones. En este campo, los trabajos realizados por Tom Pychyl evidencian que los mandatarios tienen una alta tendencia a procrastinar sobre las metas de gobierno, ya que algunas de ellas superan las capacidades de ejecución. Por este motivo en algún momento del gobierno, esa acción que prometieron puede ser percibida como abrumadora, desafiante, inquietante, difícil, tediosa, es decir, estresante, por lo cual se autojustifica posponerlo a un futuro, idealizándolo entre los ciudadanos, y a cambio explican que lo importante está supeditado a lo urgente.

La procrastinación en lo público puede observarse en acciones como: las largas que durante 50 años se le ha dado al metro de Bogotá, construcción del túnel de la línea, entrega de un millón de viviendas, etc. En el Cesar y Valledupar podría haber un listado interminable de obras y acciones sometidas a la procrastinación, solo por mencionar algunos: presa de Los Besotes, puentes vehiculares para mejorar los embudos en las glorietas, contrato plan del Cesar, plan de recuperación en Ciénaga de Zapatosa, sin mencionar obras inconclusas.

Los mandatarios cuando se hacen elegir, saben que es lo estratégico, pero cuando empiezan a gobernar son capturados por el día a día de lo urgente y allí es donde el círculo vicioso de procrastinar hace su aparición. Estimado lector, usted puede utilizar como argumento que la falta de plata afecta a los gobiernos y por ello este fenómeno de procrastinar no es real. Al respecto, yo respondería, un gobernante tiene tres momentos esenciales para evitar procrastinar, el primero es durante la campaña, el segundo es el plan de desarrollo y el tercero es la formulación del proyecto de inversión.

Las ciencias y la tecnología han puesto al servicio de los gerentes y tomadores de decisiones, instrumentos para tener calidad en la presupuestación y diseños, por lo tanto, me niego a aceptar que los imprevistos sean una regla general para no hacer, o que por las obras se termine pagando el doble y el triple.

Esperemos que los nuevos planes de desarrollo no terminen siendo una guía de metas y acciones procrastinadas, tengo fe en la capacidad de nuestros gobernantes.

Columnista
2 mayo, 2016

¿Procrastinar, una regla general en lo público?

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Roberto Carlos Núñez Vega

No prometas bajo la emotividad, no respondas cuando estás enojado, no decidas bajo promesas. Estas son las recomendaciones que un coach político realiza a todo gobernante. Si ustedes llevan esa frase al comportamiento de nuestros gobernantes, encuentran una co-relación inversa, es decir, prometen en la emoción de la campaña o de los debates (prometieron la […]


No prometas bajo la emotividad, no respondas cuando estás enojado, no decidas bajo promesas. Estas son las recomendaciones que un coach político realiza a todo gobernante. Si ustedes llevan esa frase al comportamiento de nuestros gobernantes, encuentran una co-relación inversa, es decir, prometen en la emoción de la campaña o de los debates (prometieron la firma del acuerdo de Paz para el 23 de marzo pasado), responden ataques bajo los efectos del enojo (A. Uribe es un claro ejemplo) y deciden acciones de gobierno bajo promesas inciertas (ejemplo, metro de Bogotá).

Esa advertencia la plantean los expertos para prevenir y combatir un gran enemigo de la productividad, gerencia y condición humana, conocido como la procrastinación. Pero ¿qué es la procrastinación? Según Daniel Gustavson (psiquiatra estudioso del comportamiento humano), es la postergación o posposición, es la acción o hábito de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables. Este fenómeno se ha extendido al sector público, estudiándose el comportamiento de los gobernantes y sus organizaciones. En este campo, los trabajos realizados por Tom Pychyl evidencian que los mandatarios tienen una alta tendencia a procrastinar sobre las metas de gobierno, ya que algunas de ellas superan las capacidades de ejecución. Por este motivo en algún momento del gobierno, esa acción que prometieron puede ser percibida como abrumadora, desafiante, inquietante, difícil, tediosa, es decir, estresante, por lo cual se autojustifica posponerlo a un futuro, idealizándolo entre los ciudadanos, y a cambio explican que lo importante está supeditado a lo urgente.

La procrastinación en lo público puede observarse en acciones como: las largas que durante 50 años se le ha dado al metro de Bogotá, construcción del túnel de la línea, entrega de un millón de viviendas, etc. En el Cesar y Valledupar podría haber un listado interminable de obras y acciones sometidas a la procrastinación, solo por mencionar algunos: presa de Los Besotes, puentes vehiculares para mejorar los embudos en las glorietas, contrato plan del Cesar, plan de recuperación en Ciénaga de Zapatosa, sin mencionar obras inconclusas.

Los mandatarios cuando se hacen elegir, saben que es lo estratégico, pero cuando empiezan a gobernar son capturados por el día a día de lo urgente y allí es donde el círculo vicioso de procrastinar hace su aparición. Estimado lector, usted puede utilizar como argumento que la falta de plata afecta a los gobiernos y por ello este fenómeno de procrastinar no es real. Al respecto, yo respondería, un gobernante tiene tres momentos esenciales para evitar procrastinar, el primero es durante la campaña, el segundo es el plan de desarrollo y el tercero es la formulación del proyecto de inversión.

Las ciencias y la tecnología han puesto al servicio de los gerentes y tomadores de decisiones, instrumentos para tener calidad en la presupuestación y diseños, por lo tanto, me niego a aceptar que los imprevistos sean una regla general para no hacer, o que por las obras se termine pagando el doble y el triple.

Esperemos que los nuevos planes de desarrollo no terminen siendo una guía de metas y acciones procrastinadas, tengo fe en la capacidad de nuestros gobernantes.