Ledys Martínez es oriunda del corregimiento de Aguas Blancas, en zona rural de Valledupar.
Ledys Martínez es oriunda del corregimiento de Aguas Blancas, en zona rural de Valledupar, se convirtió en madre cabeza de hogar tras el doloroso asesinato de su esposo Edinson García, por parte de un grupo al margen de la ley. Él era conductor de un camión que trasportaba frutas y verduras a diferentes localidades de la zona; un 3 de mayo de 2003 partió de la capital del Cesar rumbo al corregimiento de Media Luna, para llevar un pedido de aguacates, y cuando transitaba por inmediaciones del municipio de San Diego, su vehículo fue interceptado por un grupo de hombres armados que lo despojaron del mismo y lo a quemarropa lo acribillaron.
No hubo testigos, puesto que viajaba solo y el incidente se produjo en una vía prácticamente desolada, en la madrugada; el caso quedó en la impunidad, como muchos otros casos del conflicto armado colombiano.
“Cuando yo me encontraba en la etapa de embarazo de mi último hijo, notaba que las personas de mi alrededor me ocultaban ciertas cosas relacionadas a mi esposo, y claro, me querían evitar las preocupaciones de saber que Edinson era constantemente detenido por los diferentes bandos existentes en la época. Ellos le hurtaban la mercancía y le interrogaban fuertemente a fin de clarificar su identidad”, comentó Doña Ledys.
Aunque con el tiempo se olvidan las desilusiones y tristezas, esto no lo ha sucedido a esta mujer; aunque ella quisiera llenarse de nostalgia, tiene certeza de que vivirá recordando con mucho amor a ese buen esposo, padre e hijo como lo fue Edinson.
Asegura que tras la partida de su marido, el mundo se le vino encima, pues quedó sola con sus cuatro hijos. “pensé que yo no era capaz de sostener un hogar, me dediqué a trabajar y trabajar, pues vivía del día a día para solventar los gastos de mi familia, hacía pasteles para vender de casa en casa y en el mercado, lavaba ropa ajena, lo que me saliera, excepto planchar porque no me gusta”, dice entre risas esto último.
En el año 2006 esta mujer pujante y con un espíritu de lucha llegó a la central artesanal Calle Grande, en el centro de Valledupar, a través de un curso que realizó en el Sena para prepararse mejor y certificar sus capacidades como artista de la orfebrería.
“A raíz de que he quedado viuda, vi que era una fuente de ingreso económico para mi hogar”, sostuvo.
Pero su fuerte es la costura y sus derivados, arte que aprendió en casa de forma empírica desde muy pequeña con los conocimientos que le infundió su madre que se desempeñaba como modista.
Menciona con mucho honor que su hijo menor, de tan sólo 17 años de edad, está incursionando actualmente en la música, había iniciado con el vallenato, pero posteriormente se ha decidido por el Reggaetón.
También relata con inmensa pasión que tenía una fundación de danza llamada El Dorol, integrada por su esposo y sus hijos; en el 2003 obtuvieron el segundo lugar en las piloneras del Festival Vallenato, y luego participaron en la categoría de Costumbre y Tradición, donde ganaron el concurso de Puya.
“Éramos felices con nuestra agrupación, nos unía más como familia y disfrutábamos juntos del folklor que llevamos en la sangre”, puntualizó.
Doña Ledys ya no baila, su corazón sigue de luto, pero desde hace 15 años se dedica a lo que más le gusta, confeccionar, ella es la encargada de hacer los vestidos de varios grupos de piloneras que todos los años engalanan Valledupar en el marco del Festival de Vallenato.
Por: Óscar Calderón Almanza
Ledys Martínez es oriunda del corregimiento de Aguas Blancas, en zona rural de Valledupar.
Ledys Martínez es oriunda del corregimiento de Aguas Blancas, en zona rural de Valledupar, se convirtió en madre cabeza de hogar tras el doloroso asesinato de su esposo Edinson García, por parte de un grupo al margen de la ley. Él era conductor de un camión que trasportaba frutas y verduras a diferentes localidades de la zona; un 3 de mayo de 2003 partió de la capital del Cesar rumbo al corregimiento de Media Luna, para llevar un pedido de aguacates, y cuando transitaba por inmediaciones del municipio de San Diego, su vehículo fue interceptado por un grupo de hombres armados que lo despojaron del mismo y lo a quemarropa lo acribillaron.
No hubo testigos, puesto que viajaba solo y el incidente se produjo en una vía prácticamente desolada, en la madrugada; el caso quedó en la impunidad, como muchos otros casos del conflicto armado colombiano.
“Cuando yo me encontraba en la etapa de embarazo de mi último hijo, notaba que las personas de mi alrededor me ocultaban ciertas cosas relacionadas a mi esposo, y claro, me querían evitar las preocupaciones de saber que Edinson era constantemente detenido por los diferentes bandos existentes en la época. Ellos le hurtaban la mercancía y le interrogaban fuertemente a fin de clarificar su identidad”, comentó Doña Ledys.
Aunque con el tiempo se olvidan las desilusiones y tristezas, esto no lo ha sucedido a esta mujer; aunque ella quisiera llenarse de nostalgia, tiene certeza de que vivirá recordando con mucho amor a ese buen esposo, padre e hijo como lo fue Edinson.
Asegura que tras la partida de su marido, el mundo se le vino encima, pues quedó sola con sus cuatro hijos. “pensé que yo no era capaz de sostener un hogar, me dediqué a trabajar y trabajar, pues vivía del día a día para solventar los gastos de mi familia, hacía pasteles para vender de casa en casa y en el mercado, lavaba ropa ajena, lo que me saliera, excepto planchar porque no me gusta”, dice entre risas esto último.
En el año 2006 esta mujer pujante y con un espíritu de lucha llegó a la central artesanal Calle Grande, en el centro de Valledupar, a través de un curso que realizó en el Sena para prepararse mejor y certificar sus capacidades como artista de la orfebrería.
“A raíz de que he quedado viuda, vi que era una fuente de ingreso económico para mi hogar”, sostuvo.
Pero su fuerte es la costura y sus derivados, arte que aprendió en casa de forma empírica desde muy pequeña con los conocimientos que le infundió su madre que se desempeñaba como modista.
Menciona con mucho honor que su hijo menor, de tan sólo 17 años de edad, está incursionando actualmente en la música, había iniciado con el vallenato, pero posteriormente se ha decidido por el Reggaetón.
También relata con inmensa pasión que tenía una fundación de danza llamada El Dorol, integrada por su esposo y sus hijos; en el 2003 obtuvieron el segundo lugar en las piloneras del Festival Vallenato, y luego participaron en la categoría de Costumbre y Tradición, donde ganaron el concurso de Puya.
“Éramos felices con nuestra agrupación, nos unía más como familia y disfrutábamos juntos del folklor que llevamos en la sangre”, puntualizó.
Doña Ledys ya no baila, su corazón sigue de luto, pero desde hace 15 años se dedica a lo que más le gusta, confeccionar, ella es la encargada de hacer los vestidos de varios grupos de piloneras que todos los años engalanan Valledupar en el marco del Festival de Vallenato.
Por: Óscar Calderón Almanza