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Columnista - 22 marzo, 2016

Bien ido Montealegre, bienvenido reyes

El fiscal general, Luis Eduardo Montealegre Lynett, definitivamente, ha sido una experiencia desastrosa a la cabeza de la Fiscalía General de la Nación. Lo que no se concibe es que un hombre preparado y académico excepcional se haya convertido en un servidor inidóneo y un fiasco conductor del órgano encargado de la persecución penal en […]

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El fiscal general, Luis Eduardo Montealegre Lynett, definitivamente, ha sido una experiencia desastrosa a la cabeza de la Fiscalía General de la Nación. Lo que no se concibe es que un hombre preparado y académico excepcional se haya convertido en un servidor inidóneo y un fiasco conductor del órgano encargado de la persecución penal en Colombia. Paradójico, no cumplió su mandato como ´Dios manda´ que fue la admonición del presidente Santos cuando la CSJ eligió al primero de fiscal.

Los penalistas destacados de los últimos tiempos tenían temor propiciar el ingreso de Colombia a la sistemática acusatoria como una de las formas de desarrollar el proceso penal. Por lo anterior, no penalistas como el primer fiscal general Gustavo de Greiff Restrepo o Luis Camilo Osorio (quien inicia la implementación del Sistema Penal Acusatorio, 2001-2005), Valdivieso (2006) fueron los muy atrevidos que pusieron a andar ese garantista método de investigar los hechos que revistan las características de un delito, siempre y cuando medien suficientes motivos y circunstancias fácticas que indiquen la posible existencia del mismo.

Alfonso Gómez Méndez (fiscal general 2007) fue especialmente escéptico en la implementación del Sistema Acusatorio Colombiano. Ha sido un sistemático crítico, porque siempre visualizó que se puede salir de madre.

Renuncia la única mujer fiscal general, Vivian Morales. Entonces, ideal Montealegre (2012). Razones: profesor universitario, experto penalista y autorizado doctrinante de derecho penal. Con experiencia en derecho constitucional por su paso por la Corte Constitucional (2001.2004). Conferencista nacional e internacional. Empero devino en un incontrolado advenedizo fiscal general. ¡Qué horror!. ¿Cómo volver a leer lo que diga o escriba? si por sus “obras los conoceréis”.

Pienso que Montealegre (que no bebía ni fumaba) cuando empezó a ´vivir de la jurisprudencia´, como por ejemplo, se señala recibir en su ejercicio de asesor legal de los últimos años, cinco mil millones, en la época que deambulaba por la EPS-Saludcoop, perdió los horizontes y su intelectualidad jurídica porque buscó mejores destinos en la marrullería litigiosa. Y pronto olvidó vivenciar sus ancestros (el abuelo Lynett) y el pasado lejano (la finca La Florida con su trapiche y sus cafetos). Relegó el paradigma de su señor padre Argilio. También lo de externadista riguroso.

Montealegre saldrá muy mal librado en la historia del país jurídico y en los procesos que le corresponderá enfrentar. Lo espera estrenarse ante la Comisión de Aforados, novísima institución competente para investigar y acusar, entre otros, al fiscal general de la Nación por hechos u omisiones ocurridos en el desempeño de su cargo, tanto por infracciones a la ley disciplinaria o penal cometida en el ejercicio de sus funciones o con ocasión de estas. “Spotlight criollo”: contratos con la Natalia Marlene no sé qué vaina. ¡Qué Horror!.

Pero debe decirse que se avizora la presencia prudente, seria y comprobadamente ponderada como fiscal general de la Nación de Yesid Reyes Alvarado. Jamás, nunca defraudará a su padre al insuperable maestro Alfonso Reyes Echandia. El actual ministro de Justicia es un cabal hombre de bien, decente, profesional de méritos, excelso catedrático y con un hándicap de litigante penal, mesurado, prudente y controlado: un abogado sin desmanes.

No son pertinentes lisonjas -que es moneda barata- para Reyes Alvarado, porque su trayectoria lo ubica en pedestal irrefutable de jurista para participar con acreditada idoneidad en el diseño de la Política del Estado en materia criminal. fiscal general Reyes Alvarado, ¡Dios conducirá sus objetivos!.

