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Columnista - 8 abril, 2016

Yo no marché el 2 de abril ¿algún problema?

El pasado 2 de abril se llevó a cabo en distintas ciudades del país una marcha pacífica convocada por el senador de la República Álvaro Uribe Vélez en compañía de su partido Centro Democrático y distintas corrientes políticas del país. Bajo la consigna ‘No más’, cientos de colombianos salieron a las calles el pasado sábado […]

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El pasado 2 de abril se llevó a cabo en distintas ciudades del país una marcha pacífica convocada por el senador de la República Álvaro Uribe Vélez en compañía de su partido Centro Democrático y distintas corrientes políticas del país. Bajo la consigna ‘No más’, cientos de colombianos salieron a las calles el pasado sábado a exponer su desacuerdo con el gobierno del presidente Juan Manuel Santos; en la marcha se pudo evidenciar la disensión con la forma en la que se desarrollan los diálogos de paz en La Habana, Cuba, de igual manera temas como inseguridad, desempleo, sistema de salud, persecución política y otros tópicos más fueron el blanco de la movilizaciones, siendo el proceso de paz una de las razones más contundentes para que el uribismo saliera a las calles a enseñar su disconformidad y descontento con la supuesta “entrega del país al castro-chavismo”.

Y si, el sábado 2 de abril yo no salí a la calle a marchar, ¿algún problema con eso? En primer lugar, nadie, en lo absoluto, podría llegar a ser objeto de censura por el hecho de no haber asistido a la marcha convocada por el uribismo el 2 de abril. Así como quienes no estamos de acuerdo con sus ideologías y corrientes políticas cultamente respetamos el derecho fundamental de envergadura constitucional que los legitima para reunirse y manifestar pública y pacíficamente, ellos deben hacer lo propio, es decir, respetar la libertad de conciencia, las convicciones y creencias de todas aquellas personas que decidimos no marchar. Nuestras razones tendremos.

No salí a marchar por diversas razones. La verdad es que no soporto el odio, la sevicia y el rencor que algunos partidarios de distintas corrientes políticas -no todos- infunden en la sociedad colombiana cada vez que tienen la oportunidad. Es plausible la intención de aquellas personas que de manera culta y pacifica salieron a las calles a exponer su descontento y reclamo al Gobierno Nacional, aquellos que salieron a exigirle al gobierno una respuesta a sus inconformidades, aquellos que salieron no porque un caudillo o cualquier otra razón sin sentido los hubiera motivado a movilizarse, sino porque de verdad sintieron la necesidad de ejercer su derecho a protestar, la necesidad de mandar un mensaje al gobierno de manera sosegada, como es debido.

Hay algo que el uribismo debe comprender de una vez por todas. Las campañas o movilizaciones sociales que infunden odio y por lo tanto más violencia para la sociedad, no son nada sanas para el país, mucho menos en esta instancia en la que nos encontramos viviendo la esperanza de respirar un nuevo aire, un país más tranquilo, un país sin guerrillas. El uribismo día a día alimenta el populismo barato que caracteriza a muchos sectores de su colectividad, un populismo de poco precio que le causa daño al país entero y les hace perder credibilidad al momento de hacer política. Qué bueno sería que utilizaran ese poder de convocatoria para hacerle oposición al Gobierno Nacional de forma coherente y sobria, hacer una política centrada exenta de pataletas e ineptitudes, dar el buen ejemplo, y sobre todo, actuar en pro de la paz y el bienestar de los colombianos.

El 2 de abril de 2016 pude notar -en gran parte- un uribismo desesperado por figurar y mostrarle al país que son dueños de la verdad universal. Un Pacho Santos utilizando material fotográfico de la marcha por la paz del año 2013, sosteniendo que era el resultado de su marcha ‘No más’; el pastor cartagenero Miguel Arrázola que con tono odioso y veintejuliero expresó: “Pedir la paz en La Habana es como pedir la salvación que provenga del infierno”; manifestantes del uribismo diciéndole descaradamente No a la ley de restitución de tierras; un Álvaro Uribe que junto con sus discípulos auguraban un promedio de ocho millones de manifestantes, vaticinio que jugó en su contra y no se cumplió. En fin. Así como estuvieron los propiciadores del odio y la confrontación social, estuvieron quienes respetuosamente y con un escueto sentido de pertenencia se lanzaron a la calles a decirle al presidente Juan Manuel Santos ‘No más’.

¿Y usted no marchó el 2 de abril? Recuerde que está en todo su derecho y que no hay ningún problema. ¡Saludos!

