Bueno, al grano, no me da pena decirlo, caí como un buen pendejo, porque eso es lo que soy, un bobo con cara de avispao y al que hay que tenerle miedo es al avispao con cara de bobo. No me da pena decirlo como les ha sucedido a otros que lo ocultan y permiten […]
Bueno, al grano, no me da pena decirlo, caí como un buen pendejo, porque eso es lo que soy, un bobo con cara de avispao y al que hay que tenerle miedo es al avispao con cara de bobo. No me da pena decirlo como les ha sucedido a otros que lo ocultan y permiten que los delincuentes sigan haciendo de las suyas en esta ciudad, cuando no han tenido ni siquiera la molestia de informarlo a la Policía Nacional.
Al grano, arranqué de la Funeraria Los Ángeles y a escasos 20 metros de recorrido alguien me gritó que la llanta se iba a salir, no le paré bolas y continué, pero ya en la puerta de la Funeraria Ultra, otra persona me gritó: “señor, señor, oríllese, párese, mire que la llanta se va a salir” y ante esta advertencia me estacioné para verificar qué pasaba, en eso se presentó un hombre con un overol azul marcado en el pecho con el logotipo de la Hyundai, casualmente la marca de mi carro y me dijo que era mecánico, que le permitiera revisarlo para ver que tenía y metió la mano y segundos después la sacó engrasada con un pedazo de caucho y otro de un resorte y me explicó que el terminal había sido golpeado y que era muy peligroso andar así, que sí yo quería lo podía revisar en su taller que está a 200 metros de aquí, pasando la María Mulata, que lo hiciera con cuidado, nos fuimos y al lado del Cuerpo de Bomberos debajo de un mango estacionamos, le pregunté por el taller y me contestó que estaba lleno e iba a buscar las herramientas y al ratico llegó con su caja de llaves y otro ayudante también vestido lo mismo, me explicó que mantuviera el freno pisado y el timón fijo para que no se fuera a desalinear y al cabo de unos 10 minutos me mostró el brazo de la dirección que supuestamente había quitado, donde se veían dañados el axial y el terminal, estaban boqueteados y me dijo que ahí cerca había un almacén de repuestos de una importadora donde lo conocían, le di para la moto y a los 15 minutos regresó con otro señor joven, mono, simpático y elegante de ojos claros y cachaco como él, con un portátil, un facturero y una caja que destapó y me mostró el repuesto nuevo, que previo arreglo del precio procedieron a ponerlo y a la media hora me dijo, suelte el freno y el timón y venga y vea, y fui y vi las piezas nuevas e instaladas, probé el carro y lo sentí al pelo y les pagué, casi un ‘melón’, me dieron factura y me fui, pero en la tarde se me ocurrió ir a buscar la pieza vieja al taller y ¿cuál taller?, ni sombra y entré en sospecha y fue entonces después de indagaciones e intervención de mi mecánico de siempre, mi compadre del alma Atilio Arrieta y de Freddy Pabón, propietario del almacén y taller Autopartes, que descubrimos que no habían cambiado ningún repuesto y solo limpiaron y brillaron el que tres meses antes le había comprado que estaba en perfectas condiciones .
Todo lo anterior se lo conté al coronel Urquijo, subcomandante de la Policía Nacional, quien gentilmente me atendió y espero que ya hayan verificado las cintas de las cámaras de seguridad instaladas en el Cuerpo de Bomberos, porque con seguridad ahí hay registros importantes que pueden ayudar a la captura de estos atracadores atentos, decentes e inermes que sonriendo me brindaron hasta agua helada para joderme y lo más importante se pusieron a las órdenes en el taller inexistente de nombre ‘Las Flores’.
Se acabó el espacio, pero de pronto hay una excepción para decirle a los desprevenidos conductores de vehículos que cuando alguien se le acerque y le diga señor, señor, mire, oríllese, no lo haga y si puede llame a la Policía.
