Definitivamente los grandes hombres siempre estarán en el lugar preciso de la historia, recuerdo que el trágico 11 de septiembre George W. Bush al enterarse de los atentados en New York, nervioso tomó una revista tratando de asimilar el golpe y después el mundo vería su respuesta primero contra Afganistán y luego contra Iraq aplaudido […]
Definitivamente los grandes hombres siempre estarán en el lugar preciso de la historia, recuerdo que el trágico 11 de septiembre George W. Bush al enterarse de los atentados en New York, nervioso tomó una revista tratando de asimilar el golpe y después el mundo vería su respuesta primero contra Afganistán y luego contra Iraq aplaudido por millones que jamás pensaron que aquella ovación serían las lágrimas de hoy.
En el caso de Obama, la arremetida del Estado Islámico (EI) en el corazón de Europa lo sorprendió en compañía de Raúl Castro, quienes se planeaban ofrecer discursos animando a la reconciliación de los pueblos, pero el ruido de las bombas desde el viejo continente nos recordó que no hay sitio seguro en el mundo y la amenaza puede transformarse en dolor en cualquier momento. Reconozco que muchos valoran el esfuerzo del actual mandatario de U.S.A por acabar con el humillante trato al pueblo cubano y abrir las puertas para que el régimen de Fidel se autodestruya, los conflictos creados en otras partes del mundo no dejan de ser consecuencia de la errática posición de occidente liderado por EE.UU como los policías del mundo.
Sin justificar estas acciones, el planeta no tendría el dolor de cabeza que actualmente tiene con ISIS y el EI, si la incursión violenta en Afganistán e Iraq no hubiera dejado a miles de personas como víctimas de una guerra caprichosa del gobierno de George Walker Bush y líderes mundiales como Tony Blair y José María Aznar, a pesar de ello, se pasean como grandes conferencista como salvadores del mundo, pero dejaron un terrible mal; el espantoso ejemplo de considerar acabar la violencia con más violencia.
Lo sucedido en Bruselas no puede ser más explícito; la sed de venganza de los grupos terroristas que nacieron con posterioridad a la invasión de Iraq y Afganistán está lejos de quedar satisfecha y la forma de operar los hace muy difícil de atrapar, actúan primero obedientes a un fanatismo religioso y por otro lado dispuesto a ofrecer su propia vida, actuando en pequeños grupos haciéndose imperceptibles para las centrales de inteligencia.
Es natural que las autoridades deben mantener su misión brindando seguridad a los ciudadanos y perseguir a los criminales, con estos grupos tarde o temprano alguien debe sentarse a dialogar para terminar con las bombas en los aeropuertos o estaciones del metro, aunque esto no les guste a las María Fernanda Cabal o las Paloma Valencia.
En el caso colombiano la situación no es distinta, la guerrilla debe entender que su cruzada armada no tiene futuro, que el Eln moribundo pretende con sus secuestros dar señales de supervivencia obligando al Estado a cumplir sus condiciones en una eventual mesa de negociación, pero las Farc y el Eln lo único que ganan con sus secuestros, extorsiones y demás, es el repudio del pueblo colombiano; por el otro lado los gritos de la derecha liderada por Uribe tampoco contribuyen en la búsqueda de la paz, porque al igual que la invasión de EE.UU a Iraq su única propuesta consiste en calmar las llamas con gasolina.
Definitivamente los grandes hombres siempre estarán en el lugar preciso de la historia, recuerdo que el trágico 11 de septiembre George W. Bush al enterarse de los atentados en New York, nervioso tomó una revista tratando de asimilar el golpe y después el mundo vería su respuesta primero contra Afganistán y luego contra Iraq aplaudido […]
Definitivamente los grandes hombres siempre estarán en el lugar preciso de la historia, recuerdo que el trágico 11 de septiembre George W. Bush al enterarse de los atentados en New York, nervioso tomó una revista tratando de asimilar el golpe y después el mundo vería su respuesta primero contra Afganistán y luego contra Iraq aplaudido por millones que jamás pensaron que aquella ovación serían las lágrimas de hoy.
En el caso de Obama, la arremetida del Estado Islámico (EI) en el corazón de Europa lo sorprendió en compañía de Raúl Castro, quienes se planeaban ofrecer discursos animando a la reconciliación de los pueblos, pero el ruido de las bombas desde el viejo continente nos recordó que no hay sitio seguro en el mundo y la amenaza puede transformarse en dolor en cualquier momento. Reconozco que muchos valoran el esfuerzo del actual mandatario de U.S.A por acabar con el humillante trato al pueblo cubano y abrir las puertas para que el régimen de Fidel se autodestruya, los conflictos creados en otras partes del mundo no dejan de ser consecuencia de la errática posición de occidente liderado por EE.UU como los policías del mundo.
Sin justificar estas acciones, el planeta no tendría el dolor de cabeza que actualmente tiene con ISIS y el EI, si la incursión violenta en Afganistán e Iraq no hubiera dejado a miles de personas como víctimas de una guerra caprichosa del gobierno de George Walker Bush y líderes mundiales como Tony Blair y José María Aznar, a pesar de ello, se pasean como grandes conferencista como salvadores del mundo, pero dejaron un terrible mal; el espantoso ejemplo de considerar acabar la violencia con más violencia.
Lo sucedido en Bruselas no puede ser más explícito; la sed de venganza de los grupos terroristas que nacieron con posterioridad a la invasión de Iraq y Afganistán está lejos de quedar satisfecha y la forma de operar los hace muy difícil de atrapar, actúan primero obedientes a un fanatismo religioso y por otro lado dispuesto a ofrecer su propia vida, actuando en pequeños grupos haciéndose imperceptibles para las centrales de inteligencia.
Es natural que las autoridades deben mantener su misión brindando seguridad a los ciudadanos y perseguir a los criminales, con estos grupos tarde o temprano alguien debe sentarse a dialogar para terminar con las bombas en los aeropuertos o estaciones del metro, aunque esto no les guste a las María Fernanda Cabal o las Paloma Valencia.
En el caso colombiano la situación no es distinta, la guerrilla debe entender que su cruzada armada no tiene futuro, que el Eln moribundo pretende con sus secuestros dar señales de supervivencia obligando al Estado a cumplir sus condiciones en una eventual mesa de negociación, pero las Farc y el Eln lo único que ganan con sus secuestros, extorsiones y demás, es el repudio del pueblo colombiano; por el otro lado los gritos de la derecha liderada por Uribe tampoco contribuyen en la búsqueda de la paz, porque al igual que la invasión de EE.UU a Iraq su única propuesta consiste en calmar las llamas con gasolina.