Columnista
8 abril, 2016

Yo no marché el 2 de abril ¿algún problema?

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Camilo Pinto

El pasado 2 de abril se llevó a cabo en distintas ciudades del país una marcha pacífica convocada por el senador de la República Álvaro Uribe Vélez en compañía de su partido Centro Democrático y distintas corrientes políticas del país. Bajo la consigna ‘No más’, cientos de colombianos salieron a las calles el pasado sábado […]


El pasado 2 de abril se llevó a cabo en distintas ciudades del país una marcha pacífica convocada por el senador de la República Álvaro Uribe Vélez en compañía de su partido Centro Democrático y distintas corrientes políticas del país. Bajo la consigna ‘No más’, cientos de colombianos salieron a las calles el pasado sábado a exponer su desacuerdo con el gobierno del presidente Juan Manuel Santos; en la marcha se pudo evidenciar la disensión con la forma en la que se desarrollan los diálogos de paz en La Habana, Cuba, de igual manera temas como inseguridad, desempleo, sistema de salud, persecución política y otros tópicos más fueron el blanco de la movilizaciones, siendo el proceso de paz una de las razones más contundentes para que el uribismo saliera a las calles a enseñar su disconformidad y descontento con la supuesta “entrega del país al castro-chavismo”.

Y si, el sábado 2 de abril yo no salí a la calle a marchar, ¿algún problema con eso? En primer lugar, nadie, en lo absoluto, podría llegar a ser objeto de censura por el hecho de no haber asistido a la marcha convocada por el uribismo el 2 de abril. Así como quienes no estamos de acuerdo con sus ideologías y corrientes políticas cultamente respetamos el derecho fundamental de envergadura constitucional que los legitima para reunirse y manifestar pública y pacíficamente, ellos deben hacer lo propio, es decir, respetar la libertad de conciencia, las convicciones y creencias de todas aquellas personas que decidimos no marchar. Nuestras razones tendremos.

No salí a marchar por diversas razones. La verdad es que no soporto el odio, la sevicia y el rencor que algunos partidarios de distintas corrientes políticas -no todos- infunden en la sociedad colombiana cada vez que tienen la oportunidad. Es plausible la intención de aquellas personas que de manera culta y pacifica salieron a las calles a exponer su descontento y reclamo al Gobierno Nacional, aquellos que salieron a exigirle al gobierno una respuesta a sus inconformidades, aquellos que salieron no porque un caudillo o cualquier otra razón sin sentido los hubiera motivado a movilizarse, sino porque de verdad sintieron la necesidad de ejercer su derecho a protestar, la necesidad de mandar un mensaje al gobierno de manera sosegada, como es debido.

Hay algo que el uribismo debe comprender de una vez por todas. Las campañas o movilizaciones sociales que infunden odio y por lo tanto más violencia para la sociedad, no son nada sanas para el país, mucho menos en esta instancia en la que nos encontramos viviendo la esperanza de respirar un nuevo aire, un país más tranquilo, un país sin guerrillas. El uribismo día a día alimenta el populismo barato que caracteriza a muchos sectores de su colectividad, un populismo de poco precio que le causa daño al país entero y les hace perder credibilidad al momento de hacer política. Qué bueno sería que utilizaran ese poder de convocatoria para hacerle oposición al Gobierno Nacional de forma coherente y sobria, hacer una política centrada exenta de pataletas e ineptitudes, dar el buen ejemplo, y sobre todo, actuar en pro de la paz y el bienestar de los colombianos.

El 2 de abril de 2016 pude notar -en gran parte- un uribismo desesperado por figurar y mostrarle al país que son dueños de la verdad universal. Un Pacho Santos utilizando material fotográfico de la marcha por la paz del año 2013, sosteniendo que era el resultado de su marcha ‘No más’; el pastor cartagenero Miguel Arrázola que con tono odioso y veintejuliero expresó: “Pedir la paz en La Habana es como pedir la salvación que provenga del infierno”; manifestantes del uribismo diciéndole descaradamente No a la ley de restitución de tierras; un Álvaro Uribe que junto con sus discípulos auguraban un promedio de ocho millones de manifestantes, vaticinio que jugó en su contra y no se cumplió. En fin. Así como estuvieron los propiciadores del odio y la confrontación social, estuvieron quienes respetuosamente y con un escueto sentido de pertenencia se lanzaron a la calles a decirle al presidente Juan Manuel Santos ‘No más’.

¿Y usted no marchó el 2 de abril? Recuerde que está en todo su derecho y que no hay ningún problema. ¡Saludos!