Bueno, al grano, no me da pena decirlo, caí como un buen pendejo, porque eso es lo que soy, un bobo con cara de avispao y al que hay que tenerle miedo es al avispao con cara de bobo. No me da pena decirlo como les ha sucedido a otros que lo ocultan y permiten […]
Bueno, al grano, no me da pena decirlo, caí como un buen pendejo, porque eso es lo que soy, un bobo con cara de avispao y al que hay que tenerle miedo es al avispao con cara de bobo. No me da pena decirlo como les ha sucedido a otros que lo ocultan y permiten que los delincuentes sigan haciendo de las suyas en esta ciudad, cuando no han tenido ni siquiera la molestia de informarlo a la Policía Nacional.
Al grano, arranqué de la Funeraria Los Ángeles y a escasos 20 metros de recorrido alguien me gritó que la llanta se iba a salir, no le paré bolas y continué, pero ya en la puerta de la Funeraria Ultra, otra persona me gritó: “señor, señor, oríllese, párese, mire que la llanta se va a salir” y ante esta advertencia me estacioné para verificar qué pasaba, en eso se presentó un hombre con un overol azul marcado en el pecho con el logotipo de la Hyundai, casualmente la marca de mi carro y me dijo que era mecánico, que le permitiera revisarlo para ver que tenía y metió la mano y segundos después la sacó engrasada con un pedazo de caucho y otro de un resorte y me explicó que el terminal había sido golpeado y que era muy peligroso andar así, que sí yo quería lo podía revisar en su taller que está a 200 metros de aquí, pasando la María Mulata, que lo hiciera con cuidado, nos fuimos y al lado del Cuerpo de Bomberos debajo de un mango estacionamos, le pregunté por el taller y me contestó que estaba lleno e iba a buscar las herramientas y al ratico llegó con su caja de llaves y otro ayudante también vestido lo mismo, me explicó que mantuviera el freno pisado y el timón fijo para que no se fuera a desalinear y al cabo de unos 10 minutos me mostró el brazo de la dirección que supuestamente había quitado, donde se veían dañados el axial y el terminal, estaban boqueteados y me dijo que ahí cerca había un almacén de repuestos de una importadora donde lo conocían, le di para la moto y a los 15 minutos regresó con otro señor joven, mono, simpático y elegante de ojos claros y cachaco como él, con un portátil, un facturero y una caja que destapó y me mostró el repuesto nuevo, que previo arreglo del precio procedieron a ponerlo y a la media hora me dijo, suelte el freno y el timón y venga y vea, y fui y vi las piezas nuevas e instaladas, probé el carro y lo sentí al pelo y les pagué, casi un ‘melón’, me dieron factura y me fui, pero en la tarde se me ocurrió ir a buscar la pieza vieja al taller y ¿cuál taller?, ni sombra y entré en sospecha y fue entonces después de indagaciones e intervención de mi mecánico de siempre, mi compadre del alma Atilio Arrieta y de Freddy Pabón, propietario del almacén y taller Autopartes, que descubrimos que no habían cambiado ningún repuesto y solo limpiaron y brillaron el que tres meses antes le había comprado que estaba en perfectas condiciones .
Todo lo anterior se lo conté al coronel Urquijo, subcomandante de la Policía Nacional, quien gentilmente me atendió y espero que ya hayan verificado las cintas de las cámaras de seguridad instaladas en el Cuerpo de Bomberos, porque con seguridad ahí hay registros importantes que pueden ayudar a la captura de estos atracadores atentos, decentes e inermes que sonriendo me brindaron hasta agua helada para joderme y lo más importante se pusieron a las órdenes en el taller inexistente de nombre ‘Las Flores’.
Se acabó el espacio, pero de pronto hay una excepción para decirle a los desprevenidos conductores de vehículos que cuando alguien se le acerque y le diga señor, señor, mire, oríllese, no lo haga y si puede llame a la Policía.