Columnista
22 marzo, 2016

Bien ido Montealegre, bienvenido reyes

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Hugo Mendoza

El fiscal general, Luis Eduardo Montealegre Lynett, definitivamente, ha sido una experiencia desastrosa a la cabeza de la Fiscalía General de la Nación. Lo que no se concibe es que un hombre preparado y académico excepcional se haya convertido en un servidor inidóneo y un fiasco conductor del órgano encargado de la persecución penal en […]


El fiscal general, Luis Eduardo Montealegre Lynett, definitivamente, ha sido una experiencia desastrosa a la cabeza de la Fiscalía General de la Nación. Lo que no se concibe es que un hombre preparado y académico excepcional se haya convertido en un servidor inidóneo y un fiasco conductor del órgano encargado de la persecución penal en Colombia. Paradójico, no cumplió su mandato como ´Dios manda´ que fue la admonición del presidente Santos cuando la CSJ eligió al primero de fiscal.

Los penalistas destacados de los últimos tiempos tenían temor propiciar el ingreso de Colombia a la sistemática acusatoria como una de las formas de desarrollar el proceso penal. Por lo anterior, no penalistas como el primer fiscal general Gustavo de Greiff Restrepo o Luis Camilo Osorio (quien inicia la implementación del Sistema Penal Acusatorio, 2001-2005), Valdivieso (2006) fueron los muy atrevidos que pusieron a andar ese garantista método de investigar los hechos que revistan las características de un delito, siempre y cuando medien suficientes motivos y circunstancias fácticas que indiquen la posible existencia del mismo.

Alfonso Gómez Méndez (fiscal general 2007) fue especialmente escéptico en la implementación del Sistema Acusatorio Colombiano. Ha sido un sistemático crítico, porque siempre visualizó que se puede salir de madre.

Renuncia la única mujer fiscal general, Vivian Morales. Entonces, ideal Montealegre (2012). Razones: profesor universitario, experto penalista y autorizado doctrinante de derecho penal. Con experiencia en derecho constitucional por su paso por la Corte Constitucional (2001.2004). Conferencista nacional e internacional. Empero devino en un incontrolado advenedizo fiscal general. ¡Qué horror!. ¿Cómo volver a leer lo que diga o escriba? si por sus “obras los conoceréis”.

Pienso que Montealegre (que no bebía ni fumaba) cuando empezó a ´vivir de la jurisprudencia´, como por ejemplo, se señala recibir en su ejercicio de asesor legal de los últimos años, cinco mil millones, en la época que deambulaba por la EPS-Saludcoop, perdió los horizontes y su intelectualidad jurídica porque buscó mejores destinos en la marrullería litigiosa. Y pronto olvidó vivenciar sus ancestros (el abuelo Lynett) y el pasado lejano (la finca La Florida con su trapiche y sus cafetos). Relegó el paradigma de su señor padre Argilio. También lo de externadista riguroso.

Montealegre saldrá muy mal librado en la historia del país jurídico y en los procesos que le corresponderá enfrentar. Lo espera estrenarse ante la Comisión de Aforados, novísima institución competente para investigar y acusar, entre otros, al fiscal general de la Nación por hechos u omisiones ocurridos en el desempeño de su cargo, tanto por infracciones a la ley disciplinaria o penal cometida en el ejercicio de sus funciones o con ocasión de estas. “Spotlight criollo”: contratos con la Natalia Marlene no sé qué vaina. ¡Qué Horror!.

Pero debe decirse que se avizora la presencia prudente, seria y comprobadamente ponderada como fiscal general de la Nación de Yesid Reyes Alvarado. Jamás, nunca defraudará a su padre al insuperable maestro Alfonso Reyes Echandia. El actual ministro de Justicia es un cabal hombre de bien, decente, profesional de méritos, excelso catedrático y con un hándicap de litigante penal, mesurado, prudente y controlado: un abogado sin desmanes.

No son pertinentes lisonjas -que es moneda barata- para Reyes Alvarado, porque su trayectoria lo ubica en pedestal irrefutable de jurista para participar con acreditada idoneidad en el diseño de la Política del Estado en materia criminal. fiscal general Reyes Alvarado, ¡Dios conducirá sus objetivos!.