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Editorial - 28 marzo, 2016

A Valledupar le gusta la pelea

El alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, tiene en jaque la venta de drogas y alcohol en el centro y parques de la ciudad. Aplicó el Código de Policía y tiene revuelto el bajo mundo, aun con los antecedentes de violencia en la capital de Antioquia, que en el último año logró disminuir las muertes violentas. […]

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El alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, tiene en jaque la venta de drogas y alcohol en el centro y parques de la ciudad. Aplicó el Código de Policía y tiene revuelto el bajo mundo, aun con los antecedentes de violencia en la capital de Antioquia, que en el último año logró disminuir las muertes violentas.

Un ejemplo piloto que demuestra que si se pueden atacar los males que aquejan a la sociedad, aplicando la ley. En Valledupar, una ciudad que puede ser una comuna de Medellín, no se pueden controlar ni las riñas, que por arte de magia se han multiplicado en las últimas vigencias. Las preguntas que hicimos en nuestro informe de ayer (¿Por qué cada día somos más violentos? ¿Por qué los problemas los resolvemos a los golpes?) buscaban abrir el análisis y el debate con las autoridades encargadas del orden en la cuidad.

Hasta el 18 de marzo pasado las autoridades reportan en el Cesar una reducción de 442 casos, equivalente al 11,25 % con respeto a las cifras de 2015. Sin embargo, los altos números de riñas no concuerdan con el de las lesiones personales. Según estadísticas del Centro Operativo de la Policía, en el Cesar la cifra de víctimas de violencia interpersonal incrementó el 18 %. Es decir, las peleas entre vecinos, amigos de parranda o en la calle, es mayor.

La línea 123 de la Policía Nacional en Valledupar es calificada por cientos de ciudadanos como ineficaz porque generalmente no llegan a tiempo los uniformados cuando son requeridos para atender un atraco o una simple pelea callejera.

Por eso el subregistro de riñas puede ser mayor al que reportan las autoridades, debido a que la ciudadanía prefiere no avisar a la policía. La bola de nieve de la intolerancia, el consumo de alcohol y drogas ilícitas crece asombrosamente.

¿Qué hacer para que en Valledupar disminuyan las riñas? ¿A quién le corresponde ajustar los tornillos para que de verdad exista un control por parte de las autoridades?

***********************
En el tema de la empresa Emdupar deben quedar claras las cosas y tener las evidencias de lo ocurrido, y para ello lo más sano es que se conforme una comisión con Fiscalía (CTI), incluidas las veedurías ciudadanas, para establecer si hay manos negras que podrían haber originado el desmejoramiento del servicio, o por el contrario si es por culpa de las turbinas instaladas en cientos de viviendas y conjuntos residenciales de la ciudad, lo que requeriría brigadas especiales de inspección y vigilancia para comprobar que esas presuntas conductas irregulares e ilegales se estén cometiendo, y en el peor de los casos, que sea por la falta del debido cuidado de los mismos empleados de Emdupar, por no cumplir los protocolos de control en la planta de captación a raíz de la creciente del río, lo cual también debería ser inspeccionado e investigado por la Fiscalía.

Editorial
28 marzo, 2016

A Valledupar le gusta la pelea

El alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, tiene en jaque la venta de drogas y alcohol en el centro y parques de la ciudad. Aplicó el Código de Policía y tiene revuelto el bajo mundo, aun con los antecedentes de violencia en la capital de Antioquia, que en el último año logró disminuir las muertes violentas. […]


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El alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, tiene en jaque la venta de drogas y alcohol en el centro y parques de la ciudad. Aplicó el Código de Policía y tiene revuelto el bajo mundo, aun con los antecedentes de violencia en la capital de Antioquia, que en el último año logró disminuir las muertes violentas.

Un ejemplo piloto que demuestra que si se pueden atacar los males que aquejan a la sociedad, aplicando la ley. En Valledupar, una ciudad que puede ser una comuna de Medellín, no se pueden controlar ni las riñas, que por arte de magia se han multiplicado en las últimas vigencias. Las preguntas que hicimos en nuestro informe de ayer (¿Por qué cada día somos más violentos? ¿Por qué los problemas los resolvemos a los golpes?) buscaban abrir el análisis y el debate con las autoridades encargadas del orden en la cuidad.

Hasta el 18 de marzo pasado las autoridades reportan en el Cesar una reducción de 442 casos, equivalente al 11,25 % con respeto a las cifras de 2015. Sin embargo, los altos números de riñas no concuerdan con el de las lesiones personales. Según estadísticas del Centro Operativo de la Policía, en el Cesar la cifra de víctimas de violencia interpersonal incrementó el 18 %. Es decir, las peleas entre vecinos, amigos de parranda o en la calle, es mayor.

La línea 123 de la Policía Nacional en Valledupar es calificada por cientos de ciudadanos como ineficaz porque generalmente no llegan a tiempo los uniformados cuando son requeridos para atender un atraco o una simple pelea callejera.

Por eso el subregistro de riñas puede ser mayor al que reportan las autoridades, debido a que la ciudadanía prefiere no avisar a la policía. La bola de nieve de la intolerancia, el consumo de alcohol y drogas ilícitas crece asombrosamente.

¿Qué hacer para que en Valledupar disminuyan las riñas? ¿A quién le corresponde ajustar los tornillos para que de verdad exista un control por parte de las autoridades?

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En el tema de la empresa Emdupar deben quedar claras las cosas y tener las evidencias de lo ocurrido, y para ello lo más sano es que se conforme una comisión con Fiscalía (CTI), incluidas las veedurías ciudadanas, para establecer si hay manos negras que podrían haber originado el desmejoramiento del servicio, o por el contrario si es por culpa de las turbinas instaladas en cientos de viviendas y conjuntos residenciales de la ciudad, lo que requeriría brigadas especiales de inspección y vigilancia para comprobar que esas presuntas conductas irregulares e ilegales se estén cometiendo, y en el peor de los casos, que sea por la falta del debido cuidado de los mismos empleados de Emdupar, por no cumplir los protocolos de control en la planta de captación a raíz de la creciente del río, lo cual también debería ser inspeccionado e investigado por la Fiscalía.